Una Revolución.

2.2K 322 195
                                    

Frondosas cobijas cubrían su cuerpo lastimado, suprimiendo el frío con el tarareo casi inexperto del dueño de aquel hogar.

Quackity fue picoteado por un ave, obligándolo a despertarse después de un ajetreado e improvisto salto de realidades y una estrepitosa caída que por poco le cuesta su única vida.

Experimenta el primer dolor de cabeza, no recordando si antes y para llegar a esto consumió de casualidad alcohol o en su caso algo más fuerte que cualquier otra dosis. Por un percance se disocia de su alrededor, ¿porqué no se sentía como en fasa?

Las cobijas crujen y es cuando Luzu se da cuenta que ha despertado. Al abrir sus ojos, Quackity se encuentra por primera vez en Karmaland al desaliñado castaño, quien deja una taza de café a un lado suyo y se asoma curioso temiendo de asustarlo.

—Hola, ¿te encuentras bien?—su acento español confunde más al azabache.

—¿Dónde estoy?—evade la pregunta de Luzu, asustado de no reconocer alrededor—. ¿Quién eres, qué hago aquí? ¿Y porqué hay un pinche pollo mentándome la madre?

Quacks observa a Frederick y frunce su ceño, casi insultándolo y haciendo que este mordiera su plumaje emitiendo un jadeo doloroso, Luzu tuvo que interferir esta vez tomando al ave por las alas, bajándolo y palmeando su colita para que se retirase a otra habitación.

—Una disculpa, es algo modesto con las visitas—sonríe tranquilamente —. Has caído y te he cogido antes de que te diese hipotermia, mi nombre es Luzu, por cierto.

Incluso si Luzu se mostraba dulce, fue una mala elección de palabras para el razonamiento de Quackity en usarlas. Este trata de contenerse a soltar una risa o insinuarse siquiera con un sutil doble sentido, no obstante, el extremo de sus alas comenzó a doler.

—Quackity, Alex Quackity—responde tratando de mover su ala—. Pero para ti soy mi amor mi vida mi rey, chaparrito, todo lo que quieras mi buen.

No esperando alguna contestación como esa, la perplejidad de Luzu se hizo tan evidente que, esta vez, Quackity no pudo evitar carcajearse seguido de un gemido doloroso cuando flexiona sus músculos.

—Basta tío, vas a lastimarte más—dice Luzu evitando que Quackity las moviese por unos centímetros—. Tus alas se han roto, creo que has caído muy duro contra el suelo.

Eso explicaba los vendajes alrededor de su brazo y abdomen. Quackity se reprime en sobreanalizar que Luzu desabotonó su camisa y le cubrió cada una de sus heridas, incluso las más viejas que tenía.

No lo recuerdo, qué mamada. El mexicano oprime su pecho pues sus músculos dolían cual averno cuando se estiraba. Trata de contenerse cambiando drasticamente de asunto.

—¿Y donde se supone que estoy, Luzu? —interroga Quackity—. ¿Te puedo decir Luzu cierto?

El castaño asiente a su petición—. En Karmaland, somos de un pequeño pueblo dentro de España.

Su fogosa y traviesa sonrisa se reemplaza por un gesto de incredulidad, ¿había escuchado bien? ¿Había dicho España? Quackity por poco y se desvanece de nuevo al saberlo, aunque sus ojos cristalinos se evidenciaron ingresando a una paranoia.

—¿¡España?! No mames no mames —maldice dramatizando—. Ya me colonizaron los españoles otra vez —berrea Quackity.

—¿Ah? No no, tranquilo—dice Luzu colocandl una mano sobre su hombro, quackity para de llorar—. Trataré de ayudarte a regresar a casa, solo reposa, ¿bien? Te traeré un abrigo si aún te sigue dando frío y-

—Ay Luzu, es que yo vivo del otro lado del charco—interrumpe, el mayor lo observa confundido por tal modismo—. Que vivo en México pues, es hasta el otro extremo del globo terráqueo.

