Dear Lucien

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Simon y Taylor estaban a solas en una de las partes más alejadas del parque, pues Taylor no quería regresar con el resto de la gente cuando su primo seguía con sus emociones a flor de piel.

La rubia tenía las manos de Simon entre las suyas y las acariciaba suavemente para tranquilizarlo, pero nada parecía funcionar.

—Es un idiota. — dijo Simon.

—Así es, pero iniciar un escándalo frente a todos los hubiera perjudicado más.

—Ya lo sé.

Taylor lo miró por unos segundos, pero su primo parecía no notarlo.

—¿Por qué lo golpeaste?

—Estaba cuestionando el honor de la señorita Daphne.

Taylor miró a su primo con las cejas alzadas esperando a que él siguiera hablando, pero Simon parecía perdido en un punto fijo y distante del parque.

—¿Sólo por eso?

Simon se quedó en silencio por un momento, su mente reproducía sin parar todas las palabras que Nigel había dicho en su encuentro la noche anterior, lo que había dicho de él y de su madre, la rabia que lo había apoderado, estaba seguro que si su tía Emma siguiera con vida no hubiera aceptado jamás ese comportamiento, pues ella y Lady Danbury se habían encargado de educarlo como un duque correcto y elegante, su tía Emma lo había amado como se ama a un hijo y no hubiera querido que Simon se metiera en peleas callejeras por la mención de su padre.

Suspiró derrotado y bajó la mirada apartando sus manos de las de su prima.

—También mencionó al bastardo de mi padre.

Taylor no pudo responder nada ante aquel motivo, jamás le pediría a su primo que se mantuviera sereno, porque la mención de su padre siempre había sido un tema delicado para Simon y de alguna forma Taylor estaba segura que ella reaccionaría igual si se encontrara en la misma situación.

—Espero que haya aprendido a no abrir la boca para decir idioteces. — declaró Taylor.

Simon la miró extrañado, pero Taylor tenía aquella mirada seria e imposible de interpretar.

—¿Qué?

—Que espero que haya aprendido a mantener la boca cerrada. Nadie se mete con nuestra familia.

Simon le sonrió y tomó sus manos apretándolas suavemente.

—Somos exactamente iguales.

Taylor le devolvió el gesto.

—Quiero ayudarla, Tay. Pero no sé cómo. — dijo Simon después de unos segundos en silencio.

Taylor suavizó su mirada y volvió a acariciar las manos de su primo.

—Ya encontraremos alguna manera.

[...]

Habían pasado 3 días desde el incidente del parque, aunque el escándalo no llegó a oídos de Lady Whistledown, el matrimonio de Daphne con Lord Berbrooke seguía siendo inevitable, Taylor había estado pensando en la solución para aquel problema sin tener mucho éxito, además seguía sintiéndose miserable por la carta que había recibido de Lucien.

Su querido Lucien ¿Cómo pudo jugarle una broma tan pesada como esa? ¿De dónde había tenido el valor para terminar todo de esa manera? Ella que siempre lo había defendido de Lily, que lo había amado a pesar de la diferencia social, que había compartido con él sus secretos y sus miedos, ella que tanto lo amaba.

La rabia había llegado un par de días después de recibir la carta, había escrito una respuesta bastante insultante y grosera donde había dejado que su herida hablara por ella, pero fue incapaz de enviarla, en su lugar sacó una partitura y comenzó su siguiente sinfonía, en la que relataba todo lo que había aprendido gracias a él, todo el amor que sintió, la confusión y el miedo que inundó los primeros momentos de su relación para después elevarlo a algo más apasionado y lleno de adrenalina que culminaba en ira y dolor, y a pesar de que aquella melodía se sentía incompleta y caótica, le había ayudado a entender y drenar sus sentimientos, al menos lo suficiente para bajar a cenar con su familia aquella noche.

Enchanted | Benedict Bridgerton |Where stories live. Discover now