CAPÍTULO 11

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Cerré los ojos al ver su rostro acercarse. ¿Me iba a besar? ¡Por dios que incertidumbre! ¡esto me está matando antes de que haga cualquier cosa!

Entonces de repente siento que sus dientes muerden mi labio inferior y tiran de él dolorosamente.

— ¡Auch! —. Me quejé.

Le observé relamerse, ahí me di cuenta que sangraba.

— ¿Cómo te atreves? ¡Eres peor que un demonio! —. Hago intento de soltarme, pero obviamente su agarre era demasiado fuerte.

— Aquí el que más ha sufrido soy yo —. Hizo un puchero.

— ¡Esto no es comparación! —. Fruncí el ceño, inesperadamente él rió.

— Ay presidenta, ¿sabes? me has dado que pensar últimamente —. Vuelve a acercar su rostro.

¿Eh? ¿A qué se refiere con eso?

Nos miramos fijamente a los ojos.

— Estamos solos —. Curva sus labios.

Tras esas palabras mis mejillas se calentaron automáticamente y los engranajes de mi cabeza comenzaron a moverse rápidamente.

Cuando me eché hacia atrás fue tanto el impulso que caí, Edward soltó mis manos y mi espalda chocó con el suelo.

— ¡Ay! ¡Mierda! ¿Por qué me sueltas cuando no tenías que hacerlo? —. Me frotaba la cabeza.

— Querías alejarte de mi, te dejé —. Se cruza los brazos y me sonríe maliciosamente.

Le fulmino con la mirada, y antes de que viniera para ayudarme a levantar, reuniendo mis fuerzas me levanté rápidamente y cogí mis cosas.

— ¡Adiós! —. Salí corriendo de allí.

Doblé la esquina del instituto como flash, ya estaba oscureciendo, por lo que debía apurarme en llegar a casa.

Mierda ¿Qué estoy haciendo con mi vida?

(...)

Entraba por las puertas del instituto, por primera vez con desánimo. Me sentía cansada, tenía falta de sueño.

— Hola hola... ¡Por dios! —. Brenda se detuvo frente a mi con expresión de shock.

— ¿Qué ha pasado contigo? ¡Pareces un zombi! ¿Y esas ojeras? ¿te quedaste estudiando hasta tarde? —. Preguntaba con propensión.

No...más bien no pude dormir pensado en mi compleja situación con Edward...y más tarde me acordé de que tenía tarea y con sueño me tuve que levantar a hacerla...

— No, nada, solo que no dormí muy bien —. Fuerzo una sonrisa.

— ¿Qué? ¡Pero si siempre duermes liviana como un bebé por esa conciencia pura y limpia! —. Protesta.

Pues mi conciencia ahora está más sucia y cargada que antes...

Nos sorprende el timbre interrumpiendo nuestra charla. Había llegado junto con el timbre, eso jamás me sucedió.

(...)

— Tiene un nueve en su tarea, señorita Sheeran —. Me decía la profesora.

Bien, un nueve, bastante bien para haber hecho la tarea sin deseos y con extremado sueño. Pero no es perfecto.

No cogía un nueve desde antes de ser la presidenta, ¡por lo que la presidenta no se puede permitir un nueve! ¡esto jamás volverá a suceder!

Me levanté del asiento aborreciendo un nueve en mi expediente. Sin pensar caminaba a mi casillero mecánicamente sin mirar a los lados.

— ¡Presidenta! —. Escuché una voz enérgica a mi lado.

Di un salto en el lugar. Del susto se me cayeron algunos libros. Suspiré de indignación.

— Dios... ¿Qué quieres? —. Pregunté sin mirar.

— Quería mostrarte mi primer diez gracias a ti —. Sonrió poniéndome un papel frente a la cara.

Un diez, un diez, un diez... ¿Edward un diez...y yo un nueve?

— Genial...para ti —. Hablo entre dientes.

Edward bajó el papel lentamente y me miró con sospecha. Luego esbozó lentamente una sonrisa.

— Nos vemos en la biblioteca —. Dijo dándose la vuelta.

Tras eso mi cara se volvió roja y mis pensamientos volaron simultáneamente.

— ¿Eh? ¡Eh, no, espera! —. Me giro para alcanzarle, el gira su cabeza con la misma sonrisa.

— No te preocupes, estudiaremos —. Dice y vuelve a girarse.

Me quedé estática sin saber que pensar. No confiaba mucho en sus palabras, ¿por qué el diría eso?

Suspiré resignada, para volver a mis clases.

(...)

Edward y yo nos volvimos a encontrar en la biblioteca, y sorprendentemente así fue diariamente. Noté que había más interés en él que antes.

Volví a relajar mi mente y seguir sacando mis adorados diez, Edward también estaba saliendo mejor de lo esperado.

En un momento, cuando volvimos a quedar en la biblioteca, hizo una propuesta que me dejó bastante perpleja...

— Oye, ¿acaso pensabas cambiar la X por este número? ja ja, como todo principiante —. Me reía de sus intentos, él me miró con indignación.

— ¿Disfrutas burlarte de mi? —. Saca los dientes.

— Ja ja, lo siento —. Me contengo.

Veo a Edward inclinarse sobre la mesa, se apoya en un brazo y me mira. Enseguida empiezo a sentirme avergonzada por su mirada.

— Eh, ya dejé de burlarme, puedes estar tranquilo —. Intentaba desviar mis pensamientos.

— Quería decirte, ¿vendrías a mi casa mañana? —. Pregunta tranquilamente.

¿Qué? ¿mañana? ¿A SU CASA?

Lecciones privadas (Lecciones I) [+18]Where stories live. Discover now