Capítulo 12 · Sonrisa

6.3K 627 124
                                    

Sterling

―¿Cómo lo haces para tener tiempo con Jane cuando está contigo? Entrenáis mucho... ―comentó Jade mientras escurría los macarrones.

―Los días de cada día, por suerte, va a la escuela de 8:45 a 15:00. Yo la llevo cada mañana, voy al campus a desayunar a las nueve en punto y cuando acabamos comenzamos el entrenamiento. Ella almuerza allí a las 12:00, yo a las 13:00 con los compañeros. A las 15:00 la voy a buscar, porque tenemos descanso hasta a y cuarto, y dejo que elija entre quedarse en el estadio con otros de los hijos de mis compañeros o ir a casa de mis padres. Yo acabo después de una hora u hora y media, y me voy a casa con ella.

―Oh, entonces lo tienes bien montado.

―Sí, la verdad es que me lo he compaginado bien.

―¿Y por las tardes qué hacéis?

―Depende. Como suele hacer sus deberes en el estadio o en casa de mi madre, solemos hacer cualquier plan juntos que le apetezca. Los martes y los jueves tiene entrenamiento de fútbol, así que yo aprovecho para subir al gimnasio y entrenar más.

―No está mal. ¿Sueles ir a sus partidos?

―Siempre que puedo. Como juega por la mañana temprano, puedo permitírmelo. A no ser que no juegue en casa, como el fin de semana que viene, que jugamos en Newcastle. Por cierto, ¿vendrás?

―Sí, allí estaré. ―Sonrió un poco.

―Es decir, que estarás en todos los partidos ―afirmé.

―En efecto. También vendré a Barcelona el martes. El próximo, no este.

―Oh...

―Sí, oh. ―Rio―. Me hicieron elegir entre el United y el City. Elegí el City porque ha sido mi equipo desde siempre, y porque el compañero que tendría para el United me cae mal.

Sonreí.

Acabamos de hacer la comida juntos y me pude dar cuenta de una cosa: no dejaba de mirarme. Yo también solía mirarla mucho, porque era bellísima y era imposible no mirarla. Sin embargo, en ella no era tan normal.

Sospechaba que era por haber tenido en cuenta que era celíaca. O, bueno, por haber comprado alimentos sin gluten a pesar de no tener planeado que viniera a mi casa. Pero nunca se sabía...

Pusimos la mesa justo cuando Jane salió de su habitación. La mandé a por los platos y ella fue sin quejarse.

―Tienes una hija muy inteligente, Sterling ―me susurró Jade. Yo la miré y vi que la miraba―. Y preciosa. Os parecéis mucho.

―Gracias por la parte que me toca.

Me guiñó sutilmente el ojo y no pude evitar sonreír.

Jane y Jade habían congeniado muy bien. Lo supe en el momento en que Jane vino a mí pidiéndome hacer pasteles con Jade. Si es cierto que mi hija era muy dicharachera y hablaba con todo el mundo, pero de ahí a hacer planes, había un gran paso. Y lo había dado con Jade. Me daba miedo que se encariñara mucho con ella, pero a la vez estaba tranquilo porque sabía que, cuando "cortáramos", Jade y yo seríamos buenos amigos.

―Si sois novios, eso significa que vivís juntos, ¿no? ¿Por qué tienes otra casa, Jade?

―No vivimos juntos, cielo. La gente se va a vivir junta cuando llevan mucho tiempo conociéndose ―expliqué.

―¿Y vosotros no os conocéis desde hace mucho?

―No lo suficiente.

―Ah, entiendo. Y... ―Me miró a mí― ¿podré hacer cosas con Jade cuando tú estés entrenando?

Fuera de juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora