Capítulo 7. CONFUSIÓN.

40 15 33
                                    

19 - Agosto - 2016

Luz de mi alma:

Quizás me estoy equivocando, quizás nuevamente estoy confiando de más en las personas, quizás sigo siendo una ingenua y una tonta, quizás mi destino sea errar por siempre, quizás estoy tan rota que ya no puedo diferenciar el bien del mal, quizás mi problema sea nunca haberlo diferenciado, quizás mi soledad me hace ver aliados en donde no los hay... sea como sea, de lo único que estoy segura es de lo mucho que te amo y que te necesito, de que me haces falta en cada respiro y en cada tacto, de que he notado que de a poco estoy olvidando cómo se sienten tus tersas mejillas, la suavidad de tus besos en mi frente, el toque de tus manos arreglando mi cabello... de que me aterra la idea de olvidarte, de que nunca he sido fuerte cuando estoy lejos de ti, de que te extraño aún más con cada mañana que transcurre, de que ya no tengo más razones para existir... de que morí en esa tarde en la que no corriste a mis brazos cuando llegué a casa...
Quiero contarte que lo he perdonado, he perdonado a tu tío Carlos y se lo he hecho saber. Creí tan ingenua que después de escribirte anoche podría simplemente irme a la cama y dormir plácidamente, que saber que no estaba sola me ayudaría a mantene lo suficientemente tranquila como para olvidarme de mi realidad y volver a soñar... soñar con esa enorme casa en la padrera que deseaba para nosotras, soñar que tu enfermedad había sido curada, soñar con esa vida de fantasía por la que luchaba a cada instante, esa hermosa vida juntas que nos fue arrebatada, soñar que eras feliz y que no te faltaba nada, soñar que aún estabas a mi lado... sin embargo, todo ha sido en vano. Después de escribirte, estuve recostada en nuestra cama por algún tiempo, mirando al techo con tu muñeca de Minnie Mouse abrazada a mi pecho, sin llorar, sólo con la mente perdida en la nada, en el tiempo, en el espacio, en la luna brillante que pinté en tu habitación, en las memorias felices, en las memorias juntas, en todos esos recuerdos a lado de Carlos. Recordé cuánto lo queríamos, tú lo amabas no sólo como al mejor amigo de tu madre, tú lo amabas como a alguien de tu familia y no sólo como se ama a un tío, tú lo amabas como a un padre, él para ti siempre representó esa figura paterna que no recibiste de quien le correspondía dartela, esa figura que siempre te faltó y que, por experiencia propia, sé muy bien que anhelabas, y aunque Carlos no vivía con nosotras y no estaba todo el tiempo para ti era lo más cercano que pudiste tener a un padre; estuvo contigo desde mi embarazo, me ayudó con los gastos médicos de tu enfermedad, con el seguimiento a mis denuncias, con las salidas al parque, con tus tareas y tiempos de recreación, inclusive comenzó a darte terapia cuando notó que te hacía falta y por si fuera poco había estado pagando mis cuentas y mi alquiler desde que te fuiste de mi lado, desde que la vida perdió sentido para mí; y yo como una completa insensible lo taché de un ser perverso y sin moral para desecharlo de mi vida, de nuestras vidas, para olvidarlo justo como creía que él se había olvidado de mí... sin embargo, él no ha sido el culpable de nada, su única culpa fue querernos al grado en el que lo hace.
Después de pensar en todo y en nada durante algunas horas, decidí que era momento de dormir al fin, corrí a mi cama y me abracé a mí misma con las mantas evitando así el eco del mundo exterior, ese eco que me grita a voces una y otra vez los errores que he cometido a lo largo de mi vida, eso eco inmundo que siempre me doblega; cerré mis ojos con fuerza mientras cubría mis oídos con ambas manos en un inútil intento de evitar escuchar el golpeteo de la lluvia en mi ventana, esa lluvia que antes me reconfortaba y que ahora sólo me hacía recordar las esperanzas muertas de la joven madre que pretendía ser y que sólo encontró el dolor maldito de perderte... Me mantuve inerte intentando callar esas voces en mi cabeza, esos recuerdos de mi madre gritando, de tu padre insultando, de mis compañeros hablando mal de nosotras; intenté callar todos esos recuerdos cuando me detuve en uno bastante grato, en esa memoria de cuando conocí a Carlos, entonces entendí lo mal que lo había juzgado. Me perdí en ese recuerdo y sin notarlo ya estaba a la mitad de la escalera viendo hacia el sofá, ¿cómo rayos había llegado hasta ahí?, no lo sé y la verdad es que poco me importó, en mi cabeza delirante lo único que sabía es que Carlos estaba en casa y, sin percatarme, yo lo había necesitado durante todo este proceso; necesitaba a mi amigo, a mi consejero, a mi terapeuta, a mi profesor, a mi modelo a seguir. Lo contemplé a distancia por unos minutos y, al asegurarme de que aún dormía, bajé por completo los escalones y me coloqué frente a él sentándome en el suelo y observando cada detalle de su rostro, recordando las historias que me contaba sobre cada cicatriz en su piel y en su alma, sabiendo de sobra que era una persona tan rota como yo que también me estuvo necesitando, que pasó por el mismo dolor que yo sentía cuando te fuiste pero que jamás lo demostró porque yo necesitaba a alguien fuerte. Lo sabía, yo conocía su humanidad y su cariño, sabía que él estaba tan perdido como yo aunque aparentara lo contrario, sin embargo, eso no me quitaba la sensación de culpa al haberte fallado ni la idea dolorosa de que él me ocultó la verdad. Como siempre el tiempo transcurrió sin advertirlo hasta que una lágrima fugitiva rodó por mi mejilla al recordar las palabras que siempre me decía cuando me encontraba al borde del colapso mental: "Toda crisis es el grito de tu mente pidiendo descanso, todo descanso es necesario, y todo lo necesario cambia vidas aunque pocos lo noten". ¿Cómo le explicaba que mi mente estaba en crisis desde que desapareciste de mi vida?, ¡¿qué clase de descanso necesitaba para terminar con mi tormento?!, sonreí con amargura mientras pensaba en esa frase y en lo poco acertada que parecía en esta situación, en todo lo que callé durante años y que ahora me estaba consumiendo, en todo aquello que intentaba guardarme sobre ti; Carlos no era el único con secretos aquí ¿entonces cómo podía juzgarlo de esa manera?. De repente abrió sus ojos encontrándose con mi mirada, y sin un sólo rastro de somnolencia en el rostro, se sentó lentamente en el sofá sin apartar la vista de mí, parecía que estaba comprobando si era algún otro episodio de sonámbulismo de esos que tenía en la época en que nos conocimos, sin embargo, al comprobar que estaba despierta ya que lo seguí con la mirada, se dispuso a limpiar mi lágrima con la delicadeza de su dedo pulgar para después levantarme del suelo con sus manos al costado de mis hombros, acunándome entre sus brazos mientras me direccionaba hacia el sillón, todo esto sólo para limitarse a decir "estoy aquí". Instintivamente mis lágrimas salieron a mares al escucharlo, es increíble cómo tan poco puede significar tanto en el momento adecuado, cómo esas simples dos palabras lograron arrebatarme el sentimiento de soledad que me invadió desde hace más de un año y ahora, sentada a un costado de él y con mi cabeza oculta en su pecho, una vez más encontraba la paz de la compañía entre sus brazos, entre sus palabras, entre sus consuelos, entre el calor de su pecho y el latido de su corazón que retumbaba en mi oído provocando que en esos momentos, con esa acción tan vanal, mi espíritu al fin encontrara descanso y se desbaratara sin temor fusionándose con el dolor y el consuelo que ese abrazo lograba transmitir y, acompañados por el compás de la lluvia, purificaba ambas partes en un eterno va y ven de emociones reprimidas y esperanzas muertas. Cuando nuestros corazones se hubieron exorcizado por completo, aún entre sollozos y suspiros del llanto abundante, logré articular una simple frase que terminó de aliviar nuestras desconsoladas almas heridas por la traición, "te perdono" pronuncié al fin entre los truenos resonantes tras la ventana, Carlos no pudo más que abrir unos enormes ojos con sorpresa mirando directamente mi rostro con expresión de duda, no podía creer que yo lo estaba perdonando y la verdad es que yo misma tampoco lo creía, sin embargo, en esos momentos de sanación era justo lo que mi alma pedía, lo que necesitaba; Carlos sólo me abrazó muy fuerte cuando comprobó la seriedad de mi semblante, me apretó contra su pecho ahogando accidentalmente mi respiración cuando la mezcla de felicidad e incredulidad que vi en sus ojos lo inundó, tuve que apartarlo de mí antes de que la asfixia hiciera su trabajo, entonces la sorpresa invadió la expresión de Carlos creyendo que quizás me había arrepentido y, aunque sólo tuve que explicarle lo sucedido para que su sonrisa reaparecía, debo admitir que ahora mismo, en esta fría mañana, la confusión me ha invadido nuevamente, ¿está bien que una madre herida perdone a quién la ha traicionado?, ¿a quién ha mentido y ocultado detalles importantes respecto a sus hijos?, ¿soy una estúpida por haberle perdonado sin que se haya esforzado en conseguirlo?. Seré muy honesta contigo, Natilyta, amo al tío Carlos tanto cómo tú lo haces y muy en el fondo también representa para mí la figura paterna que me fue arrebatada desde muy pequeña, y aunque estoy consciente de que para muchas personas mi relación con él podría parecer amorosa ya que es mayor por casi 11 años, la verdad es que siempre ha sido mi modelo a seguir y mi consejero personal, y que, sin su ayuda, jamás habría podido salir adelante. Quizás ahora mismo estoy desvariando de nuevo y mi mente confundida está haciendo cosas que no están bien vistas ante los ojos de nuestra sociedad "normal", y quizás sea cierto que lo que pasa por mi retorcida y singular cabeza no es más que otro espejismo del sentimiento de culpa que me inunda tanto en este duelo, sin embargo, sea lo que sea quiero que sepas que te estoy esperando, que confío en que aún puedes volver a mí y que a partir de hoy voy a procurar que todo se encuentre igual que como estaba cuando te fuiste, y eso incluye mi relaciones con tu abuela, con Carlos y con doña Ingrid, así que sí, continuaré hablando con él como los mejores amigos que se supone que éramos y que de nuevo somos, aunque muy en el fondo, aún tengo sospechas de que él oculta más temas con respecto a ti y puedes tener la certeza de que indagaré tanto como me sea posible, mientras tanto por favor cuídate y no olvides que mamá te espera en casa y que tú y sólo tú eres todo lo que siempre he querido y lo único que necesito para volver a respirar.

Te amo con cada fragmento de mi ser, mi pequeña Luz de Luna.

Besos, mami.❄

Cartas de nadie para alguien. Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin