Capítulo 12

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Los invitados se giraron en dirección hacia donde se escuchó el grito de Lionel, este no se pudo aguantar al ver a Lillian y a Lionel Luthor aparecer en su fiesta de cumpleaños.

—¡Llegaron mis abuelitos!.

—¡Llegó mi mamá!—Gritó Alex al ver la camioneta que acababa de estacionarse.

—Alexandra, cállate por favor—Eliza la tomó del brazo

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—Alexandra, cállate por favor—Eliza la tomó del brazo.

—¿Por qué te quedaste con el pobre?. O mejor dicho, ¿por qué no fuiste la amante?. Lionel Luthor nos pudo haber mantenido sin saberlo.

—Yo creo que no sería necesaria la presencia de mi padre—Interrumpió Lena.

—¿A qué te refieres?. Mira nada más la nave que conduce ese caballero.

Alex se tuvo que tragar sus palabras al ver a Lillian bajando del lado del conductor, por supuesto, con bastante delicadeza y sin perder el glamour. En cuanto sus finos tacones entraron en contacto con el suelo cerró la puerta y se quitó las gafas para el sol.

—¿Dónde está mi niño favorito?—Preguntó al ver a Lionel esperándolos.

—Abuelita Lillian—Corrió hasta ella para abrazarla.

En cuanto se separaron Lillian pudo divisar a quien esperaba ver con tantas ansias. Allí estaba Eliza, tan hermosa como la recordaba. Con mucho cuidado se acercó hasta ella y saludó a Jeremiah con una sonrisa falsa, pues por dentro aún estaba dolida de que el amor de su vida lo hubiera escogido a él.

—Ha pasado mucho tiempo, Jeremiah. ¿Aún eres deportista?—Preguntó.

—No, ya no lo soy.

—Lo puedo notar—Esta vez su sonrisa si era verdadera.

—Veo que tú sigues siendo la misma mujer delicadita de siempre.

—Sí, y me encanta. Recuerdo que a muchas personas les guste por mi delicadeza al hacer algunas cosas.

—Yo soy Lionel, su esposo—Interrumpió este, antes de que se pusieran a pelear en el mismo lugar.

El mayor de los Luthor ya sabía quién era Eliza, y por supuesto que sabía de Jeremiah, así que él se encargaría de mantener todo bajo control. Claro está que Lionel también sabía que su esposa era capaz de sacarse sus costosos tacones Christian Louboutin, y dejarle cicatrices de guerra al pobre hombre.

—Eliza—Dijo la mayor con una pequeña sonrisa.

—Lillian.

—Que gusto volver a verte después de tantos años.

—Lo mismo digo, han sido muchos.

Se dieron dos besos en la mejilla y la mayor de las Danvers la invitó a pasar a la mesa que tenían reservada especialmente para ellos.

ENSÉÑAME A AMAR • (AU SUPERCORP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora