XIV. Café y bollitos

5.6K 640 69
                                    

«Venga, duérmete... Vamos... ¿Por qué no te duermes? Veeeenga...» —se ordenaba Evie a sí misma, aunque en vano.

No podía dormir: llevaba horas en la cama dando vueltas. No estaba segura de si le estaba quitando más el sueño el no saber qué había pasado entre Merian, Lía y Lairon, o no estar segura de si lo que había visto en Gael era real o eran imaginaciones suyas. Además, llevaba todo el día con un mal presentimiento en el cuerpo y no tenía ni idea de por qué.

—¿Evie? —llamó una voz en su cabeza de repente— ¿Estás despierta?

—Sí. ¿Eres Erik, verdad? —preguntó Evie reconociendo la voz.

—Sí. Oye, siento molestarte a estas horas... Pero creo que podríamos tener un problema —dijo el chico muy seriamente—. Acabo de volver de mi ronda... Y no está Luca. Me han dicho que no ha aparecido a trabajar hoy. Le estoy llamando pero no lleva el transmisor encima o no contesta... Temo que haya podido pasarle algo.

—Oh, no. ¿Y qué podemos hacer? ¿Vamos a su casa a ver si está bien?

—No; es lo último que debemos hacer. Luca dijo que estaba amenazado de muerte... Si le han hecho algo, lo más probable es que aún la estén vigilando —la chica asintió para sí misma dándose cuenta de que tenía razón.

—Pero, toda esta teoría, ¿no es ir demasiado lejos sin saber realmente qué le ha ocurrido? Puede que simplemente esté enfermo... —dijo ella, aunque no estaba nada convencida. Empezaba a sospechar que el mal presentimiento que le llevaba rondando todo el día tenía algo que ver con todo esto.

—No lo sé, Evie. Pero ya sabemos de qué es capaz esta gente —hizo una breve pausa—. Creo que es mejor que no estés sola. Si por un casual saben algo, ahí estás completamente indefensa.

Evie se incorporó de golpe en la cama al ser consciente de que Erik tenía razón; allí era un blánco fácil. Si le pasaba algo, nadie se enteraría hasta por lo menos el día siguiente.

—Pero no tengo a dónde ir —dijo ella tras unos instantes dándole vueltas: si iba a casa de sus padres o de Merian, podría ponerlos en peligro. Siendo terrenales no tendrían ninguna opción si alguien fuese a por ellos. Y en cuanto a sus amigos solares, casi todos vivían con sus padres y sería muy raro que se plantase de repente en casa de alguien a las 2 de la mañana sin dar explicaciones. Además, tampoco quería involucrarles en algo así cuando ni siquiera habían tenido oportunidad aún de compartir con ellos lo que habían descubierto sobre el Consejo, Sheol y la piedra del alma.

—Puedes venir conmigo —se ofreció Erik—. Puedo imaginar lo que estás pensando y, no, no te preocupes; hace años que me fui de casa. Vivo solo. No pondremos en peligro a nadie más... Pero siempre podremos oponer más resistencia si somos dos —por el tono de su voz, aunque todo estuviera en sus mentes, Evie supo que Erik estaba poniendo su típica sonrisa amable.

No le gustó la idea de que el chico estuviera sonriendo en un momento así, por mucho que lo estuviera haciendo de buena fé. No podía evitar estar incómoda en su presencia a pesar de que no había hecho nunca nada malo, y tampoco le atraía nada la idea de pasar la noche a solas con él... Aunque tras unos segundos meditando sus opciones maldijo en silencio porque sabía que a pesar de todo Erik tenía razón: reducían las posibilidades de que pasara algo si estaban juntos.

—De acuerdo —aceptó ella, aunque nada convencida—. ¿Dónde vives?

—No te preocupes; voy a buscarte yo. No quiero que vengas sola.

—Vale —dijo simplemente Evie. Erik no dijo nada más.

Mientras se vestía y cogía solo lo más necesario para pasar la noche, la chica quiso animarse a sí misma al pensar en lo fuerte que se había vuelto: a pesar de ser una sanadora, la capacidad de quitar vidas con tan solo desearlo le convertían en alguien tremendamente peligroso. Todavía no podía añadir a la lista de éxitos los poderes que había heredado de su familia puesto que aún no los controlaba nada bien, pero esperaba que aun así jugasen a su favor: siempre le habían salvado de los grandes apuros –aunque no por ello debía relajarse–.

Los ojos del BosqueWhere stories live. Discover now