Capítulo 31 · Londres

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Jade

El cuarteto de oro y yo nos marchamos un par de días de vacaciones a Londres. Lejos de casa, pero no como para tener que tomar un avión. Todos necesitábamos un descanso de nuestras vidas y nos pedimos dos días libres. Ellos fingieron tener que ir a ver a un familiar enfermo, yo tuve que decir la verdad porque, al fin y al cabo, sabía que alguien iba a tomarme fotos y me pillarían.

Lleva tres semanas experimentando mi nueva vida y podía confirmar sin miedo a equivocarme que estaba un poco hecha mierda.

Nos marchamos el domingo y debíamos estar de vuelta el lunes por la tarde. El martes tenía partido de Champions y me sería completamente imposible poder saltármelo. Además, disfrutaba demasiado de esos partidos, no soportaría no estar allí.

―Oye ―me llamó Gohan mientras comíamos en el restaurante del hotel―, ¿en verano debes estar en alguna competición?

―No. Tendré todo junio de vacaciones, ya que la Premier acaba la última semana de mayo, y vuelvo al trabajo en julio. La idea será hacer un especial fichajes y en agosto ya comenzará de nuevo la temporada. ¿Por qué lo preguntas, si todavía queda un año? ―reí.

―Porque el mes que viene voy a tener que indicar qué mes querré hacer vacaciones y así las hago coincidir con las tuyas.

―¿Te he dicho nunca que te quiero?

―No lo suficiente.

Lancé una carcajada y le acaricié la mano que tenía enfrente de mí. Miré a Jaden y George y sonreí ampliamente. Ambos, sincronizados como siempre, rodaron los ojos y asintieron con la cabeza.

―Claro que haremos coincidir las vacaciones con las vuestras ―dijo George con obviedad―. Pero nada de elegir destinos de mierda para irnos de viaje. Yo quiero un pueblucho con playa perdido de la mano de Dios para descansar, por favor.

―Bueno, ya haremos los planes más adelante, que ahora solo nos sirve para deprimirnos porque no tenemos vacaciones hasta dentro de ocho meses.

Aun así, los muy bobos comenzaron a fantasear con nuestras vacaciones de verano. Al final yo también me animé, no me voy a esconder. Me apasionaba hacer planes sin siquiera saber si se iban a cumplir. Sacamos mil y un destinos europeos y americanos, desde España o Italia, a Canadá o Cuba. Yo había ido a Cuba unas cinco o seis veces, por lo que ya lo tenía bastante visto, pero nunca se tenía suficiente.

La mañana siguiente, estaba saliendo de la ducha de mi habitación de hotel cuando me llegó una llamada que no me esperaba para nada del mundo.

―¿Hola?

Ey ―saludó Sterling.

―Hola, Sterling ―murmuré sentándome en la cama.

Hacía un mes que no hablábamos. Miento, dos semanas, porque lo llamé solo para escuchar su voz y colgué. Me debió tomar por loca, o debió pensar que me había equivocado de número.

¿Cómo estás? Hoy... no te he visto en el Especial Leyendas y pensé que a lo mejor había ocurrido algo.

Junté mis labios para no sonreír, pero fue inútil, porque la sonrisa de boba que me salió debió verse desde la otra punta del país. Me tumbé en la cama y sentí mi corazón latir con demasiada fuerza.

―Estoy bien. Me he tomado un par de días libres y me he marchado a Londres con los chicos. Necesitaba un poco de descanso mental.

Oh ―murmuró con alivio.

―Gracias por preocuparte, Sterling.

Joder, más faltaría.

―Tú... ¿cómo estás?

Fuera de juego ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora