1💀. Entre músicos y muertos

133 7 10
                                    

Mientras ambos esqueletos volvían con los Rivera para despedirse, Héctor noto como Lewis trataba de hacer sonreír a Manolo, diciéndole unas palabras a Imelda.

—Se ven muy cercanos, esos chicos.
—Espero que Manolo tenga buenas amistades, es lo único que me preocupa —replicó Imelda.
—Tranquila se ve que está en buenas manos con Manny, y con ese joven, se ve bastante unidos.
—Ojalá y sea así.
—Tío Héctor ¿Podrías enseñarme a tocar nuevas notas? —mostró Manolo su guitarra.
—Por supuesto mi'jo, a ver déjame voy por mi guitarra —Lewis se sentó para observarlos y viendo como se hablaban preguntó.
—¿Ellos son por parte de tu mamá? Del lado de la familia.
—Si, mi madre es prima de mi tío Héctor, y es cuñada de mi tía Imelda, eso nos hace a mi y Coco primos, llevo también de este lado la música en mi corazón en parte, no los veía mucho, ya que me había mudado con mi padre a San Ángel, en su pueblo natal, que estaba más lejos, pero iba de vez en cuando a verlos tomando un tren.
—¿Y tú muchachito? —se acercó Imelda con una voz de interrogatorio —, ¿Cómo llegaste a Calavera Cafe? Con mi sobrino ¿Cómo se conocieron?. 
—¡Oh! Bueno, verá un día… aparecí de la nada en un bosque y… vi el el farol de Cafe, y entonces entré y pedí trabajo —contestó Lewis nervioso ya que Imelda lo veía con el ceño fruncido.
—¡Tía! Vamos no seas así, es lo que pasó, ¡Lewis es muy bueno! Sabe cocinar muy bien, limpia muy pulcro, ¡y toca el violín! —defendía Manolo a su amigo.
—Nada más preguntó, recuerda cómo terminó tu tío, solo veo por ti mi'jo.
—Si, tía Imelda—reía Manolo y fue a ver a Héctor que lo llamó —, ya regresó Lewis espérame.
—Está bien —quedó solo junto con Mamá Imelda.
—Ya que solo estamos aquí, escúchame muy bien MU-CHA-CHI-TO, Manolo forma parte de esta familia y si le llegas a hacer algo ¡Voy a buscarte y te golpeaste con esta bota! —mostraba una bota gruesa amenazando lo — ¡¿Me entendiste?!.
—Si… si señora —afirmó Lewis nervioso.

Y en cuanto regresaron Manolo y Héctor con sus guitarras y unos libros viejos con partituras empezaron a practicar, la señora Imelda fue por un poco más de comida y aprovechando la distracción, Héctor le dio un poco de tequila a ambos jóvenes y que se lo bebieran de golpe, algo a lo que Lewis no se animó primero, hasta que Manolo lo convenció solo de beber dos vasos de caballitos, y sin querer Héctor les dio un poquito más, unos 6 vasos, pero cuando llegaron los Alebrijes con la carga para llevarlos, se tuvieron que ir rápido, sobre todo Manolo, porque sabía que si Imelda lo encontraba así, iba a usar su bota de tacón para darle una buena y merecida tunda, justo en la estación de tren el efecto empezó a pasarle factura a ambos jóvenes, y cómo podían llegaban a los asientos y logran estar sentados sin hacer escándalo a su alrededor.

—Tu eres mala influencia —decía Lewis con un ligero hipo.
—Pero bien que me seguiste el paso —sonrió Manolo, y en cuanto el tren avanzó por el poco equilibrio y el sangoloteo del transporte Manolo caía en brazos de Lewis —, ¡Oops! Lo siento creo que bebí un poquito más.
—No, no, no hay problema —Lewis reía con un poco de rubor en su cabello de fuego e intentaba acomodar a Manolo a su lado.
—Sabes Lewis.
—¿Qué Manolo? —el torero se acercaba a su cráneo y el trajeado purpúreo se sonrojo cada vez más.
—No te lo he dicho, pero… que bonitos ojos tienes.

Lewis de escucharlo su pelo crispaba más intenso, era un calor cálido, no quemaba, e igual, no sabía que decirle a Manolo, estaba nervioso y cuando iba a decir un "gracias" Manolo se empezaba a cabecear y cayó rendido en su hombro muy pegado a él, algo que Lewis solo dejo pasar, no quería molestarlo mientras dormía y de la sensación o quizás el licor se mantuvo despierto todo el viaje, solo mirando ojeando a Manolo y al frente, un sentimiento atrapante en él, siendo el primero que sentía con alguien así, incluso su relicario latía rápidamente, a lo que sostuvo con un poco de fuerza como si su corazón fuera a salirse de su pecho, se sentía tan extraño, era desconocido esta sensación, "¿Por qué me pasa esto?" Se preguntaba tratando de recordar alguna ocasión en la que le pasó con Viví, pero no halló ningún recuerdo de alguna situación similar, en todas Lewis estaba tan neutral pero mostrando afecto a la peli azul, pero no algo tan pasional como ahora. En la casa de los Rivera, Imelda atrapó infraganti a su esposo con la botella, regañando le por haberle dado alcohol a su sobrino.

—¡Ay Héctor! ¡Es lo primero que digo y mira lo primero que haces!.
—Tranquila solo les di un caballito.
—¡¿No ves que le digo eso por su bien?! No quiero que vuelva a esa etapa de estar tomando en las cantinas y cantando tristemente melodías en su pobre alma y corazón.
—No te preocupes amor —bebió un poco más de tequila —, algo me dice que con ese muchacho ya no habrá canciones tristes de amor.
—Si claro, ¿Por qué? ¿Instinto de músico? —contestó sarcástica.
—Algo así, además, ya ha pasado bastante tiempo, incluso esos joevenes han tratado de contactar con él, estaría bien que se vieran y hablarán sobre viejos tiempos para sanar.
—Aun si esa joven ya hizo su vida… suspiro Imelda —, solo temo como lo tomaría Manolo.
—Bueno, bien dicen que en la muerte no hay solución para los vivos, pero para arreglar las cosas sí, ojalá y Carlos también entendiera eso, él también se está manchando mucho con su orgullo, y no va a tener descanso eterno, si no admite que extraña a su único hijo y no arregla las cosas.
—¡Hombres testarudos!.
—¡Ja! Mira quién habla —Héctor abrazo a Imelda —, tu eres mi bella testaruda.

La pareja solo deseaba que su sobrino fuera por un buen camino, que hallará al fin alguna paz y poder avanzar, aún en muerte.

El amor no desaparece [Lewis Pepper × Manolo Sanchez]Where stories live. Discover now