Capítulo XXXVII.

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Capítulo 37 | Mil veces a ti

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Capítulo 37 | Mil veces a ti.

Elliot se quedó a dormir esa noche. 

Lo cierto es que no quería que se fuera y él tampoco quería irse, así que, se quedó. Brent no pareció muy satisfecho, aunque tampoco puso resistencia, y supe que era porque quería cumplir mis deseos más que nada. 

Después de todo, no sabíamos que sucedería ahora. 

Luego de que me enteré que mi enfermedad había vuelto como hace algunos años, se lo conté a mi hermano, estuvo en negación por unas horas y entonces volvió donde la doctora Mendes. Esta me dijo que podíamos iniciar el tratamiento. 

Pero ni siquiera sabía si valdría la pena. 

Le pedí un día a Brent para pensarlo. Sí, se enojó. Sí, me gritó, y sí, puede que yo también le haya gritado. Sin embargo, las lágrimas de Kora y sus palabras, causaron que el rubio me diera ese día para pensarlo. Con la esperanza de que al día siguiente, le diría que nos fuéramos al hospital para iniciar con lo que hiciera falta. 

Lo cierto, es que no sabía si funcionaría. 

Me sentí más tranquila porque pude dormir por primera vez en muchos días. Sí, eso se debía a Elliot, a su cuidado, a su cariño, a sus mimos y a sus brazos rodeándome para mantenerme a salvo. 

Por eso, cuando desperté, no quería moverme. 

Su cabeza estaba en mi pecho y sus brazos sostenían mi cintura con fuerza, casi quitándome el aire. Me removí un poco, pestañeando un par de veces por la luz del día. Observé el techo de mi habitación, y luego, bajé la vista para toparme con su sedoso cabello. Lo acaricié suavemente. 

Eso lo hizo removerse un poco. Soltó un gruñido, y supe que se había despertado igual. Pareció caer en cuenta de dónde estaba, pues, se mantuvo en la misma posición y su agarre en mi cuerpo se intensificó. 

—Creo que es tarde —pronuncié, rompiendo el silencio

Se lo pensó por un momento

—¿Desde cuándo lo sabías?

Solté una bocanada de aire

—Desde hace unos días. 

—Pero dices que ya antes estabas enferma. 

—Sí, hace unos dos o tres años. No lo recuerdo bien. 

—¿Y por qué no me lo dijiste?

Negué

—No era tan sencillo. No quería que me vieras de forma diferente o cambiaras conmigo. Nunca me ha gustado que nadie me tenga lástima, Elliot, menos tú. 

—Yo más que nadie tenía que saberlo —elevó el rostro hacia mí, mirándome. Peiné su cabello con distracción. Dejó un beso en mi pecho—. ¿Y si no hubiese venido? ¿Nunca me lo habrías dicho?

El brillo de las estrellas✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora