CAPÍTULO 12

7.1K 254 6
                                    

Los engranajes de mi cabeza estaban a punto de quemarse en el intento de procesar aquellas simples palabras. ¿Por qué quería que fuera a su casa?

— Eh...Po-po-por —. Tartamudeo en intento de preguntar.

— Mañana tengo algo que hacer antes, por lo que no podría venir a tiempo a la biblioteca, y se que te vas a molestar si te quedas esperando —. Me mira con ojos entrecerrados.

— Ajá pero...¿Por qué quieres que vaya? —. Seguía propensa.

— Podrías esperarme allí, además, para no ser tan monótonos, tengo un par de ideas para divertirnos —. Sonríe.

— Eh... espera no, no, no, no Edward —. Negué rotundamente mientras mi mente avanzaba en diversos pensamientos.

— Eh, oye no me malinterpretes, ¿no recuerdas que te dije que te ayudaría a divertirte? ¡Vamos, no todo puede ser estudiar! —. Hacía una mueca de angustia.

— Edward —. Me sentía incómoda e insegura.

— ¡De verdad! Vamos presidenta, me siento tan a gusto contigo, no me quisiera perder una lección suya —. Sonríe.

Ahora me convenció menos...

Antes ni quería, ¿cambió tan rápido...?

— ¡Está listo! te doy mi dirección —. De repente coge su celular y comienza a andar en él.

¿Por qué tiene tanto empeño en que vaya a su casa?

Enseguida escucho el sonido de una notificación en mi teléfono, cuando veo, es un mensaje de Edward con la dirección de su casa.

— ¡Eh! Esto está muy lejos de aquí, sería difícil para mí ir —. Dije como justificación y también con cierta sorpresa, ¿en serio recorre un tramo tan largo todos los días?

— Puedo pedir que te recojan —. Sonríe con malicia.

Me quedé petrificada ante su insistencia, ¿No tengo otra opción?

— ¿Eh...? ¡No, no! No...no deberías molestarte —. Intentaba excusar.

— ¡No es ninguna molestia! Mañana a esta misma hora le diré a mi chófer que te recoja —. Habla satisfecho.

— ¿Tu chófer? —. Digo sorprendida, aunque claro ¿cómo vendría desde tan lejos todos los días si no fuera en un auto propio? Es rico, meh.

— No debería ir —. Acabé diciendo.

— Bien, ya todo listo, entonces ¿dónde te recogería? —. Seguía sin atenderme, ¿No me escucha o se hace el tonto?

— ¡Espera! ¿acaso no tengo opinión? —. Digo con molestia por ser ignorada.

— Ya es un hecho —. Me mira serio.

Fruncí el ceño odiando su terquedad. Ya estaba decidido. Supuse que no perdería nada con ir...¿Verdad?

Además, tenía cierta curiosidad por ver la casa de Edward...¿Cómo será? Es rico, pues no debe estar tan mal.

— Pero solo estudiaremos —. Dije firmemente.

— Claro, una pequeña parte —. Sonrió.

— Edward, no pienso ir —. Le fulmino con la mirada.

— Ay si, ya, está bien, estudiar —. Rueda los ojos.

— Que conste —. Impongo.

— Consta —. Suspira.

Y bien ¿Y ahora que me esperaba? Aún no estaba segura de ir, no quería, pues Edward se estaba comportando muy sospechoso. Pero me daba más pena dejar plantado al chófer que a Edward.

Y así, me mantuve en esa incertidumbre hasta el otro día.

(...)

Me encontraba en la parada de autobuses cerca del instituto. Decidí no ir a cambiarme a casa e ir en mi uniforme, me sentiría más cómoda, además de que lo sabría que ropa podría ponerme para aquella ocasión...

Había llegado unos minutos antes de lo acordado, Edward no supe en que momento se fue, pero si temprano. "Eso" que tenía que hacer si que me daba gran curiosidad.

De repente, sin antes haberme dado cuenta, un gran auto negro y reluciente parquea frente a mi. Le observo, espera ¿este es...? ¿yo me subiré ahí...? ¿Eh...?

Me había quedado helada. Vi a un hombre esbelto y de traje bajarse y dirigirse a mi.

— Usted es la señorita presidenta ¿No? —. Pregunta en un tono algo frío y distante, muy profesional.

¿Señorita presidenta...? ¡Eso es cosa de Edward! ¿Acaso no recuerda mi nombre?

— Eh...si —. Respondo con un suspiro de inseguridad.

— El señorito Walker me ha ordenando que la lleve a la residencia. Puede subir al auto —. Me abre la puerta como todo un caballero.

Dios, justo ahora me siento más importante que nunca, ¡jamás había montando un auto así, y menos con un chofer privado! Bueno, mirando el lado positivo, puedo disfrutar de esta pequeña, nueva y única experiencia...

Sonreí ligeramente, le di las gracias y entré con cuidado en el auto. Dentro, los asientos eran bastantes suaves, y enseguida un exquisito aroma dulce inundó mi nariz, ¡delicioso! Aquel auto parecía acabado de comprar ¡totalmente nuevo!

Después de eso, se puso en marcha. Recorría la carretera tan ligeramente que era como estar sobre una nube.

Pasó tan rápido en tiempo que no me di cuenta de cuando nos detuvimos.

— Oh ¿Ya hemos llegado? —. Pregunté.

— Si, solo estoy esperando a que abran las puertas —. Respondió aún con la vista al frente.

— ¿Abrir las puertas...? —. Me quedé perpleja.

Entonces ahí fue cuando se me ocurrió asomarme por la ventanilla y observar boquiabierta las grandes puertas de barrotes blancos que se abrían lentamente frente a nosotros.

Cuando volvimos a ponernos en marcha, divisé el camino de adoquines por el que íbamos, y a los lados adornados por medianos arbustos recién podados.

Observo la casa, y me atrevo a decir que nunca había visto una tan grande con mis propios ojos. No era un castillo, pero si básicamente una mansión. Los altos muros blancos rodeaban la casa, las flores al frente le daban un aspecto acogedor y tierno.

— Ya hemos llegado señorita —. Me abre la puerta del auto.

— Muchas gracias —. Bajo cuidadosamente.

Miro hacia todos lados sintiéndome fuera de lugar. ¿Qué hacía allí?

Lecciones privadas (Lecciones I) [+18]Where stories live. Discover now