𝙻 𝙸.𝚌 𝚊 𝚙 𝚒 𝚝 𝚞 𝚕 𝚘

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Olía a hospital. El fuerte olor a desinfectante le penetró por las fosas nasales en forma de una, para nada cálida, bienvenida. Sentía todo su cuerpo frío y muerto, apenas era consciente de su cuerpo debajo de sus hombros. Retazos de la votación presidencial se le colaban en las rendijas de su mente, eran pequeños avistamientos lejanos que no alcanzaba a entender.

Luego escuchó un pequeño "piii" seguido de otro "piii"; le tomó unos segundos entender que eran sus latidos electrónicos. Intentó abrir los ojos, pero no lo logró. Tocó la suave sábana que muchos otros enfermos había tocado, incluso muerto en ella. Sentía algo conectado a su brazo derecho, supuso que era una vía intravenosa. No obstante, su mano izquierda no tocaba la cama.

Mierda, pensó. Igual era una bomba también. Se oyó reír, no supo si en realidad se había reído o era su imaginación junto con las drogas que tendría en el sistema.

Volvió a intentar abrir los ojos, pero era casi como levantar pesas con ellos. Lo primero que captó fue la intensa luz que despedía un bombillo desde el techo de la habitación, era tan brillante que pensó que era el Sol. Luego sus ojos se cerraron otra vez, parecía un vaivén de fuerza para mantenerlos abiertos. Cuando los volvió a abrir notó las paredes blancas de la habitación, percibió cierto sentimiento de familiaridad, pero era cosa de su mente, porque todas las habitaciones de hospitales solían ser blancas.

Buscó entonces su mano izquierda, porque igual le había explotado, pero más que buscar, quería simplemente comprobar si estaba ahí o no, no parecía afectarle mucho el resultado. Más tarde desearía que su mano hubiera explotado en mil pedazos y no ver en dónde se encontraba ahora, o más bien, con quién se encontraba.

Tenía su mano, si, sana y salva, pero esta era sujetada por un extraño. Extraño no, pensó, aquel chico jamás sería un extraño para ella. El "pii" empezó a aumentar, no pareció notarlo.

Su cabello estaba sucio y despeinado, tenía la cara con marcas de hollín. Encima de una ceja tenía un feo corte, tenía tres líneas que parecían unirse al final, el tipo de herida que te deja un gato. En la parte izquierda de su mentón poseía manchas de sangre seca, sin embargo, no tenía ninguna cicatriz que reclamara la sangre como suya.

Estaba mirando por la ventana de la habitación; imaginó que estarían en una planta superior, porque no veía ningún tipo de construcción en la cercanía. De repente, él la miró, y a pesar de que no podía abrir completamente ninguno de sus ojos, sintió como los miraba directamente. Entre todo el desastre de su cara, resaltaba el tipo de sonrisa que le das a una persona en su cumpleaños.

Las palabras se le escapaban, no llegaban a siquiera formularse lo suficiente para poder entender alguna sílaba o consonante. Intentó mover las manos hacia él, trató de inclinarse hacía adelante pero los recuerdos físicos del accidente empezaron a despertar entonces, el cuerpo era como agua caliente en la que se estaba quemando desde hace mucho tiempo.

– Tranquila.– Le dijo con voz suave. Él acarició su palma con su pulgar.– Ha sido un buen acto el que ha pasado allá afuera.– Hizo un pequeño movimiento con la cabeza en dirección a la ventana.– Los doctores estiman que no te repondrás pronto, pero oh dioses.– Soltó su mano y unió las propias como quién reza en una iglesia, cerró los ojos.– Ellos te han dado la bendición de ser una gran guerrera, por lo tanto te curarás rápido.–

La situación era en sí bizarra. Un casi-extraño le hablaba a una chica que se encontraba drogada y hospitalizada con heridas de una explosión que más tarde se convertirían en cicatrices. La chica anonadada intentaba hablar pero no podía. El "piii" se hizo más intenso, estaba cerca de accionar una alarma en el sistema.

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⏰ Última actualización: Aug 10, 2022 ⏰

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⟲ 𝙛 𝙤 𝙧 𝙜 𝙚 𝙩 ⟳ 𝕜𝕒𝕣𝕞𝕒𝕝𝕒𝕟𝕕 𝕪 𝕥𝕦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora