Capítulo 5

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Karina y Rachel subieron casi arrastrándose los cuatro tramos de escalones y, cuando llegaron, se encontraron a Minjeong sudando copiosamente y moviendo cajones de embalaje de un lado a otro.

-Más oportunas no podían ser. Aún me quedan un par de viajes -dijo Minjeong, con una sonrisa.

-Genial. Nos invitas a comer, pero primero quieres hacernos trabajar -se quejó Rachel, en un tono algo insolente.

-Venga ya, Rach. Estos trastos pesan un huevo y estoy muy cansada -suplicó.

-Pues haberte comprado un edificio con ascensor -contestó Rachel.

-Ya tiene ascensor, pero no funciona -dijo Minjeong.

-Pues entonces haberte montado el estudio en la primera planta -replicó Rachel.

-No puedo. La luz no es adecuada y, además, tengo claustrofobia.

-¿Es verdad que tienes claustrofobia? -preguntó Karina.

-Jamás se había quejado hasta que se vio obligada a pasar tres días en unas dependencias un tanto reducidas.

-¿Dónde? -preguntó Karina, que estaba tratando de imaginar a qué clase de dependencias reducidas se refería Rachel-. No, no digas nada. Se trata de otra larga historia que no me vas a contar.

Minjeong se la quedó mirando durante unos instantes, fijamente.

-No, te puedo contar la versión abreviada. Una noche se me fue la olla y, en lugar de llevarme al calabozo, pensaron que estaría mejor en un psiquiátrico. Bueno, pues no estuve mejor. Me metieron en una habitación muy pequeña, muy silenciosa y muy oscura, donde faltó un pelo para que me volviera más loca de lo que ya estaba. De hecho, si no hubiera sido porque Lutz Lasbeer tiene muchos y muy poderosos contactos, aún estaría allí -dijo Minjeong.

-Lo siento -musitó Karina, deseando no haber sido tan indiscreta.

-No lo sientas. A finales de verano, te habrás enterado de los detalles más escabrosos de todos los habitantes de este pueblo.

-Y eso, por supuesto, te incluye también a ti -dijo Minjeong, volviéndose un poco para mirar a sus dos amigas. Bajaron dificultosamente la escalera y terminaron de cargar el misterioso envío de Minjeong.

Minjeong y Rachel levantaron, cada una por un extremo, un cajón de embalaje muy grande. Rachel la miró.

-¿Todavía te acuerdas?

-Me acuerdo. Lo huelo y aparece en mis sueños. A veces me siento como si no pudiera respirar. Trabajo de noche para huir de mis pesadillas -respondió.

No era de extrañar que tuviera pesadillas. Minjeong a la puerta del convento, llorando y gritando, exigiendo ver a su mujer, poder hablar con ella. La madre superiora diciéndole que ahora Seohyun estaba casada con Dios y que lo que había hecho con ella era un pecado, no un matrimonio. Minjeong arremetiendo contra la monja, Minjeong detenida por la policía... Y después, un infierno que duró tres días. Tres días en los que no se enteró de nada, en los que se limitó a estar sentada, mecerse y llorar hasta que la vencía el sueño. Finalmente, se abrió la puerta y allí estaba Lutz, cuya enorme figura se recortaba contra la luz. Minjeong entrecerró los ojos para poder verla, mientras pensaba que se trataba de una alucinación. Pero Lutz la sacó de allí y la llevó a casa de Katherine.

Minjeong dejó de merodear por el convento, pero se entregó a la bebida y fue entonces cuando por poco se ahoga en el estanque. Con el tiempo, había conseguido mantener un precario equilibrio que le impedía precipitarse de nuevo a las aguas estancadas en que se habían convertido sus dolorosos recuerdos. Tanto Rachel como Minjeong sabían que algo se había roto, pero ninguna de las dos parecía capaz de recomponerlo.

The Flight Of The Senses // Winrina //Where stories live. Discover now