CAPÍTULO 10

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El corazón me dió un salto en el pecho. Enseguida me puse de los nervios. Mi cara estaba roja viendo como acercaba más su rostro a mi parte íntima.

— ¡Edward! ¡Ni se te ocurra hacer un movimiento más! —. Ojalá poderle decir que me respete, pero ya es muy tarde.

— ¿Mmm? ¿Segura? pero si estás muriendo de deseo por mi —. Me guiña un ojo.

Me muerdo los labios sonrojada sin saber que hacer, ¡jamás nadie me ha hecho...eso! ¡sinceramente tengo miedo!

— Edward, piensa, estamos...en la biblioteca —. Y qué, fue capaz de tocarme en plena cafetería pública, ¿qué más da una tranquila biblioteca?

¡Pensamientos negativos, a un lado!

— Sabes que eso no me importa —. Sonríe con malicia.

— ¡Por dios! ¿No tienes ni la más mínima vergüenza? —. Intentaba controlar mi exaltación.

Se quedó pensativo por un momento, tenía esperanzas en que pudiera reflexionar, su desfachatez no podía ser tan grande.

— Nop —. Vuelve a sonreír, me quedo petrificada.

— Cuando quiero algo, lo consigo —. Se volvía a relamer los labios, esa acción me enardecía.

¡Le odio, sin vergüenza engreído que me vuelve loca!

Me estaban dando mareos, inesperadamente sentir los labios de Edward por encima de mis bragas hizo que se me erizara la piel. Aún no había hecho nada y ya me faltaba el aire.

Mi lado curioso deseaba aquello, pero mi lado más cuerdo no estaba listo...

Sin embargo no le detuve, había una constante guerra en mi mente, que de inmediato fue nublada por sus acciones. Sentía su respiración a través de la tela, la cual fue retirada lentamente por sus dientes.

Después de que me bajara las bragas con su mismísima boca, un calambre me recorrió por todo el cuerpo al sentir su lengua hacer contacto con mi vagina. Enseguida abro más mis piernas.

Me estaba muriendo de vergüenza, lo cual era algo bastante estúpido de mi parte reflexionando en la situación que me encontraba.

Temblaba sintiendo como comenzaba a lamerme lentamente. A parte de sus dedos, su lengua también era fantástica. Jamás hubiese imaginado que aquello se sintiera tan bien. Diversas sensaciones de placer me recorrían mientras su lengua iba moviéndose de arriba a abajo.

Inesperadamente siento como se adentra más en mi reanudando la acción con más celeridad. Uso mis manos para tapar mis incontrolables gemidos de placer. Sentía como su lengua recorría mi interior de lado a lado con movimientos más fuertes. Sentía como acariciaba mi clítoris, y juega unos minutos haciéndome retorcerme en el asiento.

Me aferraba con fuerza a la silla mordiéndome los labios, y de repente me agarra de las caderas apretando más su boca contra mi húmeda vagina. Esta vez me aferré del mantel de la mesa, con cuidado de no tumbarlo.

¡Me estaba devorando ahí abajo completamente! El sudor comenzaba a recorrer por mi cuerpo, los espasmos de placer no cesaban mientras intensificaba las lamidas.

— ¿Señorita? Es tarde, la biblioteca cerrará —. Aquella voz me paralizó, a Edward también porque enseguida dejé de sentirle.

Mi pecho subía y bajaba agitado por los nervios, antes la excitación, y ahora el miedo. Llevé las manos a mi rostro limpiándome el sudor.

— Ya todos se han ido, queda usted —. La bibliotecaria me miraba con seriedad.

— Ah, ya —. Ahí fue cuando me di cuenta que era cierto, estábamos solos ¡Y yo que me había olvidado de mi alrededor!

Lecciones privadas (Lecciones I) [+18]Where stories live. Discover now