Capitulo 31 - 12 CHICOS LOBOS

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Capitulo 31

Los parpados le pesaban sobre los ojos, tanto que tardó en abrirlos completamente. Se incorporó con suma lentitud sintiendo como sus entumidos músculos se negaban en cooperar, pero terminaban cediendo. Miró a su alrededor, se encontraba sola en la habitación de cojines y almohadas, la cortina que usaban como puerta de la habitación se encontraba corrida por lo que todo estaba a oscuras.

Sus recuerdos se arremolinaban en su memoria desordenadamente, por lo que le costó volver al tiempo presente de manera rápida. Se presionó el tabique de la nariz, cerrando los ojos con fuerza para calmar su terrible migraña.

Súbitamente sintió helado el pecho, y palpó con urgencia su cuello de manera desquiciada con ambas manos. Nada. No sintió ningún borde, cicatriz, o cualquier cosa que indicara si había sido mordida. Tuvo sentimientos encontrados cuando no supo si debía sentirse aliviada, o decepcionada.

Escuchó movimiento a lo lejos y vio que alguien descorría un poco la cortina para asomar la cabeza. La repentina entrada de luz en la lúgubre habitación le lastimó los ojos por lo que apartó la mirada.

- Lo siento. – dijo entrando para volver a cerrar cortina.

El chico se sentó a lado de Erika y le palpó la frente y las mejillas. Cuando sus ojos volvieron a adaptarse a la oscuridad reconoció el rostro de preocupación de Baco. Aún había mucha inquietud en sus ojos, pero también se le notaba más seguro. Quiso hablarle, pero tenía la boca seca. Baco le dio de inmediato un vaso con agua que estaba a un lado de unas almohadas, el cual Erika no había notado.

- Gracias. – le sonrió tan pronto como pudo hablar.

- ¿Cómo te encuentras? – susurró el chico, como si le estuviera contando un secreto.

- Estoy bien, me duele la cabeza, pero me encuentro perfectamente... - frunció el ceño y dudó si debería continuar – Baco, acaso fui... ¿mordida?

Tan pronto como el chico abrió los ojos alarmado se arrepintió de haber formulado aquella pregunta, pero tenía que saber. Baco abrió la boca pero no dijo nada, acomodando sus ideas para hablar con cuidado. Se notaba que se esforzaba por mantener la compostura.

- ¿Qué has dicho? ¿Por qué habrías de haber sido mordida?

Iba a comenzar a contarle, cuando recordó algo sumamente importante.

- ¿Dónde está Simón? ¿Se encuentra bien? ¿Ha despertado? – balbuceó torpemente.

- Tranquila, Simón se encuentra bien. Despertó ayer unas horas después de que te desmayaste, solo tiene una leve contusión pero se curará muy pronto. Sin embargo, no recuerda casi nada.

- ¿Nada?

- Sabe que tú y él salieron en la madrugada, a una cabaña, pero no recuerda lo que pasó. Chris ha estado esperando a que despiertes, por eso nos ordenó que nos mantuviéramos alejados de la habitación. Si tú tampoco recuerdas nada, le dará un ataque, y no será bueno. ¿Qué demonios fue lo que pasó?

Respiró hondo y se preparó mentalmente para relatar a Baco toda la noche anterior. Por más estúpida e irresponsable que se sintiera, no valía nada ocultar la verdad, el daño ya estaba hecho.

- Hace algunas semanas, Simón y yo seguimos a Nick una noche por el bosque. Él actuaba muy extraño y yo... quería saber la razón. Descubrimos que se alejaba algunos kilómetros, hasta llegar a una vieja cabaña, pero no entramos en ella. – miró en otra dirección para evitar la mirada de Baco – Después de aquella noche no podía dejar de pensar en esa cabaña, y lo que Nick escondía en ella, deseaba saberlo, por imprudente que esto fuera. Tarde mucho, pero al final logré convencer a Simón para que me llevara de vuelta a la cabaña. Nos escabullimos en la madrugada, mientras ustedes dormían, y fuimos hasta allá. – Frunció el ceño mientras recopilaba los hechos que acontecieron después de eso – Entramos en ella, y todo estaba oscuro, lucía desprovista de vida, a excepción de unas hogazas de pan y botellas de agua esparcidas por las mesas. No entendíamos nada, por lo que Simón me ordenó que nos marcháramos, en eso, escuché un fuerte golpe, y Simón se desplomó en el suelo a mi lado. Caí presa del pánico, intente despertarlo, lo juro, pero no sabía qué hacer, él... él no se movía, y yo... yo... - comenzó a hablar entrecortadamente a causa de los sollozos incontrolables.

12 CHICOS LOBOS ©Where stories live. Discover now