CAPÍTULO 14

7.4K 280 6
                                    

Edward tira de mi hacia él, quedo encima.

— ¡Oye! ¿Qué haces? —. Le frunzo el ceño mientras muevo mi brazo para zafarme.

— Me has estado haciendo sufrir ¿No crees que debas pagar por ello? —. Esboza levemente una sonrisa maliciosa.

— ¡Eh! ¡Solo han sido simples accidentes! —. Me quejo.

— ¿Simples dices? Por poco debo decir adiós a mi vida sexual —. Hace una mueca de disgusto.

— ¡Ah! ¡No seas exagerado! —. Desvío la mirada despectiva.

Siento su otra mano tibia posarse en mi muslo y subir por debajo de mi falda.

— Edward —. Le agarro la mano.

— ¿Qué? No entiendo porque te avergüenzas, si ya he visto tu interior —. Sonríe, tras esas palabras mi cara se puso completamente roja, ¡debía parecer un tomate!

— ¡Ah, no! —. Me logré zafar de su agarre y levantarme.

— ¡Edward, yo vine aquí para estudiar! Me iré —. Le veo levantarse.

— Ay está bien, al menos probaste cosas nuevas ¿no? —. Me guiña un ojo.

— Eh...bueno debo admitirlo, si, fue algo que no suelo hacer todos los días, me he divertido —. Digo mirando al suelo sonrojada.

— ¡Genial! que bueno oírlo —. Sonríe ampliamente.

Esa sonrisa tan genuina...era la primera sonrisa totalmente pura que observaba en su rostro.

Ambos nos fuimos y entramos a la casa para dar un pequeño descanso. Edward aún seguía quejándose del accidente, claro...

(...)

— Bien ¿A dónde vamos? —. Pregunto tomando mi mochila.

— A mi habitación —. Sus palabras me dejan desconcertada.

— ¿Qué? —. Digo con nervios.

— ¿Mmm? Vamos, allá arriba tengo una amplia y cómoda mesa, más el estante de mis libros —. Hablaba con total normalidad.

¿Ir a la habitación de Edward? ¿No es demasiado ya? ¿En serio? ¿Debería confiar? ¡No debería ir sola a la habitación de un chico, no!

— Ven —. Me hace señas para que le siga.

Trago gruesamente y le sigo, con el pensamiento de que hay criados a los que pedirle ayuda, en cualquier caso.

Me paro frente a unas blancas y brillantes escaleras. Edward subía con agilidad, claro, está adaptado a ello, yo no.

Mordiéndome los labios subo el primer escalón casi temblando, y así sucesivamente agarrándome de las barandas.

— ¡Presidenta! ¿Le teme a las escaleras? —. Decía Edward desde arriba con una risita.

— ¡No es gracioso! ¡Tú estás adaptado a esto, yo no! —. Le grité avergonzada.

Entre rezar por no caerme y preguntarme cuando acabaría, llego sana y salva. Edward me aplaude.

— ¡Lo has logrado! Ja ja —. Reía.

Rechino los dientes aguantando el impulso de golpearle. Me lleva por un pasillo hasta el frente de una gran puerta de madera, con el nombre «Edward» grabado en letras doradas.

Me pregunto si los criados desde tan lejos me oirán pedir ayuda...

Cuando abre me quedo fascinada, la habitación era casi del tamaño de mi casa...

Lecciones privadas (Lecciones I) [+18]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora