La Maldición de un Héroe

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Quackity era una monada de chico, pero no era capaz de entenderlo.

Los Dioses le estaban mandando las señales más obvias, Luzu, en cambio, se negaba a pensar que Quackity duraría más que unos días en Karmaland, de hecho, estaba seguro que en todo caso había nuevos héroes.

El estado de su ala había mejorado, Fargan y Staxx se encargaron de él por unos días hasta que la movilidad de su ala se volvió evidente, Quackity desconocía de su anatomía híbrida y lo interesante que era incluso si estos días se acostumbró a andar.

Claro, no estaba tan acorde a la moda europea y aunque Luzu se había ofrecido a brindarle ropa de bandas de rock Quackity se negaba en hacerle sus respectivos cortes, no quería dañarla por supuesto, pero era tan cómoda usarla a solas cuando iba a dormir.

Luzu amaba Queen, y Quackity estaba muy lejos de entender su gusto también a The Beatles y otras bandas que eran tan populares cuando amaba las clásicas. Se había dado el lujo de tomar sus casettes y reproducirlos en el silencio de la habitación mientras Luzu entrenaba con experiencia, tratando de él mismo olvidar lo que le estaba abrumando por completo.

Grata fue su sorpresa darse cuenta que el héroe no lo tenía de adorno, era ágil, Luzu sabía como pelear y sus entrenamientos eran más rudos de lo que Quackity pensaba. La idea de ser un héroe resultaba tentadora y no estaba tan lejos de lo que él en su tiempo de militarización hacía, la diferencia era, por supuesto, que Luzu degollaba criaturas y salvaba a la gente del pueblo en alguna catástrofe.

Entonces, ¿porqué él no podía serlo también?

Apaga el casette de música y lo deja debajo de la cama de Luzu, Quackity se coloca las zapatillas antes de salir, solo arreglando su viejo chaleco y los vendajes que aún conservaba en su ala rota.

Al salir, Luzu es el primero en notar la presencia de este, acompañado del pollo y el patito al lado suyo quienes caminan hasta el estanque donde Quackity suele pasar. Una sonrisa cálida se hizo notar en ambos al acercarse, Luzu baja su vieja arma.

—Quacks—nombra girándose hacia él—. Es un gusto verte otra vez.

Quackity ríe dulcemente.

—Ay Luzu, pero si me ves todos los días-aclara el mexicano -. No sabía que peleabas, pensaba que solo eras un viejillo crikoso que escuchaba chismes en su consultorio.

Luzu niega ante la idea; Dioses Santos, Quackity soltaba cualquier cosa de sus labios y podría moverle el mundo entero.

—¿Qué te puedo decir, Quackity? Soy una caja de sorpresas—dice Luzu bajando su espada.

Luzu esperaba, de hecho, que la presencia de Quackity significase pasar tiempo juntos o algo había sucedido en casa, no había punto medio pues su casi hiperactividad le hizo reconocer el interés del híbrido.

—¿Hay algún contrato donde te permiten ser héroe?-cuestiona curioso respecto a su profesión de medio tiempo, Luzu niega en respuesta.

-No, de hecho, el viejo Merlon elije a quiénes serán héroes en Karmaland... -responde Luzu sacando el arco que colgaba de su cintura junto a las flechas-. Algún día lo vas a conocer, estará encantado de otro héroe en el pueblo.

Alza el arco hacia uno de los señuelos y apunta, con pura precisión Luzu tira la flecha, creando un puntaje casi perfecto dejando a Quackity con las ganas de intentarlo—. ¿Quieres que te enseñe, Quacks?

—Ay wey—suelta sin pensarlo, Luzu se veía tan atractivo y con esa propuesta no dudaba en aceptar—. ¡Simón simón! ¿Pero por dónde empiezo?

Los ojitos del azabache brillaron profundamente antes de recibir el arma. Luzu se posiciona detrás de Quackity y sostiene sus brazos, dirigiendo su centro de atención hacia el señuelo y cuidadosamente tensando la cuerda.

Falling In Love | 𝙇𝙪𝙘𝙠𝙞𝙩𝙮Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon