Capitulo catorce.

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"¿Cómo puedes estar en el infierno, si moras en mi corazón?"

Llevaba horas despierta; fingiendo que dormía. Sabía que estaba en el cama del pequeño departamento que les habían cedido al mudarse a Moscú. Le sorprendía que eso fuera todo; sin mas castigo que enterrar a su propio hijo en la nieve. Esperaba más de Dreykov; a lo mejor, los años empezaban a volverlo débil.

—Ojalá pudiera arrebatarle todo, como él lo hizo conmigo—pensó, negándose a dejarse hundir por su dolor.

Abrió los ojos al sentir el movimiento intranquilo de su compañero en la habitación. Se sentó en la cama; ignorando el dolor en su cuerpo maltratado. Estaba cansada, respirando profundamente, con las piernas al pecho, conteniendo sus sentimientos, esperando que sus ojos no se cristalizaron como parecían desearlo. Bajo la mirada a su vientre vacío; no era que ese bebé se moviese demasiado, pero lo había sentido. Y ahora no había más que, vacío.

—¿Por qué?—Steve la encaró con agresividad, sentándose en la cama.

—No lo se—su voz seguía rota por los gritos.

—Tenía derecho a saberlo; y lo sabes—la señaló con su dedo, en medio de un estado de ira contenido.

—Sé que lo tenías.

—¿No vas a justificarte, Romanova?

El rubio estalló en medio de un siseo severo.

—No tengo una excusas, una razón; no tengo una justificación. No tengo absolutamente nada para ti, Rogers — Natalia explotó poniéndose de pie; ignorando el dolor desgarrador en su zona íntima, solo llevaba una camisa del rubio —No hay nada, ya no lo hay; no sé si alguna vez lo hubo.

—También era mío. — Steve se colocó de pie.

—No tienes ningún derecho. No puedes pararte ahí a reclamarme algo; no tienes ninguna clase de derecho; tú no tuviste que enterrarlo en la nieve, ¿No es así?—Natalia lo empujo; detestando su actitud—Lo único que hiciste fue follarme hasta lograr que él existiera; eso es lo único que te corresponde en este asunto. Pero es mio,¿¡ lo entiendes¡? Además, me dejaste muy en claro que no querías hijos si iban a crecer en este jodido mundo; seguramente te alegras de su final.

—También era parte de mí, Natalia—Steve la tomó con fuerza por la muñeca, sorprendiéndose al encontrar sus ojos sin ningún atisbo de sentimientos—¡Era mío también! ¡Pudimos haber hecho algo más!

—No lo es, no podrías haberlo hecho nada.—la pelirroja volvió a golpear su pecho y él no la detuvo—Fui yo; no lo hagas acerca de ti. Yo tuvo que ver cómo no respiraba, tuve que empujar aunque sabía que no existía esperanza. Lo cargué mientras le rogaba que me concediera su perdón; porque no pude protegerlo. ¡Fui yo! La que tuvo que abrir un maldito agujero para dejarlo en la fría nieve de este maldito lugar.

Ella se retorció, alejándose mientras se doblaba en medio de la habitación, con el llanto desgarrador atacándola. Y él se sintió aún más enojado; un sentimiento que no creía que pudiera sentir contra ella. Pero lo había traicionado de la manera más baja.

—Me traicionaste. Traicionaste lo que esto significa—señaló la habitación y a sí mismo—Tenía derecho a saberlo; y tú no tenías derecho a ocultarlo. Eres una maldita mentirosa Romanova; y me arrebataste algo que me pertenecía.

RENEGADES (ASTERIXBADBITCH)Where stories live. Discover now