27. I N E R T E

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Haxel ha puesto a Mara, la muñeca, frente a mí, sobre una silla, yo estoy sobre la cama, sentada al borde.

—Mara tenía muchas fantasías, ¿Sabes? —me dice, posando detrás de ella, y mordiéndole la oreja.

—Interesante, ¿Cuáles eran esas fantasías, Haxel? —le pregunto.

Deslizo el borde de mi elegante falda sobre mis piernas, y cruzo estas últimas. Y me acomodo mis lentes cual mujer fina y de clase.

—A Mara le gustaba en vida que yo le tocara el cuerpo, aunque eso estaba prohibido para mi —contesta, poniendo sobre la pierna fría y sin vida, de la muñeca, una mano.

La muñeca anda vestida de la misma manera fina en la que yo ando vestida. Incluso tiene puesto unos lentes idénticos sobre sus ojos cerrados.

Parece una doble mía, mi hermana gemela perdida, ¿Cómo es posible que ahora haya tomado ese aspecto idéntico a mi si antes no nos asemejábamos mucho?

—Entonces, tócala —incito a Haxel, cerca de su oído. Me le he acercado.

La piel de su cuello se achina, y mi voz le genera escalofríos.

—Eso hare —dice, agarrando a la muñeca y tendiéndolo sobre la cama.

Me siento en el lugar que estaba la muñeca y empiezo a observar como Haxel desnuda a Mara lentamente y de forma delicada.

Tal y como me hubiera gustado que hiciera conmigo.

Acaricia despacito sus piernas, cuando ya le ha quitado la falda. Luego le quita la camisa, y empieza a acariciar ahora su abdomen.

—Te estoy tocando, Mara, ¿Te gusta? —Lleno de placer le susurra al oído a la muñeca.

—Estoy segura que le encanta —le hablo yo por ella.

Haxel se percata de que estoy allí, como si se le hubiese olvidado me ve estupefacto.

—¿Y a ti te gusta tocarla, Haxel? —agrego la pregunta.

—Me encanta, Mara, como todas las primeras veces en las que hacemos algo que siempre nos hubiese encantado hacer pero que era prohibido que hiciéramos —contesta.

Y con eso saco mis conclusiones de que es lo mas cerca que ha estado de tocar el cuerpo de una mujer.

—¿Y que hay de la pureza del cuerpo que tanto estimabas?

—La pureza se va junto al alma, este sería solo es el cuerpo —dice, entrelazando su mirada perversa e intensa con la mía.

—¿En todo el tiempo que estuvo en tu nevera jamás la habías tocado?

—Nunca lo había hecho.

—¿Por qué?

—Por que estaba esperando que el alma me diera la autorización de hacerlo.

—¿Y ahora que es lo que quiere hacer con el cuerpo de la muñeca entonces?

—Ella solo me ha dicho que la toque —dice.

Camino hasta él, y me le acerco al oído por segunda vez luego de acostarme a su lado, del lado donde no está la muñeca.

—Ella te da la autorización de que le cumplas la fantasía de hacerla tuya. —le digo.

La piel de su cuello se le vuelve a erizar. Y juro que esta vez oigo que los latidos de su corazón aumentan.

Me regreso a mi asiento, y a continuación empiezo a ver todo, ósea veo a Haxel haciendo suyo cada parte del cuerpo de esa muñeca, de Mara.

Termina un tanto cansado, así que apoya su cabeza en los pechos de ella y se queda dormido luego de que le llevo un vaso con agua, un agua que yo le he preparado especialmente.

Le quito los lentes para que duerma mas cómodo.

Veo sus parpados caídos, veo su cara y su cuerpo desnudo sudoroso, veo su semblante satisfecho mientras duerme como un ángel sobre la muñeca, y entonces me doy cuenta de algo:

Este demonio (es la única palabra que encuentro para referirme a él) tiene dos debilidades:

El sueño y la anatomía de una mujer.

H a x e l  ©  [Versión censurada de 361 Grados Completa] Where stories live. Discover now