Capítulo 11. UN PEQUEÑO GRAN PASO.

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26 - Agosto - 2016
12:22 pm

Mi Solecito:

No sé ni por dónde comenzar esta carta y ciertamente desconozco tu reacción cuando leas el contenido de la misma, cuando sepas mi decisión con respecto a las dudas que te manifesté en la última carta, cuando te enteres de todas esas situaciones que me fueron imposibles de cambiar. Mi cabeza continuó dándole vueltas a la duda de escribirte durante todo el día de ayer hasta que por fin he tomado una decisión después de que, como siempre, Carlos lograra tranquilizarme con sus sabías palabras y su cálida voz; he decidido continuar con estas cartas y, además, he decidido contarte sobre todos aquellos desafortunados sucesos que me ocurrieron con el fin de evitar que pases por lo mismo que yo, quiero enseñarte la realidad del México en el que vivimos, el verdadero rostro de las personas que dicen amarnos, darte lecciones sobre la vida, enseñarte cómo lidiar con la hostilidad de nuestro mundo pero, sobretodo, demostrarte que en mí siempre vas a poder confiar, que estaré para ti todo el tiempo y que jamás voy a fallarte. Qué irónico es que yo diga esto ahora, ¿verdad?, podrías llamarme "sin vergüenza" y yo lo aceptaría, sin embargo, debes saber que todo lo que dije es cierto, siempre estaré para ti, esperándote, asumiendo que quizás no todo está perdido, que podemos reencontrarnos y ser eternas, que jamás volveré a fallarte.
Justo el día de hoy hablé con tu tío sobre este tema, le dije que había tantas cosas que necesitaba que supieras respecto a mi relación con mi madre y con tu padre pero que aún no posees la edad ni para saberlo ni para entenderlo, le he explicado que quiero enseñarte la crueldad de las personas con base en mi experiencia, quiero que veas las partes malas de la sociedad que lamentablemente son mucho mayores que las buenas, quiero decirte que tú no estás ni estarás sola y que pase lo que pase siempre serás mi bebé y voy a apoyarte en todo sin importar cuántos errores llegues a cometer; Carlos me ha dicho que no debo preocuparme por tu edad, que cuando vuelvas yo debo darte las cartas poco a poco con lo cual podré elegir qué temas mereces conocer en este momento y cuáles dejar a futuro para así lograr guiarte sin perturbar tu infancia, también mencionó que no sabemos en cuánto tiempo volverás y que es posible que, para entonces, tengas la edad suficiente para conocer el contenido de la mayoría de mis cartas, y aunque debo admitir que me ha dolido escuchar esto último debo afrontar y aceptar que esta es la realidad en la que vivo y en la que tengo que aguantar todo cuanto pueda hasta mirar tu retorno a mí. Ahora que lo sabes supongo que es momento de comenzar con las lecciones aunque no tengo ni idea de por dónde hacerlo; quizás sea bueno iniciar por el principio, por esa primer desgracia que tuve que pasar en mi vida: mi nacimiento.
Mi nombre es Nessrine Natalia Zapata Corona, nací un 19 de septiembre de 1999 en el Distrito Federal, hija de unos padres jóvenes que poco sabían de la vida, jamás fue su intención tener un hijo a tan corta edad pero la falta de conocimientos en el ámbito sexual propiciaron mi origen y con ello todos sus problemas. Mi padre era un hombre bueno, que a sus 17 años tuvo que hacerse cargo de mi madre y del pequeño engendro que habían creado; mi mamá, con la misma edad que su pareja, era una mujer sonriente de carácter noble y entregada a su familia que, aunque tampoco planeaba ser madre, tuvo las hagallas para hacerse responsable de mí, María Regina Corona Sánchez es su nombre, el nombre de la mujer que padeció tanto. Poco sé sobre cómo se conocieron, la verdad es que mi madre jamás me hablaba de ellos de manera positiva, sólo se dedicaba a contar una a una todas esas heridas que mi padre le hizo y que le desgarraban el alma, sin embargo, cuando tenía alrededor de 9 años, mientras comíamos tranquilamente, le pregunté cómo se conocieron, a lo cuál respondió con la misma tranquilidad para luego gritarme por recordarle a ese hombre, en ese momento yo no entendía sus reacciones pero ahora lo hago, ahora que sé lo mucho que tarda en sanar una yaga y lo rápido que puede reabrirse con sólo un recuerdo fugaz. Según lo que me dijo, ambos estudiaban juntos desde la secundaria y, por causas del destino, coincidieron en el mismo grupo cuando ingresaron a la preparatoria, fue ahí cuando su amistad comenzó y poco después su relación amorosa se abrió paso entre tareas y proyectos que elaboraban juntos. Mi madre lo amaba, estoy segura, y mi padre.... bueno, siempre me ha gustado creer que él también lo hacía en aquellos momentos, que ambos me amaban también pero que la incertidumbre del futuro que tendrían que afrontar causó los estragos que afectaron a la pequeña familia que se estaba formando, provocando así su desintegración.
No quisiera terminar aquí esta carta, aún sabiendo que faltan tantas cosas por decir, pero el simple hecho de recordar mi inicio familiar me hace sentir culpable por el simple hecho de haber nacido y arruinado la vida de dos jóvenes que pocos intereses tenían en común. Sé que quizás, ahora que soy mayor a esa niña de 9 años, esa profunda herida debería estar cerrada pero no lo es, la falta de plática respecto a este tema provocan que mis lágrimas broten mientras un dolor diferente al resto surge en mi pecho y estómago estrujándome el alma una vez más. Carlos me advirtió de esto, me dijo que al escribirte, y sobre todo al hacerlo de forma tan autobiográfica, podría sentirme mal y reavivar ciertas emociones que creía muertas, dijo que sanar era todo un proceso muy complicado y que atravesaría por el dolor en muchas ocasiones, que en estos momentos en los que me están consumiendo los recuerdos, lo único que me queda por hacer es detenerme y tomar un hondo respiro ya que, el enfoque de estos escritos es sacar lo que me duele para sanar y no sumirme más en mi depresión y mis emociones negativas. Siendo así, mi pequeña Nat, debo detenerme por ahora y descansar; correré a tumbarme en la cama y terminar de llorar, para después, seguramente ir a hablar con tu tío sobre este tema y sobre lo ocurrido hoy ya que, a diferencia de la carta anterior, esta vez no me he sentido mejor después de escribirte.

Nunca me imaginé que sanar fuese tan complicado.

Quien te ama con cada adolorido fragmento de su alma, mamá. ❄

Cartas de nadie para alguien. Where stories live. Discover now