Ready to call this love

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Taylor sentía que se encontraba en un sueño, uno hermoso del cual no quería despertar nunca, Benedict la besaba como nunca lo había hecho, tan lleno de esperanza, la abrazaba sin miedo a que los separaran otra vez y por fin tenía un anillo en su dedo, aunque la joya no le importaba, lo único importante era él y el futuro que les esperaba; seguramente su padre estaría brincando de felicidad, su abuela la regañaría en cuanto se enterara, pero a Taylor no le importaba, ella ya había dicho que sí, había aceptado ser solamente de Benedict... No, Benedict no había sido el único hombre en su vida y él merecía saberlo.

—Benedict... — dijo separándose de él con lentitud.

—¿Qué ocurre, amor mío? — preguntó sonriendo.

Taylor sintió ganas de besarlo nuevamente solamente por escucharlo llamarla "amor mío" pero se obligó a dejarlo pasar, si Benedict aún quería casarse con ella después de lo que le diría, entonces tendría el resto de su vida para escucharlo llamarla así.

—Necesito decirte algo y después de que me escuches tal vez cambies de opción respecto a nuestro compromiso.

Taylor bajó la mirada, pero Benedict la tomó con delicadeza del rostro para que lo mirara, tenía el ceño fruncido y un rayo de preocupación apareció en su rostro.

—¿Qué ocurre? — preguntó preocupado.

—No eres el único hombre en mi vida. — susurró.

—¿Cómo dices? — dijo lleno de miedo.

Entonces Taylor comenzó a hablar, le dijo que todo había empezado con una inocente flor y un cumplido que la hizo sonrojar, después se había transformado en una amistad y poco a poco Lucien logró convencerla de que todo lo había provocado ella, que ese beso en su cumpleaños era lo que ella quería, que la mano sobre su vestido era una sensación que le agradaba, que todo era hecho desde un lugar de amor y que el mundo estaba en su contra, así que lo mejor era mantenerlo sólo entre ellos dos.

Se tomó sus pausas para respirar y regular sus sentimientos, hablaba sobre cómo lo había ocultado de su familia, la manera en la que ese hombre la hacía sentir mayor cuando sólo tenía 19 años; le dijo que creía que había sido un milagro jamás haber quedado embarazada, le dijo la manera en la que aquel hombre enviaba cartas diciéndole que no le gustaría que conociera a alguien más y finalmente como se liberó de aquella carga que la estaba ahogando aunque ya estuviera fuera del agua.

—Los criados decían que era ingenua. — dijo limpiándose una lágrima. — No era ingenua, era una niña.

—Mi amor... — susurró Benedict limpiando las lágrimas que le caían a Taylor por el rostro.

—Y odiaba sentirme así, como una niña indefensa y patética... lo odiaba tanto.

Benedict se acercó a su rostro y le besó la mejilla con delicadeza, Taylor cerró los ojos y dejó que aquella sensación le llenara el cuerpo. Benedict la abrazó sabiendo que un beso era lo último que Taylor necesitaba; la sostuvo entre sus brazos y acariciaba su espalda con delicadeza.

—¿Qué se suponía que podías hacer? — preguntó acariciando su mejilla con la mano que tenía libre. — Un hombre mayor se aprovechó de tu inocencia y eso jamás será culpa tuya.

—¿Tienes idea de lo que eso significa? — preguntó con desesperación. — Benedict, no serás el primer hombre con el que haya estado.

—Con ser el último me basta. — dijo besándola suavemente. — Tu pasado no te define y nada de lo que me has dicho me hará cambiar mi opinión respecto a ti.

—¿Aún quieres casarte conmigo?

—Jamás lo dudé.

Taylor tenía que ser la mujer más afortunada del mundo, no sólo había encontrado el amor verdadero, sino también a un hombre que la entendía y no la juzgaba por sus errores, así que se lanzó a sus brazos y lo besó con todas las fuerzas que tenía, Benedict le correspondió al instante abrazándola por la cintura, permitiéndole que ella le enredara los dedos en el cabello y lo desordenara; Benedict tenía que ser un hombre de voluntad muy fuerte, porque en verdad deseaba a Taylor, podía tenerla ahí mismo, entre sus pinceles y sus lienzos, pero no lo haría, no después de lo que ella acababa de contarle, así que la tomó del rostro y la besó suavemente hasta que se separaron, la miró a los ojos y le sonrió como solía hacerlo.

Enchanted | Benedict Bridgerton |Where stories live. Discover now