5. A U D I T O R I O

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El fin de semana, tenía el ordenador entre mis piernas cuando un mensaje llegó a mi celular. Al principio creí que se trataba de Haxel.

Pero Haxel no es de los típicos chicos que piden tu número para coquetearte. Haxel acostumbra a dejar citas en las etiquetas de bufandas, o tal vez en servilletas.

Entonces era George. Un chico atlético y prepotente (que actualmente se encuentra fuera del país). Desafortunadamente es mi novio.

¿Desafortunadamente?, supongo que te preguntas. Bueno aquí va:

¿Te has caído de culo alguna vez mientras intentan alejar algo de ti, y tratas de alcanzarlo? Es más, ¿Has sentido que no valió la pena haberte caído luego de alcanzarlo?

—¿Te gusta George?

Recuerdo con detalles la pregunta que me hizo, el verano pasado, Claudini (una estudiante de intercambio de la academia)

Desde ese verano se lo afirmé, y como era una buena amiga, me hizo una especie de conecte con el que era entonces el chico de mis sueños.

Nos conocimos como en toda relación, pero no fue lo que esperaba, entonces pensé: Tantos meses siendo mi especie de crush y al final resultó ser alguien ¿aburrido?

Aburrido no fuese la palabra que muchas usaran, por que él es el típico galán del montón, de esos que le gusta a la mayoría de las chicas. Pero eso mismo es lo que me hizo sentir aburrida.

No tenía una vibra diferente, que era lo que yo quería. No era como Haxel.

George no me pedía cosas que me gustaran. George solo me veía para hacer lo que iba a hacer y ya. Ah, y para creerse la gran cosa. Listo.

George no te hablaba al oído para que volteases y lo vieras haciendo algo sumamente privado; con George no se podía tener charlas subliminales; George no dejaba notitas en bufandas; George no tenía una aberración con la anatomía y esas cosas.

George no te daba exclusividad, ni admiraba tus pies, ni mucho menos los besaba.

Decidí entonces no contestarle.

"¿Por qué me gustó que un chico me besara los pies?", recuerdo que ese fin de semana puse en mi laptop una búsqueda como esa.

La búsqueda más rara que hasta ahora he hecho en internet. Pero no le di clic en buscar.

"Las cosas raras que te parezcan tan fascinantes deben seguir siendo un misterio para que no pierdan su gracia"

Justo antes de bajarnos de la azotea, Haxel me entregó una notita en una servilleta, que había doblado con cautela.

La decidí leer hasta que llegase a casa. La olvidé unas horas y cuando la recordé ya era el fin de semana.

Justo cuando estaba con mi laptop en las piernas, rechazando a George y a punto de investigar por que me gustaba que me besaran los pies.

Haxel me había sorprendido con lo que había escrito. Es como si supiese que después de dicho acontecimiento yo vendría de curiosa a internet.

Haxel nunca me deja de sorprender. Lo tengo que admitir de una vez: me está empezando a encantar.

En fin, ese día no investigué absolutamente nada. Y me fui a la cama, luego de darle las buenas noches a mis padres, quienes miraban la tele uno chineando al otro.

—Haxel, ¿Dónde estás?

No estoy en mis sueños. Hoy luego de venir temprano a la academia, he tenido la intuición de que Haxel ha tramado algo.

Ayer, en la otra cara de la servilleta donde estaba su épica frase había escritor esto: "Mañana, 5 am. Auditorio" Y acá estoy. Sola. Es muy temprano para que alguien más este aquí.

—¿Haxel? —Lo vuelvo a llamar.

Al final del extenso auditorio hay una mesa. Un vaso de vidrio reposa sobre ella. Adentro tiene un líquido que no es agua. Me quedo desconcertada cuando veo de que se trata.

—¿Sabes qué es?

Me giro y lo veo, al chico de lentes, alto y pelinegro, que me tiene en un dilema desde la semana pasada.

—Si, Haxel —titubeo.

No me mira a mí, mira al suelo, —Hoy si te podré admirar tu belleza sin envoltura.

Es una afirmación y no una pregunta. Y esta en lo correcto. Haxel siempre está en lo correcto.

Mi moral no existe cuando la curiosidad de lo que va a hacer con mi anatomía descubierta gana la batalla.

Me desenvuelvo totalmente frente a Haxel.

—Solo verte, eso voy a hacer.

Su mirada siempre había estado entregada al suelo, pero ahora yo soy su suelo, me determina de pies a cabeza.

Noto brillo en sus ojos, los nervios me dominan, desconozco a este Haxel, este ya no es un Haxel que mira todo el tiempo hacia abajo.

Este Haxel ahora el alguien que ha aferrado sus ojos a mi silueta.

Pero, ¿Me viene pidiendo esto desde hace días únicamente para verme? Suena muy irónico. ¿Qué hombre le pide a una mujer tal cosa para solo verla y no tener ningún contacto físico?

—¿Por qué te gusta verme así?

—Quisiste preguntar: ¿Por qué me gusta verte así y no tocarte? —repone, viendo mi abdomen con euforia.

—¿Sí?

—Por que si toco te ensucio. Y si te ensucio ya no habrá pureza que admirar en ti.

H a x e l  ©  [Versión censurada de 361 Grados Completa] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora