Capítulo XIV.

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Parte 2 | Me agradas

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Parte 2 | Me agradas

Había algo que no quería decir en voz alta, pero que hace mucho había admitido; la fiesta no estaba tan del asco como pensé. En realidad, todo había comenzado a cobrar sentido por fin. 

No supe el por qué, o bueno, quizá si lo supe. Pues, desde que estuvimos un buen rato en la terraza y luego volvimos al evento, la sonrisa en mi rostro era como si hubiese sido coronado para un premio en especial.

No sabía que necesitaba besarla hasta que lo hice, y tampoco sabía que necesitaba seguirlo haciendo hasta que me fue casi imposible dejarla.

La pelirroja tenía su encanto. Eso lo supe desde que me humilló por primera vez e incluso cuando me mandó a la mierda apenas nos conocimos. Solo que ahora mis ojos habían empezado a verla de una manera distinta y ni siquiera tenía sentido.

«Es un trato, Elliot». Me lo había repetido tantas veces que nunca terminé de aceptarlo. El lado bueno de todo esto es que debíamos actuar como una pareja feliz, así que estaba más que tranquilo con su presencia junto a mí a cada segundo. 

Hacía mucho que no podía sacarla de mi cabeza, y esta vez tampoco quería quitarla de mi lado.

La pista seguía llena, con personas de aquí para allá moviendo sus caderas al ritmo de una canción más movida. No era un fan del baile, mi pareja tampoco. Así que preferimos quedarnos en la barra, yo con un trago de no sé qué y ella con su botella de agua que cargaba a todas partes.

Sus ojos empezaban a lucir un poco cansados. De todas formas, brillaban cada vez que se burlaba de alguna cosa o yo la hacía sonreír. 

Sí, ya había aprendido cómo hacerla sonreír. 

Por fin.

—La de allí —señaló sin mucho disimulo, dejé de detallarla para prestarle atención—. Tiene un vestido color Grinch.

Puse una mueca. Era un verde bastante chillón.

—¿Grinch? —fue lo único que salió de mi boca

Ella giró para verme, indignada

—Debes estar bromeando.

—Creo haber oído el nombre, pero no recuerdo de dónde.

—Okey, okey, anota esto en la agenda —declaró, levantando su dedo—. Debemos vernos esa película de navidad, además de comprar bufandas similares.

—¿Por qué bufandas?

—No puedes ver una película de navidad sin una bufanda navideña —me dio una palmada en la nuca, algo suave que me hizo sonreír—. Se pierde la tradición. Oh, y el chocolate caliente con galletas es esencial.

—Anotado —bromeé, bebiendo un poco para luego pasear mi vista a los demás—. De acuerdo, el que está allí luce como Harry Potter, incluso tiene las gafas.

El brillo de las estrellas✓Where stories live. Discover now