CAPÍTULO 7

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Su mirada irradió peligrosidad, me hizo estremecerme entera. Su agarre era fuerte, me estaba impacientando.

— Edward, suéltame —. Muevo mi brazo en intento de zafarme pero sin éxito.

Se acercó a mi aún sujetándome, yo comencé a retroceder según el avanzaba. Mi espalda acabó chocando contra la puerta del baño, y ahí él me acorraló.

— Quisiera que no vuelvas a escapar así de mi —. Me agarra de las muñecas.

— No he escapado de ti —. Quise mantenerme firme y no mostrarme débil. Rió tras mi comentario asintiendo con la cabeza.

— Claro, lo que digas —. Noté cierto sarcasmo en su tono.

— Simplemente creo que esto no funcionará, no creo poder darte alguna lección —. Hablé decidida.

— ¿Qué? —. Frunció el ceño y torció la mandíbula ante mi comentario.

— No y ya, Edward —. Aproveché su medio estado de shock para zafarme y salir rápidamente.

Tuve la suerte de que no había testigos cerca para verme salir del baño de chicos, eso me aliviaba. Ya era tarde, por lo que podía ser posible que estuviera llegando tarde a alguna clase ¡y eso no me lo podía permitir! Gracias, maldito Edward.

(...)

— Camila Sheeran, a la oficina de la directora, ahora —. Oía aquella bocina decir mi nombre, me estremecí preguntándome qué sería ahora.

Me dirigí allá como ordenaron, toqué la puerta con temblores, sentir la áspera voz de la directora me revolvió el estómago.

Abrí la puerta volviéndome a encontrar con aquella cara arrugada y malhumorada, la cual daba más mala espina que nunca.

— Siéntese señorita Sheeran, hablemos —. Cruzaba los dedos bajo la barbilla, de repente tuve un deja vú.

— He recibido quejas por parte de un alumno —. Me tenso.

— Cierto alumno que yo le encomendé señorita, pensaba que podía confiar en usted —. Mueve la cabeza con decepción.

Espera, ¿qué? no puede ser...

— Se que Edward Walker puede ser un caso difícil, pero al escuchar su queja me he dado cuenta de que ha cambiado, y que quiere intentar mejorar con su ayuda, la cual le ha negado —. Me mira con molestia.

— No puede comprometerse con algo tan serio y luego dejarlo como si nada señorita —. Tamborileaba sus dedos sobre el escritorio, aquel sonido de sus uñas contra la madera en el total silencio era torturador.

¿Qué? No lo puedo creer, no puedo creer que ese maldito se atreviera a darle quejas de mi a la directora. ¡Sinceramente lo odio!

— Si me vuelvo a enterar de que no está cumpliendo con su deber, tendré que tomar ciertas medidas que no quisiera, señorita, ¿entendido? —. Levantó una ceja mirándome con sospecha.

A pesar de que estaba a punto de estallar en rabia por dentro, pude calmar mis palabras para hablar.

— Claro directora, no volverá a pasar —. Forcé una sonrisa. Apretaba mis puños bajo la mesa, ya tenía los nudillos blancos.

¿Edward cambiar? patrañas, ha dado todo un discurso a su favor ¿Y que yo le negué mi ayuda? ¡al contrario! ¡es él el que no se deja ayudar! Cada vez que nos encontramos él...

Mis mejillas se comenzaron a encender de nuevo, pero no por la rabia, sino por los recuerdos de lo que pasó hace unas simples horas, ¡esto estaba llegando demasiado lejos!

Las manos de Edward ya casi habían recorrido cada rincón de mi cuerpo. Era el único chico que me había tocado en toda mi vida, quien me excita, con quien tuve mi primer orgasmo...

Reiterar todo aquello solo me hacía avergonzarme más y recordarme lo bajo que había caído. Me froté las sienes pensado en que hacer a partir de ahora con esta situación.

(...)

Me encontraba recostada a la pared zapateando desesperada. Observaba a los equipos de fútbol preguntándome qué hacía allí, ni siquiera me gustaba el fútbol.

Sin embargo no quería ser reprendida de nuevo por la maldita directora, por lo que debía esperar al demonio de Edward.

Observaba como jugaba, tan animado y dedicado, ojalá el empeño que le ponía al juego se lo pusiera a los estudios, así sería más fácil.

Suspiraba irritada, miraba mi reloj. Por culpa de Edward estaba retrasando mis deberes en el consejo. Y como si mi mente los llamara, veo a la tesorera, Olivia, acercarse a mi.

— Camila, me preguntaba porque no habías llegado a la reunión, te estábamos esperando —. Decía en tono de preocupación.

— ¿Reunión? —. Me quedo perpleja.

— Si ¿No recuerdas? La convocaste con el fin de plantear las ideas para el proyecto, osea, la feria anual del instituto, que es la próxima semana —. Me paralizé con sus palabras.

Me llevé las manos a la cabeza con frustración. Había olvidado todo por completo.

— ¡Uy lo había olvidado! ¿me perdonan? Iré en unos minutos —. Trataba de mantener la calma.

— Últimamente la noto algo distraída —. Frunce el ceño, yo me alarmo enseguida.

— ¿Eh? ¿En serio? Debe ser el estrés, tener que cargar con tanto trabajo como presidenta —. Me excusé.

Olivia se acerca un poco a mi mirando hacia todos lados.

— Entiendo su distracción, quien no se distraería siendo la tutora de Edward —. Me susurra.

— ¡Eh! ¿Lo sabes? —. Reacciono sorprendida, no recuerdo haber estado divulgando esa noticia, y es mejor que no se haga, para evitar ciertos comentarios...

— He oído alguna que otra cosa. Pero que suerte tiene al poder darle lecciones privadas a Edward Walker ¡que envidia! —. Me horrorizo con su comentario.

Me pregunto si todas las que "fantasean con él" les gusta o ven normal que él las toque de esa manera, sin tener relación alguna...

Y ahí fue cuando mis mejillas respondieron a mi pensamiento. Olivia me miró y sonrió.

— ¡Uy ya veo que a usted le ha ido bien con él Camila! Ups, perdone la indiscreción —. Me quedo estática.

Así que ¿eso aparento? ¡No!

Entonces de repente se oyó al árbitro silbar, significaba que ya había acabado el juego. Me giré observando a Edward y su equipo dispersarse, al encontrarse nuestras miradas, automáticamente se dirigió a mi.

Dios mío ¿Qué haré ahora?

Lecciones privadas (Lecciones I) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora