Capitulo 10

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Terminaba de cambiarse su vestimenta para dirigirse al Palacio Real, sintiendo el cansancio sobre sus hombros y al mismo tiempo el nerviosismo por saber que se iría a encontrar con la Princesa Lauren en aquellos momentos. En parte sabía que la mujer estaba distante con ella, lo notaba cuando pasaban ciertos episodios y Lauren solía tomar distancia de ella, solía ser cuando algo no le parecía, no le agradaba.

Porque si algo conocía bien de la Princesa era lo rápido para enfadarse con motivos fundados y lo radical que era al momento de tomar alguna decisión. Tal como sabía que el beso que compartieron en la noche de la celebración no era factor del enojo de Lauren, o la lejanía que estaba empleando con ella.

Le había encantado aquel beso, la forma que bailaron juntas y el momento que compartieron tan intimo, tan lejos de aquella realidad un estaba a unos metros de aquel salón. De todas formas, no podía permitir ir más allá de aquel impulso que había tenido, siempre se caracterizó por mantener la cordura, la línea, los límites frente a sus ojos cuando de la Princesa se trataba, más en el momento en el cual se encontraban actualmente.

Hace dos años atrás no había sido tan dificil romper aquellos límites, no cuando no había tanto en juego, o al menos lo existia esa extrema presión sobre Lauren para contraer matrimonio con un hombre, en su calidad de Princesa heredera al trono, sin embargo, ahora era diferente, dar cualquier paso en falso podía ser perjudicial no solo para ella misma, sino para Lauren.

A pesar de que el beso fue maravilloso, sincero y lo había anhelado desde hace semanas como un montón de cosas con la mujer, permitirse más allá o confundir la situación entre ambas en esos momentos no era posible, e incluso prefería que Lauren mantuviera aquella lejanía con ella, aunque le doliera y deseaba todo lo contrario con aquella princesa.

Sabía que Lauren era terca también, testaruda, llevada a su idea, y si de algún modo le había comunicado a su familia que no deseaba casarse con un hombre era porque no iba a cambiar de opinión tan fácilmente, al menos no por ahora, a pesar de que lo correcto para la Princesa sería contraer matrimonio con uno de esos pretendientes con los cuales bailó. Era su deber como Princesa Real pensando en su futuro cercano.

A veces en la vida, debemos aceptar cosas aunque nos duela, nos hagan sufrir y sobre todo saber que eso no será lo que nos haga feliz a nosotros mismos.

Si tan solo hubiera podido quedarse en ese salón el resto de su vida, lejos de todo el mundo exterior, lo hubiera hecho, dejando de lado todo lo que había fuera de allí centrándose solo en aquellos ojos verdes que tantas emociones transmitían a su corazón, cómo provocaban que todo en ella pudiera alterarse. Más cuando sentía el tacto suave de la Princesa, aquel tacto que a pesar de los años nunca se iba a olvidar, y nunca iba a dejar de provocar ese efecto único en su ser.

-¿Donde vas Camila?.- pregunto su madre tomando una taza de té.

-Iré al palacio Real, la Princesa Lauren me solicitó hablar de los implementos de la salud que se llevarán para la gira.- comentó en un tono suave.

-No sabes el orgullo que sentimos con tu padre por aquello.- dice su madre feliz. -Más si irás con el mismísimo Rey.-

-Solo iré por precaución médica.- recordó.

-De todas maneras, tú hermana Sophia me comentó que te vio bailando con el Caballero George.- anunció su madre. -Aunque no es un Príncipe, si es una gran oportunidad para ti de pertenecer a la familia Real.-

-Si baile con él por amabilidad madre, pero no sucedió nada más entre nosotros, además no creo que mis anhelos estén en pertenecer a la familia Real, ya tengo todo lo que deseo en mi vida.- aseguro.

Contra la corriente Where stories live. Discover now