XII. Y ahora, tres.

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—Lía—

—Me debes una —protestó Gael.

—Lo sé —contestó Lía. Al final, había tenido que recurrir a pedirle ayuda a su hermano. Ella evidentemente no podía cargar con los dos estando inconscientes, y puesto que era de noche y luego iban a tener que dormir en el piso de sus padres de Olira, quién mejor que su propio hermano.

Ambos se quedaron mirando el sofá donde habían dejado a Merian y Lairon: los dos estaban completamente K.O. Ni siquiera se habían enterado del viaje, y eso que Gael no había tenido ningún cuidado al llevar al hombro al vigilante. Lía sí había tenido cuidado al llevar a la chica, pero aun así, era increíble que no se hubieran despertado.

—¿Cuánto dices que han bebido? —preguntó Gael levantando una ceja.

—No lo tengo muy claro, pero creo que han acabado con toda la reserva de anís del bar.

Gael se acercó a Lairon, alargó la mano y empujó con un dedo su cabeza; el chico cayó como si fuera un tronco sobre las rodillas de Merian.

—Ya... me cuadra —dijo simplemente Gael.

A Lía le pareció cómica aquella escena: en aquél momento deseó tener un móvil terrenal o una cámara para sacarles una foto. Iba a reírse mucho al enseñársela al día siguiente.

—¿Quieres cenar algo? —preguntó la chica mientras iba hacia la cocina. No creía que hubiera nada más que conservas, pero aun así, se acercó a mirar.

—¿Cenar? —rio Gael— Son las 4 de la mañana. Un poco más y ya desayunamos, ¿no te parece?

—Ya... Pero tengo hambre —dijo ella—. ¿Te apetece comer algo, o no? Voy a abrir algún bote igualmente comas tú o no.

—Vale, pero lo calientas tú —contestó Gael.

Lía le dio una suave colleja juguetona y se puso a calentar un bote de garbanzos: no era lo que más le apetecía en el mundo, pero tenía hambre. Una vez listo, se sentaron en la mesa de la cocina y se pusieron a comer.

—Así que esa chica es una amiga de Evie, ¿no? —preguntó de pronto Gael.

—Sí, su mejor amiga. ¿Por qué? —Lía levantó una ceja, algo intrigada.

—Sin más, curiosidad.

La guardiana lo miró unos instantes pero siguió comiendo sin decir más.

—Dijiste que Evie había vivido toda su vida aquí, ¿eh? Vaya rollo tuvo que ser —Gael habló de nuevo sin venir a cuento.

Lía dejó la cuchara y se puso seria.

—¿Desde cuándo te interesa Evie? —preguntó mosqueada— Dijiste literalmente que «no te importaba una mierda esa loca».

—No... No me interesa. Era por hablar de algo —se excusó él.

Lía sonrió: conocía de sobra a su hermano y sabía que había mentido. Claramente estaba interesado en la chica, pero, ¿cómo? ¿Cuándo había empezado a sentir curiosidad por ella?

—Es guapa, ¿eh? —dijo Lía mientras le ponía ojitos a su hermano. Gael se ruborizó levemente.

—No, no lo es —mintió de nuevo.

—Aham, claro.

Lía se rio suavemente y siguió comiendo; tampoco quería agobiar a su hermano.

Gael terminó primero. Le dio las buenas noches y se fue a su dormitorio dejando a la chica sola en la cocina.

Lía siguió dándole vueltas a lo que acababa de pasar: no había sido gran cosa, pero en cualquier caso, aquello era muy buena señal. De momento no se lo comentaría a Evie, por si acaso. Pero confiaba en que aquello fuese a más.

Los ojos del BosqueWhere stories live. Discover now