Violet es una chica que quiere guardar su corazón para su futuro esposo. Sin embargo, sus sentimientos por Karel no lo hacen fácil. ¿Qué pasará al final?
Es un 10 pero... es mi mejor amigo.
Es domingo, así que estoy en la iglesia. Me encuentro esperando a Karel.
Estoy en la cafetería de la iglesia, junto, hay una pequeña librería. Es un lugar muy lindo. La mesa y silla en las que estoy se encuentran fuera. Trataré de describir cómo es la iglesia: Es una construcción de 2 pisos. En la planta baja se encuentra la cafetería, la librería, los baños y un salón, mientras que arriba hay 3 pequeños salones y el auditorio principal... creo que es mejor hacer croquis...
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Me encanta como es la iglesia. Aquí tengo muy buenos recuerdos y muchos de ellos son con mis amigas Sophia y Amalia, y por supuesto, con Karel.
Estaba distraída, cuando de pronto, unas manos taparon mis ojos y una voz me susurró:
—Adivina quien soy...
Mi corazón comenzó a latir más fuerte y pude sentir como comenzaba a sudar... era obvio que era Karel...
—Karel... ¿te lavaste las manos antes de ponerlas en mi cara? —dije mientras retiraba sus manos de mis ojos tratando de sonar normal—
—Bueno... claro que lo hice, espero no haberte dejado una marca muy grande en tu rostro por causa de mis manos —dijo bromeando—
—No es gracioso... —respondí fingiendo estar molesta—
—Vamos Violet... sabes que fue en broma...
—Está bien, creo que exageré un poco pero ya sabes que... ¿Elliot? ¿Elliot Morris? —estaba concentrada viendo a Karel y por un segundo volteé levemente a la derecha y lo ví—
—Violet? ¿Eres tú? —dijo mientras me observaba fijamente—¡No puedo creerlo! ¡Si eres tú!
Elliot se acercó y antes de que pudiera decir o hacer algo me dio un abrazo.
—Emmmm ¿quién es y de dónde lo conoces? -preguntó Karel, por un momento me había olvidado de que estaba ahí-
Elliot dejó de abrazarme, y extendió su mano hacia Karel.
—Lo siento, fui muy descortés, me presento, mi nombre es Elliot Morris y soy un viejo compañero de equipo de Violet...
Elliot Morris.
Lo conocí cuando tenía 12 años. Ambos fuimos parte de un mismo equipo en un campo de verano que organiza la iglesia cada año.
En ese entonces, él me llamó la atención. Era callado pero atento, muy inteligente, alto, delgado, y de ojos con un intenso color miel. Su cabello era rizado y lo tenía medio largo.
Para ser sincera, lo seguía recordando como un chico talentoso y guapo.
Un día, él dejó de ir los campos de verano, y perdimos contacto.
Ahora, años después, lo volvía a ver. Seguía siendo guapo y tenía la misma sonrisa que recordaba...
Me había tomado tiempo dejar de pensar en él, y en parte mis amigas y Karel me ayudaron con eso, pero ahora, ahí estaba él, frente a mí, y lo que más me sorprendió es que recordaba quién soy.
