XI. ¿Peces daltónicos?

5.6K 616 23
                                    

Evie miró a Luca, suplicante, con la esperanza de que les contara la verdad... Y así lo hizo.

—Lo siento, ¡lo siento tanto! —gritó de pronto—. Yo no quería participar en esto, de verdad. No quería. Y si hablo sé que me matarán, pero es lo menos que puedo hacer por la hija de Daniel —dijo sollozando—. No todo el consejo está metido en esto, pero sí los mismos que sabían lo que estaba haciendo Áznaroz desde el principio. El cabeza de todo es Kameron; no debéis fiaros de él. Nunca.

Luca se sentó y enterró la cara entre las manos.

—¿Ellos sabían que Áznaroz estaba sacrificando solares y no hicieron nada? —preguntó Erik, atónito.

—¿Saberlo? —Luca rio irónicamente—. No solo lo sabían, sino que fueron los causantes de que la mujer de Áznaroz fuera raptada por los seres del Bosque. Ellos no empezaron con las desapariciones, pero cuando entendieron lo que estaba pasando quisieron aprovecharlo.

—¿Para qué? ¿Qué ganan ellos con esto? —Erik estaba empezando a sonar furioso.

—No sé cómo, pero sabían lo que ocurriría una vez que hubieran sacrificado a la suficiente cantidad de solares. Ellos hubieran preferido no tener que matar a nadie, pero no les importaba el precio a pagar con tal de conseguir la «piedra del alma».

Erik e Evie escuchaban cada palabra con atención, sin dar crédito, aunque ante esto último se hizo el silencio.

—Son unos malnacidos —escupió Luca—. No son conscientes de que jamás podrán contra Sheol: nadie pudo hacerlo en el pasado a pesar de que aún vivían las familias descendientes de los Antiguos, y ahora que no están, ¿creen que podrán vencerlo? ¡JAJAJA! ¡Nos matará a todos antes de que puedan conseguir nada!

«Sheol... ¡Ese es el nombre del capítulo que faltaba en aquél libro!»

—Luca, ¿quién es Sheol? —preguntó Evie.

—Habéis oído hablar de él un par de veces desde vuestro viaje al Bosque Sombrío, solo que no sabéis su nombre: Sheol es el creador de demonios... O, como ellos le llaman, su padre —contestó Luca.

Evie se quedó blanca. Ahora entendía por qué faltaba aquél capítulo del libro: los del consejo no querrían que nadie pudiera siquiera imaginarse lo que estaba pasando.

Veía que todo tenía relación: los sacrificios, Sheol y el consejo –o al menos parte de él–. Pero no entendía exactamente cómo ni qué conseguían estos últimos con todo aquello.

—Entonces, ¿pretenden acabar con el Bosque Sombrío al derrotar a Sheol con esa piedra del alma que dices? ¿O qué es lo que quieren con ella?—preguntó Erik, casi como si hubiera leído la mente de Evie.

—Eso ya no lo sé —admitió Luca—. Ellos quieren la piedra. Pero también querían que los sacrificios se realizasen, y eso traería de vuelta al padre de los demonios, así que lo único que se me ocurre es que Sheol la tenga. Pero son meras conjeturas: todo lo que os estoy contando lo he ido averiguando conforme he ido escuchando las conversaciones que tenían con Eról... Y las preguntas que le hacían mientras lo torturaban —explicó con un hilo de voz—. Ellos saben que lo sé, pero dudo que esperen que lo cuente. Al fin y al cabo solo soy un borracho que debe hacer la vista gorda y al que tienen amenazado de muerte.

Evie y Erik se miraron entre ellos, sin saber muy bien qué decir. Además, era demasiada información para digerir en tan poco tiempo.

—Lo único que tengo claro —volvió a hablar Luca al cabo de unos segundos de silencio— es que el regreso de Sheol será lo último que presencie nuestra raza.

Los ojos del BosqueWhere stories live. Discover now