Capítulo veinticinco

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Este es el castigo más importante del culpable; nunca ser absuelto en el tribunal de su propia conciencia.

Steve Rogers no pudo hacer lo que más deseaba en el mundo; correr detrás de Natasha, encontrar las respuestas que necesitaba. Saber, al menos, sí seguía con vida.

Había subestimado el poder de Nicholas Fury; creer que estaba seguro, era su mayor error. Aún con varios de sus secretos al aire seguía siendo un esclavo de un gobierno. Cuando intento embarcarse en el quinjet fue rápidamente advertido por el espía de lo que sucedería. Desmond y la niña perderían su oportunidad de una vida normal, y caerían en las manos del gobierno al ellos verse deportados.

—¿No piensas visitar a Alinka?—lo cuestionaba Wanda.

Distraído, el soldado jugaba con Desmond, quien permanecía ajeno a todo lo que habían vivido. Bucky había intentado acercarse en más de una ocasión, pero Wanda insistía en que no estaba listo para eso, tenía que probar que podían confiar completamente en él antes de permitir que se acercara a su hijo.

—Yelena y Bucky cuidan bien de ella. — Argumento sin un ápice de vergüenza.

—La han traído aquí porque necesita a su padre...

— No es a mi a quien necesita, necesita a una madre a la que no puedo traer de vuelta—Steve se puso de pie, frustrado— no puedo verla sabiendo que le estoy fallando cada segundo que estoy aquí, y sobre todo, no puedo verla sin dejar de pensar en ella traición. ¡El epítome de todas las mentiras de la Sala Roja!

—¿Crees que Desmond tiene la culpa? — ladeó su cabeza con una risa sardonica, hablando de repente en ruso.  — ¿Crees que James podría no querer estar con el porque es obra de la sala roja?

Parpadeó varias veces, confundido ante las palabras de la bruja. Y sintió el golpe llegar al entender; compararlos en ese momento no era una buena idea, pero admitía que era necesario.

—¡Por supuesto que no!—Steve había abrazado protectoramente al niño, intentando que no escuchara—¿Cómo te atreves a decir eso?

—Entonces Alinka no tiene la culpa de nada tampoco; y ciertamente, tampoco Natalia—finalizó Wanda—Deberías dejar de lamer tus heridas a costa de crear unas en la niña, podrás sentirte mal por no traerle a su madre; y no vas a arreglarlo negándole a un padre.

No pudieron continuar la conversación porque los teléfonos que indicaban una misión para S.H.I.E.LD. sonaron con desesperación.

—Vamos, Desmond—dijo Steve con un suspiro—Tus tíos nos esperan.

Los tres avanzaron en silencio por la ciudad; encontrándose con un caos de aeronaves que rodeaban la torre Stark.

—¿Bobbi? ¿Dónde está Clint?

—¡Es un idiota!—dijo la otra—Ha decidido que nos mudemos a una granja en Ohio, lejos de la batalla. Con la caída de S.H.I.E.L.D., las cosas han sido difíciles para nosotros.

Wanda le pasó el brazo por los hombros a su compañera, leyendo en su mente lo que había pasado.

—Tenemos un problema. — informo Tony Stark, sin su habitual gracia, con los ojos llenos de resentimiento.

—Buenos días para ti también, Stark—dijo Steve con ironía; sin olvidar la pelea de días atrás.

—Hace unos meses, un grupo de estudio en Europa del Este encontró un elemento proveniente de la Sala Roja, creemos que han estado produciendo feromonas de control mental en masa.

Los dos renegados se vieron a los ojos, la furia plasmada en la mirada de ambos.

—Natalía está detrás de esto—dijo Clint.

RENEGADES (ASTERIXBADBITCH)Where stories live. Discover now