Tan dentro

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Narra Vanesa:

Salté del sofá al enviar el último mensaje. Rápidamente me vestí con un pantalón negro y una camiseta de tirantes. Cogí una de mis guitarras favoritas, un buen vino y mi bolso. Me perfumé y salí de casa en busca de mi coche. Puse rumbo hacia la dirección de Mónica y como había anticipado por mensaje, en menos de 20 minutos estaba aparcando en la puerta de su edificio.
Subí en el ascensor muy nerviosa, me miré en el espejo unas cinco veces para arreglarme perfectamente el flequillo. Esta vez nos reunimos en su casa, eso impone un poco mas.
Ya en su piso escuché el sonido de las llaves, abrió la puerta y se asomó con una gran sonrisa.

-Hola- dije sonriendo como una tonta.

-Hola Martín- contestó y soltó una carcajada al verme cargar con tantas cosas. -Pasa, no me has dicho que venías con todas tus pertenencias, parece que te quedas a vivir- me dijo haciéndose a un lado para que pudiera entrar.

-Oye, me has dicho que trajera la guitarra, acá la tienes- le respondí y a la misma vez soltamos una carcajada.
La primera impresión impone bastante, es una casa bellísima y muy bien decorada. <<Sin dudas tiene buen gusto la Carrillo>> pensé al dejar mis cosas en el sofá. Volví hacía Mónica que estaba cerrando la puerta, con la intención de saludarla como corresponde. Nos dimos dos besos y le entregué el vino. <<Qué bien huele siempre su cabello>> me dije a mi misma.

-Las hamburguesas deben estar por llegar- dijo Mónica mientras iba en dirección a la cocina.

-¿Te ayudo en algo?- le respondí desde el salón un poco nerviosa.

-No, tranquila que hoy te atiendo yo. Acomódate en el sofá si quieres- me contestó y sonreí negando con la cabeza.

La vi volver al salón con dos copas y el vino en sus manos <<¿Cómo puede ser tan perfecta? Esta mujer no necesita vestirse elegante para estar bellísima>> pensé mientras se sentaba a mi izquierda. Lleva el pelo recogido, va descalza, viste una camiseta que cae sobre uno de sus hombros y unos pantalones sueltos de andar en casa. La sencillez con la que me esperó es señal de mostrarse transparente ante mí y eso hace que me guste aún mas.

-¿Y bien?- preguntó alzando sus cejas.

-¿Y bien qué?- le respondí curiosa.

-¿Cuál es el repertorio de esta noche?- contestó sirviendo vino en nuestras copas. Su comentario me pareció tan gracioso que solté una carcajada y ella me siguió.

-Te canto todas las canciones que quieras, tenemos toda la noche ¿no?- le pregunté mientras ella me entregaba una de las copas.

-Así es, Martín. Te puedes quedar hasta cuando quieras.- me respondió y acerqué mi copa a la suya. -¿Por qué brindamos?- preguntó.

-Por las visitas improvisadas y los conciertos privados- dije y Mónica soltó una de sus carcajadas mientras chocábamos nuestras copas para luego beber.

El timbre interrumpió nuestro momento y Mónica salió a buscar la cena. Me quedé sola durante algunos minutos en su salón y me acerqué a una estantería que me llamó la atención. Tiene algunos discos, entre los de Sabina y Leiva estaban los míos. <<Qué buen gusto musical>> pensé y sonreí al imaginármela escuchando mis canciones. Se nota que es una apasionada de la música.

-Sí, no mentía cuando dije que tengo todos tus discos- me tomó por sorpresa Mónica al entrar al salón.

-Qué buen gusto tienes- le dije bromeando mientras volvía al sofá junto a ella.

-Los mejores son los de Vanesa Martín ¿la conoces?- dijo ella jugando de la misma manera que el otro día, cuando en mi coche puso mi canción. Nos reímos al recordarlo y comenzamos a cenar.
Es una mujer muy inteligente y capaz de hablar de cualquier tema, se interesa en escucharme y tenemos mucho en común.

CUESTIÓN DE PIEL - VANICAWhere stories live. Discover now