Capítulo 5. FRUSTRACIÓN.

62 20 36
                                    

15 - Agosto - 2016.

Nathalya:

¡Estoy tan cansada de que siempre ocurra lo mismo!, ¡de siempre sentir que no soy suficiente para nadie!, ¡estoy cansada de la culpa que no me deja vivir y de la incertidumbre que me prohíbe respirar!, ¡estoy harta de nunca poder decidir absolutamente nada sobre mi vida! Tomé tantos caminos que me han traído hasta aquí, ¡caminos que me han forzado a tomar!, ¡¿y todo para qué?!, ¡para quedar atrapada y jodida entre estas paredes! Tanto tiempo pasamos juntas y a la vez siento que fue tan poco que ahora ¡tus recuerdos me consumen!, ¿por qué tenía que ser así?, ¿por qué tenías que marcharte?, ¡¿por qué simplemente tenías que desaparecer de mi vida?! Las palabras no alcanzan a describir lo mucho que me dueles, ni lo mucho que te extraño y mucho menos lo mucho que te amo. Te llevaste contigo una parte fundamental de mí, ¿es que cómo podría ahora dejarte ir?.
He recordado todas y cada una de las veces en que tuve que obedecer lo que los "adultos" me ordenaban hacer, todas esas decisiones que se supone me llevarían por un buen camino y terminaron dejándome aquí, esas decisiones que jamás me pertenecieron y que siempre me herían, he recordado todo el dolor que pasé antes de tu llegada, antes de notar que un hermoso ser como tú existía, antes de que cambiaras por completo mi vida. Lo he recordado y me ha dolido hacerlo, me ha dolido saber que la única decisión acertada que tomé durante todos estos años fuiste tú, que fuiste la única decisión absolutamente mía, que quizás por eso te convertiste en mi alegría y en mi razón de ser; y ha sido imposible preguntarme ¿qué habría ocurrido de haber tomado una decisión diferente?, ¿qué habría pasado si hubiera obedecido una vez más lo que mis padres me exigían?, ¿qué habría sido de haber hecho caso al desacuerdo de tu padre?, ¿de haberme mantenido fiel a la idea de que lo nuestro no debía ser?, ¿de que no debíamos estar juntas?, ¿de que jamás debió pasar?. Durante aproximadamente 2 meses me aferré a la idea de que jamás debimos coincidir, de que ese hilo rojo en nuestros dedos estaba equivocado y que podría cortarlo si así lo quería, de que tú pertenecías a otro mundo y a otra vida, de que esto no era más que un estúpido espejismo en mi mente provocado por todas esas cosas extrañas que me hacías sentir; y luego apareciste con tu sonrisa, con tu mano en mi mejilla, sofocando toda idea tonta y concepto errado que tenía de la vida, demostrándome la verdadera luz de mi existencia, mi propósito en este camino, mi razón de ser, el origen del mismísimo universo... ¿Es que cómo puedo seguir sin ti ahora?, ¡¿cómo puedo pretender que todo esto jamás pasó?!, si tú fuiste quién me lo dio todo en un sólo minuto, en una sola mirada y una sonrisa, en sólo una caricia; uniste las piezas fragmentadas de mi alma con tus latidos, completaste el rompecabezas que yo era con ese primer abrazo que pude darte sin culpa y sin pena, ajustaste los engranajes de mi loca cabeza con sólo un soplido se tu boca, y me enseñaste que podía seguir siempre adelante y con la frente en alto mientras tuviera tu mano prendada a la mía; supongo que así es cómo se siente amar a un pedazo del cielo, encontrar el paraíso y permanecer ahí, ser dichosa y ser amada....
Mientras te escribo esto no puedo dejar de llorar, tantas lágrimas he dejado caer sobre este papel que la tinta se ha corrido en varias zonas y ha dejado las asquerosas manchas que tanto odias ver, sólo espero que, cuando leas esto, no seas tan severa al juzgarme; es que la rabia, la melancolía y la frustración pueden más que yo, ¡siempre han podido más que yo!. No puedo creer lo tonta que he sido al lamentarme por perder a mi madre cuando ella misma fue quién decidió alejarse de mí en ese momento en el que por primera vez en toda mi asquerosa vida fui valiente y le grité que iba a quedarme a tu lado porque te amaba, porque te amo; estaba ciega y no logré darme cuenta de que todo aquello que en ese momento me hizo sufrir realmente no valía mis lágrimas y es que teniéndote a ti yo lo tenía todo, podía conquistar el mundo si me lo proponía o ser la presidente de la nación más fuerte en tanto te tuviera mirándome, ¡sólo mirándome de cerca!, ¡sólo observando todo de lo que yo era capaz estando a tu lado!, ¡de todo lo que podría lograr por y para ti!... ¡Y todo se esfumó!, cual niebla que aparece de la nada y te impide ver la belleza que te rodea sólo para desaparecer en tus narices y llevarse todo el calor a su paso, ¡así te fuiste tú con mis anhelos y esperanzas!, ¡con cada uno de nuestros sueños y promesas!. Sé y entiendo que soy la responsable de esta situación, que no hay nadie más culpable que yo en todo esto, pero eso no quita el hecho de que ya no estás y quisiera que lo estuvieras para decirme que todo estará bien, que ya no debo llorar más porque estás conmigo, que debo levantarme de este escritorio y regresar a mi vida, esa vida llena de estrés y frustraciones que valía por completo la pena porque estabas conmigo, porque yo podía apreciarte sonreír y procurarte...
La preocupación me atormenta diariamente, durante horas enteras sólo pienso en si tienes algo que comer, una manta para abrigarte, un techo en dónde dormir, unos brazos en los cuáles sentirte segura y hasta llego a preguntarme si aún tomas los medicamentos que necesitas, y es que ¡carajo!, ¡¿quién podría cuidarte como yo?!....¡¿conocerte como yo?!... Te extraño tanto.... ¡Te amo tanto!... ¡Te necesito aquí, conmigo!.... Quisiera saber en dónde estás... Hoy mismo he hecho un intento más por localizarte, por hacer lo que tu abuela me aconsejó y no dejarme vencer, pero ha sido tan difícil todo este proceso que he comenzado a perder la fé.... Me he atrevido a salir temprano de mi cama, la ducha al fin ha tocado mi cuerpo después de algunas semanas de no hacerlo, he cambiado mis ropas de todos los días por ropa limpia, me he arreglado un poco el cabello y he intentado sonreirme a través del espejo, he notado que perdí bastantes kilos, que mi cabello está maltratado por la sal de mis lágrimas y la falta de cuidado, que mis labios están resecos y partidos, que mis ojos están hinchados y rojos, que ahora poseo unas ojeras aún más enormes y profundas que las que tenía durante mis jornadas de dos empleos y la escuela, que mi piel está más pálida de lo habitual y que ahora mis azuladas venas resaltan más en ella, que inclusive mi salud física te extraña y te necesita, que estoy tan demacrada en tan poco tiempo que creo que moriré pronto. He realizado todo esto sólo para tomar mi bolso y salir de casa, de nuevo la sensación de culpa al tomar las llaves me llena los pulmones y me impide respirar, comienzo a hiperventilar mientras mis lágrimas se escapan en chorros cual fuente majestuosa, me dejo caer en las escaleras mientras lo poco que estaba construyendo de mi mundo se derrumba frente a mí una vez más, golpeo mi cabeza con ambas manos con toda la fuerza que me permiten mis debiluchos brazos, la golpeo una y otra vez mientras azotó todo mi cuerpo contra la pared de las escaleras, siento cómo la furia me invade, grito a los cuatro vientos mis dudas, ¡¿por qué tenía que pasar esto?!, ¡¿por qué tenía que ser de esta manera?!, ¡¿por qué mis miedos debían poder más que yo?!, ¡¿por qué tenía que amarte tanto?!, ¡¿por qué no pude sólo dejarte morir?!.... tanto de esto se habría evitado con las decisiones correctas, ¡con esa decisiones que no estaba acostumbrada a tomar porque nunca me permitían hacerlo!, ¿y si me hubiesen dejado elegir esto se habría podido evitar?... Cuando logré recapacitar sobre lo que estaba a punto de hacer y lo que me detuvo ya era demasiado tarde, el Sol del atardecer estaba en su auge y supe por obviedad que todo cuanto intentara hacer a esta hora sería inútil, la mayoría de los lugares estaban por cerrar y no podría insistirles para conseguir respuestas cómo yo quisiera, cómo alguien como tú merece que insistan por ella. Frustrada y derrotada he regresado a mi habitación para tomar las hojas en blanco que uso como paño de lágrimas y el bolígrafo que me sirve como testigo de mi desgracia, he tomado esto para escribir de nueva cuenta en el escritorio de nuestra habitación. En cuanto termine esta carta regresaré a tu cama a continuar llorando hasta que el sueño me venza entre lágrimas como cada noche hace, sólo me quedaré con el consuelo de que esta noche dormiré en la cama que velaba tus sueños y que aún huele a la lavanda de tus dorados cabellos, el consuelo de que no he perdido todo de ti.

Abatida, Ness. ❄

Cartas de nadie para alguien. Where stories live. Discover now