Capitulo dieciséis.

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"No es la violencia la que desarraiga el odio, ni la venganza la que lava la injuria"

El ambiente se sentía festivo; incluso cuando eso solo podía ser una bonita fachada, seguían estando en el infierno; y no deberían olvidarlo. Natalia se alejó de Steve, acercándose a la fogata donde Yelena bebía vodka.

—Esto no es una buena idea, Lena—dijo por fin, y la rubia le lanzó una mirada fastidiada.

—Comenzará a serlo una vez comiences a beber. — le sirvió un trago largo; sabiendo que solo con esos podría hacerla entrar en estado de ebriedad. Licor especial de la KGB.

Natalia cedió, notando que todos parecían estar bailando y disfrutando de aquella extraña música, era una suerte que la vigilancia de la fortaleza comenzara a estar en sus manos; de lo contrario, los habrían descubierto. Por lo que la pelirroja se dedicó a beber; riendo de las historias de Yelena.

—Señorita, me concede esta pieza—James le tendió la mano con una sonrisa galante; el no estaba ebrio.

—No me gusta bailar.

—Era una orden, Romanova—tiró de ella, y Natalia soltó una risa ligera siguiéndolo.

James Barnes solía tratarla con más delicadeza desde lo ocurrido con su hijo; y ella disfrutaba de la compañía de su único amigo en ese lugar. Por lo que acepto su baile, moviéndose con sensualidad contra el torso trabajado del castaño.

—Steve va a asesinarme—le susurró James; ganándole una carcajada sincera a Natalia.

—Lo hará conmigo primero.

—Natalia, se está enojando—volvió a decirle, notando las manos apretadas de steve sobre la copa.

—Entonces quiero darle un motivo—la pelirroja lo miro con los ojos ardiendo en venganza.

Se acercó tomando los labios del castaño entre los suyo; eran diferentes a los de Steve. Mientras que el rubio solía responderle sin dudar, el castaño parecía en shock. Sus labios eran mas gruesos que los de Steve Rogers; y mucho menos exigentes una vez que encontró al fuerte para responder.

—Natalia, ten cuidado—James trató de separarse, pero la pelirroja fue arrebatada de sus brazos.

—¿Como te atreves?—dijo Wanda tras verla caer en la nieve, y James intentó acercarse. No había reaccionado tan rápido una vez que la escuchó en su inconsciente.

—¡Basta, Wanda!—James intentó acercarse.

—No te acerques.

Wanda Maximoff levantó una de sus manos, y James se vio detenido en su sitio por los hilos escarlata. Cuando Natalia intentó levantarse; Wanda levantó su otra mano, y el cuerpo de la pelirroja se alejó del suelo. Steve intentó acercarse, despacio, notando que Wanda no le hacía nada a su comapañera.

—¡Wanda, es suficiente!—ordenó Natalia enfurecida.

—¿Qué es lo que pretendes?—Wanda incrementó su poder, logrando que ella la mirase—¿Por qué lo ha besado? ¿Te gustaría que yo hiciese lo mismo con Steve?

—Como si te lo follases, Maximoff. A mí me da igual—Natalia no la miraba, sus ojos estaban centrados en el azul de Steve—Yo puedo follar a James y a quien se me venga en gana si eso es lo quiero. Y lo haré.

Wanda la observó enfurecida, y sus poderes crecieron; Natalia no pudo contener sus gritos de dolor al ser torturada por los poderes, como si sus huesos se quebrasen. De repente, su mente se puso en negro; y todo lo que podía escuchar era su propio dolor mientras enterraba a su hijo una y otra vez. Alucinando con el niño pelirrojo.

RENEGADES (ASTERIXBADBITCH)Where stories live. Discover now