W R A I T H

▬ OO2. DROWNED

▬▬▬▬▬▬ EL COLOR NEGRO ES LO ÚNICO QUE LOGRA DIVISAR. Un incesante zumbido se instala en sus oídos al intentar escuchar algo en un silencio sepulcral. Gira hacia todos lados, intentando comprender la situación. A pesar de que no podía ver nada más allá que el negro, podía ver perfectamente sus propias manos. Una idea llega a su mente, aunque insegura, pregunta;

━━ ¿Circe? ━━ Su voz hace eco en el oscuro lugar, sin obtener respuesta. Un pequeño ruido llega a sus oídos.

Agudiza su audición, en un intento de saber el lugar proveniente del tenue ruido, que cada vez, se escucha más fuerte. Y cuándo logra divisarlo bien... son voces, generando unos quejidos inhumanos, parecidos a las voces de los demonios que suelen mostrar en las películas.

Presa del miedo, corre en dirección opuesta, intentando encontrar un escape, en una habitación infinita. No volteaba a ver siquiera, solo corría. Sentía esa adrenalina y miedo que podrías sentir cuándo eres perseguido en un videojuego, mientras tu instinto te dice que te va a atrapar. Odiaba esa sensación. El de sentirse como una presa. Le resultaba terriblemente familiar e espeluznante.

Sus pies descalzos comenzaron a hacer más ruido al encontrarse con el agua, la misma que llego de la nada. Sentía a lo que sea que sea esa cosa mucho más cerca, llevandola al punto del pánico. Pero entonces, todo cesó. Miró hacia atrás, pero solo había oscuridad. El agua fría debajo de sus pies le erizó la piel. Con el corazón casi saliendo de su pecho, jadeando en busca de aire, encuentra enfrente suyo, una puerta metálica. Parecida a las puertas de algún viejo calabozo.

Aliviada de encontrar una salida, con una sonrisa en el rostro, toma la manija e intenta abrirla. Fallidamente. Forcejea con ella, intentando ver qué hay del otro lado por medio del cristal mientras lo hace. Apenas logra ver un pasillo blanco, debido a la suciedad, el polvo y la oxidación que cubría el vidrio.

Para su desgracia, las voces volvieron, peores que nunca, causando que ella forcejeara aún más por salir de ahí. Grita por ayuda hasta que la voz se quiebra, con las voces ya, bastante cerca. Todo queda en silencio y tiene miedo de voltear. Una mano esqueletica, pálida y de largos dedos, se posa en su hombro, haciendo un ruido chasqueante y espeluznante con cada movimiento de sus dedos.

Permanece unos segundos viendo la manija de la puerta, aunque a ella, le fueron años eternos e infernales, mientras intentaba no sucumbir a la curiosidad y el miedo. Entonces, milagrosamente, la mano abandona su hombro, liberandola de su fuerte agarre. Suspira, mientras una ligera sensación de alivio cruza por su cuerpo.

No debes voltear...

Es la única regla que se pone a sí misma. Mientras con más delicadeza, intenta abrir la puerta, evitando hacer mucho ruido. Pero su alivio no le duró mucho...

Cuándo una mano fría y huesuda la toma del tobillo y la arrastra. Intenta atajarse de algo en el suelo, pero solo deja las marcas de sus uñas arañando el mismo. Más manos la toman de los pies, arrastrandola hacia el charco de agua, de donde provenían. El charco ya no era el líquido cristalino que vio hace unos segundos, ahora era una sustancia viscosa de color negro que formaba aquellas extremidades que deseaban arrastrarla con ellas.