Podría acostumbrarse a cada palabra nueva, pensó Luzu, mas Quackity hablaba con tal euforia que gustaba de seguirle la corriente hasta que su ala mejorase.

Al parecer era algo más complejo de lo que supone, pues aunque Luzu no se dedicó nunca a la medicina, tenía un buen pasatiempo de rescatar polluelos de sus nidos hasta que lograsen volver a alzar vuelo, creía, entonces, que esto era parecido a un pequeño patito que se perdió en el estanque, solo que hablaba y era demasiado energético para ser real.

—Igual está mamalón tu cantón, te quedó bien padre—prosigue Quackity levantándose cauteloso—. Allá en mi rancho vivía con los soldados porque mi padrecito luchó en la revolución mexicana Luzu, asi que yo también me volví uno y nambe, pinches camas todas aguadas que nos daban, nada que ver a este lugar tan fino.

Sus dedos arrastran el polvo de los estantes mientras observaba lo que Luzu conserva en su consultorio, el dueño, algo fuera de sus cabales, detiene a Quackity antes de que abriera uno de los cajones.

—Vale Quacks, es suficiente—Luzu baja su mano—. Mis pacientes no pueden ver mi casa desordenada, así que te pido de favor que no toques mucho.

—Solo estaba jugando, no te me alteres guapo—sonríe con inocencia—. ¿Apoco eres psicólogo? Ha de llegar puro esquizofrénico.

—Uhm... Algo así, Quackity—menea su cabeza —. La estabilidad emocional de los héroes es importante, sino la tienen, nuestro pueblo está perdido.

Luzu baja el brazo de Quackity, por poco su diferencia ligera de altura le hace sentir meramente superior, como si el pelinegro recién conociera las maravillas de una nueva parte del mundo.

—A mi me gustan de esos—suelta de manera improvista—. Dale Luzu, muéstrame Karmaland, ¿si? Prometo portarme bien.

—Tendría que pensármelo, es que tus alas aun siguen rotas—afirma el castaño, buscando pensativo algo que le ayudase a protegerlas—. Qué tal si después de que pase la tormenta te doy mi chaqueta para protegerte y damos un paseo, ¿te agrada eso, Quacks?

—¡Claro Luzu! —canturea el mexicano—. Prometo que te haré una orden de trompo cuando me sienta mejor de mis alas, vas a volverte mexicano cuando menos te lo esperes.

—Lo que tu digas, Quackity—ríe cálidamente, tal propuesta de comida era algo imposible de negarse —. Pero ve a descansar un rato más, iré a preparar la cena de hoy.

Asintiendo con energías Quackity apachurra inesperadamente a Luzu, abrazándolo esta vez cariñoso de tener a alguien que se haya preocupado de salvarlo, de otro modo, quizá muerto, asfixiado entre la tormenta y exigiendo clemencia para que sus alas liberasen su cuerpo.

Las cosas resultaron distintas, Luzu no estaba acostumbrado a abrazos tan espontáneos, pero poco a poco fue correspondiendo rodeando con cuidado al menor. Con una agradable sonrisa el castaño se impregna del aroma ajeno, apartándose después para ir a sus labores nocturnos dejando en su sala de terapia a un feliz patito buscando una temporal vida fuera de su país.

Doble actualización para proseguir con las escenas luckity :) ¿Qué les parece? ¿Les ha gustado? Trataré de mantener actualizaciones semanalmente ya que son cortitas, de verdad les agradezco mucho por leer :DD

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Doble actualización para proseguir con las escenas luckity :) 
¿Qué les parece? ¿Les ha gustado? Trataré de mantener actualizaciones semanalmente ya que son cortitas, de verdad les agradezco mucho por leer :DD

¡Tengan un lindo día! Los votos y comentarios me ayudan mucho a seguir continuando:))

Falling In Love | 𝙇𝙪𝙘𝙠𝙞𝙩𝙮Where stories live. Discover now