12 CHICOS LOBOS - Capitulo 17

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Capitulo 17

Micaél permanecía a una corta distancia de donde se encontraba Erika. Lo que había dicho la había hecho pensar, pero no cambiar de opinión. Tal vez él no lo viera de esa forma, pero ella sabía que una situación así, traería muchos cambios y consecuencias. Era imposible e inmoral.

-          Deberíamos bajar a desayunar. – le dijo secamente mirándose las manos.

Él frunció el ceño, pero luego sonrió. Tomo a Erika de la cintura y sin previo aviso salto del árbol. Ella ya no se asustaba por esta acción, lo que la hizo darse cuenta lo mucho que se había acostumbrado a los chicos y a su forma de vivir.

Una vez abajo se separó de los brazos de Micaél y se dispuso a entrar en la madriguera, pero antes de que lo hiciera el chico la tomó por la muñeca haciéndola detenerse, pero ella seguía sin voltearse a verlo.

-          Baby Doll, mientras más me ignoras, más me gustas, ¿lo sabías?

No lo vio pero sabía que estaba sonriendo, y se negaba a ver esa sonrisa fanfarrona. Tiro con persistencia de su muñeca para darle a entender que debía soltarla, y así lo hizo. Erika entro en la madriguera dejando a Micaél atrás. Se sentía demasiado confundida para quedarse más tiempo con él.

Dentro se dirigió a la estancia donde seguramente estarían los demás desayunando. Se sentó en el suelo junto a Kaiser y Baco, mientras Demián le pasaba un plato con su desayuno, una apropiada ración de diversas frutas, las que los chicos traían de la ciudad cada semana.

Pensar en la ciudad la hizo recordar lo cerca que estuvo de volver. Aún no podía creer que había preferido quedarse. Una sensación extraña la embargó, ¿Satisfacción? ¿Alivio? ¿Gratitud? No estaba segura, pero era una sensación agradable.

Sin embargo si algo era certero era que no se sentía para nada arrepentida, después de todo, no había nada ni nadie en la ciudad esperándola. Obviamente las monjas habrán notado su ausencia desde hace mucho tiempo, pero eso no significa que pondrían todo su empeño en encontrarla, dado a que la identidad de la mayoría de los niños que residían en el orfanato era guardada celosamente bajo llave para protegerlos, no se pueden dar el lujo de colgar carteles por todos lados. Lo más lejos que deben de haber llegado, es notificar a la policía local.

En cuanto a Jeremy, de quien Erika no se había dignado a pensar muy a fondo, seguramente jamás lo averiguaría. El muy ingrato ya había encontrado consuelo incluso antes de su desaparición.

Erika masticó su fruta tranquilamente tratando de concentrar sus pensamientos en algo que no fuera tan desgastante. Pero la idea se volvió imposible cuando miró abajo y vio sus piernas. Moretones y raspones le cubrían sutilmente algunas zonas, se sorprendió al darse cuenta lo poco que le molestaban. Había pasado apenas un día desde que Jim se los había causado, ¿Dónde demonios estaría ahora? Ni siquiera había tenido el valor para preguntarles a los chicos si lo habían encontrado. Pero no estaba tan segura de querer saber la respuesta.

-          Baco, - susurró volteándose discretamente en su dirección - ¿lo... encontraron?

Por la manera en la que el chico miró a Erika, con condescendencia, no necesito que se lo expresara en palabras.

-          No te preocupes Baby Doll, te juro que eso no volverá a suceder jamás, sobre mi cadáver. – le guiño un ojo para tranquilizarla.

Ella asintió y volvió la vista a su plato, esforzándose por ignorar el hecho de que ninguno sabía el paradero de Jim, y el de que Jim sí sabía dónde estaba ella.

Detestaba sentir miedo, detestaba sentirse tan cobarde e indefensa, la manera en la que sus emociones tomaban las riendas de su cordura, haciendo de ella un bulto asustado y obediente que no oponía ninguna resistencia.   

12 CHICOS LOBOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora