CAPÍTULO 34

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Chris

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Chris

Me ha echado de menos. ¡Ella me echó de menos! Eso solo quiere decir que me necesitaba, que quería estar conmigo, igual que yo quería estar con ella. Quizás no estoy tan lejos como pensaba, quizás sea el mejor momento para pedirle que seamos algo más que amigos.

Está bien, no voy a hacerme ilusiones, puede que las mariposas del estómago ahora no me dejen tranquilo y no me dejan pensar con claridad. Lo que verdaderamente me pregunto, es cuando será el momento apropiado para pedírselo. No espero una respuesta afirmativa ni mucho menos, de hecho, pienso que me rechazará, pero por lo menos habré sembrado la semilla y solo dependerá de ella que siga creciendo o que se pudra para siempre.

Finalmente, Sam pudo recuperarse y después de dos semanas encamada en casa y de mala gana, sus heridas le permiten volver a andar, pero para su desgracia, debe hacerlo con zapatos, los médicos no toleraban que estuviera descalza con esas heridas pues podría infectárselas e ir a peor. Ella obviamente se negó rotundamente, pero tras explicárselo por décima vez creo que consiguió entenderlo. Durante esas semanas, estuve acompañándola la mayoría de días, y gracias a que logramos que le pusieran un televisor en su habitación, pudimos seguir con la lista de películas románticas de PJ.

He decidido vigilarla durante toda la mañana en el instituto, según Gretta, si ha tenido ataques tan seguidos, es posible que vuelva a tener más. Con lo cual, he prometido no quitarle el ojo de encima, además de que cumple con eso de llevar los zapatos puestos a todos lados. A pesar de que le parecía raro que la estuviera persiguiendo estos últimos días, no pareció importarle.

A la hora de la comida no fue una excepción, aunque tuve que convencerla de sentarnos con los demás. Hoy es un día bastante soleado, Sam está más contenta de lo normal y yo disfruto de la comida con todos mis amigos. Pero no puedo quitarle el ojo a uno de ellos en particular, de hecho, el único que no participa en la conversación. Su mirada está posada sobre su ensalada caducada, y ni si quiera tiene pinta de que vaya a probar bocado. Al parecer mis miradas atraviesan más de lo que pensaba porque levanta la cabeza en mi dirección con una expresión de preocupación, hay algo que al gran Tyler le preocupa y creo saber qué es.

— Sam —pronuncia Tyler una vez se decide a hablar—. Sé que has pasado por un mal momento y puede que no sea adecuado decir esto ahora, pero, ¿podrías hacerme un favor? —Todos los demás callan prestando atención a lo que tenía que decir.

— ¡Claro! —responde ella con su amplia sonrisa.

— Necesito que me lleves a ver a tu madre.

— ¿Qué? ¿Para qué? —intervengo confuso—. Creía que habías cerrado ese asunto

— Me siento con un gran peso sobre mi espalda desde entonces, y aquella vez lo sentí aún más pesado entrando en su casa. Pensar que ella disfrutaba de su vida en aquella mansión y que por mi culpa tuvo que salir de ella para no volver, me come la cabeza. Sé que no tuve la culpa del todo, pero sí en parte y es como me siento. Creo que lo mejor será disculparme, se lo debo a ella y a mí mismo.

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