Nunca Me Sueltes

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Los meses se volvieron eternos a este punto, Quackity solo demostró ser bastante bueno para su edad en las armas, inclusive el sostenerlas era un trabajo sencillo para el héroe.

Luzu solo miraba de lejos, escribiendo en sus notas de aquel día algunos rasgos importantes a valorar del pato: su desestreza y determinación implica el acto de saber cómo enfrentarse a situaciones bajo presión era parte de aquella libreta llena de bocetos sobre las alas del mismo.

En su carrera se había interesado en el tema, mas no le había puesto atención hasta su divorcio... solo temía a que volviera, necesitaba de su compañía, pero ahora, en su actualidad, ¿la historia se volvería a repetir?

Encontró al dibujo una manera de relajarse y soltar todo aquel suplicio, pero diablos, Quackity era una obra de arte, podría abrir esas alas y parecer un ángel.

No estaba tan lejos de ser un ángel caído en realidad.

—¡Luzuuuuuu!

Escuchar su voz fue como medicina para su corazón, al alzar su rostro se encontró al azabache acercándose alegremente a este, recibiéndole con una buena dosis de besos diarios.

Era curioso, Luzu había descubierto que Quackity tenía una pequeña y esponjosa colita en su coxis cuando habían sumergido su amor carnal entre las sábanas, lo cual fue jodidamente tierno que no pudo evitar ayudarle a hacer un orificio en la ropa del mismo para que pudiese tener más comodidad, aunque claro, el patito se ha vuelto más sensible a las temperaturas.

Ahora solía mirar de reojo cada que recibe afecto de su parte, pues la colita se mueve, tan esponjosa que incluso le da la curiosidad de tocarla sabiendo que recibiría lo que el mexicano osaba llamar un "putazo" sin dudarlo. Luzu toma el mentón del mismo, aprovechando a besar la comisura de su boca con dulzura.

—Quackity, estás radiante hoy, ¿terminaste?—pregunta el castaño.

—Seguimos evaluando el sistema de armas pero para ti ya estoy disponible mi vieja—ronronea dulcemente provocando que sus mejillas tiñeran un notable rosa.

—¿Qué cosas dices tío?—suelta una risa por lo último dicho —. Anda, hay algo que quiero mostrarte.

"¿Mostrarme?" Aquella palabra no era usual y de hecho es que Luzu pocas veces le preparaba sorpresas sin antelación. Observa como extiende su mano, replanteándose si era bueno ir sabiendo que aún SapoPeta necesitaba de su ayuda.

Sin embargo, fueron más sus emociones por lo que accedió a tomar su mano e irse, inevitablemente sintió una felicidad grandiosa cargada de ciertos nervios, pero era dedicado, sumamente dispuesto a que la emoción del patito incrementase.

El sol le dio paso a la luna mientras el mexicano era cubierto de sus ojos, sintiéndose extrañamente ansioso en cuanto el español le hace caminar con cautela al estar más cerca de la zona. Varias preguntas habían rondado por su cabeza en un buen tiempo a ser verdad, y es que Luzu era una caja de sorpresas que encontrar una respuesta en concreto resultaba difícil saber.

—¿Estás listo?—pregunta el español, a lo que Quackity asiente—. Abre los ojos.

Al dejar de sentir el tacto de sus manos Quackity toma el valor de observar más allá de su panorama, tal fue su sorpresa que no encontró las palabras correctas del como reaccionar a ello, al menos hasta ahora resultaba difícil integrarlo.

—¡Asuuuu unas trocas!—exclama aunque al inicio extrañado de las columnas de coches-. ¿Nos las vamos a ratear? Esta se parece a las de mi tío de Sinaloa-dice tocando la placa de uno de los autos vacíos-. Pero le dijeron "cámara carnal ya te la sabes" y le quitaron las llaves.

Falling In Love | 𝙇𝙪𝙘𝙠𝙞𝙩𝙮Where stories live. Discover now