Un beso antes de morir

16 10 2
                                    

Lucía Martínez

Kevin parecía estar a punto de vomitar. Sus ojos verdes me miraban sin brillo, suplicando mi ayuda. Tenía la cara pálida como la nieve y se veía al borde de la muerte.

— ¿Estás bien? —Cayó desplomado al piso. —¡Que alguien llame a una ambulancia!

Yo sabía que él era fuerte, que él podía con esto.

Lo besé suavemente, asegurándole que todo estaría bien.

Los doctores me hacían todo tipo de preguntas como cómo se llamaba y si tenía alguna enfermedad pero lo único que podía hacer era llorar pensando en que quizás perdería a otro amor en mi vida.

Lo veía tirado en una camilla, con un respirador y cosas conectadas a él desde atrás de la ambulancia.

Les pedí por favor que me dejaran acompañarlos y después de insistirles tanto me dejaron.

Cuando llegamos al hospital los doctores se llevaron rápidamente a Kevin hacia urgencias y yo me quedé esperando totalmente sola, con los nervios a tope.

Yo no era católica pero en ese momento le recé hasta a Jesús para que por favor salve a Kevin.

Una hora más tarde vi a un doctor caminando hacia mí.

—Doctor, ¿Cómo se encuentra Kevin López?

—Hicimos todo lo que estaba en nuestras manos pero no fue suficiente. Lamentamos su pérdida.

¿Qué? ¿Cómo que muerto?

Quedé en completo estado de shock, no me movía, no podía emitir ninguna palabra. Estaba allí, sola, sin el apoyo de nadie, sin un hombro al cual llorarle ante estas devastadoras noticias. Me empecé a poner pálida y dejé de responder, solo para que, en un cerrar y abrir de ojos, me encuentre en una camilla yo. Parece ser que me había desmayado.

Estaba totalmente perpleja, lo que estaba pasando era mucho peor que cualquier experiencia traumática que hubiera experimentado en el pasado. Mi dolor y mi confusión eran más fuertes de lo que habían sido en toda mi vida.

Mi cerebro intentaba mandar estímulos eléctricos a mis cuerdas vocales para intentar preguntar si todo esto era real o solo había sido una pesadilla pero mi cuerpo no respondía.

La luz blanca era muy fuerte, lo que me hacía sentir más muerta que viva.

Me encontraba atascada en mi propio cuerpo, sin poder moverme o hacer nada, mi cuerpo totalmente quieto, aterrado.

Empecé a entrar en pánico pero sin ningún signo de ello ya que todo pasaba dentro mío, dentro de ese cuerpo que parecía dormido, dormido con los ojos abiertos.

Un doctor se me acercó e intenté con mis máximas fuerzas pedirle ayuda para desatascarme de mi cuerpo pero era en vano.

Todo el esfuerzo que hacía era energía desperdiciada por no querer aceptar mi destino, sabía que mi destino era no despertar más.

Reconocía la voz de Fernando, estaba un poco distorsionada, supongo que por el llanto, por la tristeza de haber perdido a su hijo.

Intenté escuchar lo que decían.

<< ¿Qué? ¿Estoy en coma? >>

Pero si yo estoy escuchando todo, si yo estoy consciente, solo no podía moverme. Yo creía que estar en coma era solo como estar durmiendo pero yo estaba perfectamente despierta.

Más tarde, escuché a los doctores decir que mi coma no sería largo, simplemente duraría hasta mañana o pasado mañana, no más.

Estas noticias claramente me alegraron, pero tantas horas sola no iba a ser agradable. Tenía mucho que procesar, muchas teorías, muerte súbita, coma etílico que lo llevo a la muerte o incluso envenenamiento. Lo que más me aterraba era que si el caso era envenenamiento, entonces me querían envenenar a mí ya que Kevin tomó el trago que me habían dado. Hay gente que dice que es mejor estar solo que mal acompañado, y yo pienso igual que ellos porque esta vez no estaba sola, estaba mal acompañada, muy mal acompañada, porque la mente es la peor compañía en un momento de tristeza.

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

¿Lucía iba a ser asesinada con veneno o solo es imaginación suya?

Un trago de mal gustoWhere stories live. Discover now