Mi propósito

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A la mañana siguiente Annie salió de su cuarto medio dormida, entró al baño para cepillarse y quitarse un poco el sueño al lavar su cara con el agua fría del chorro, cómo hacia todos los días, al ver su reflejo despeinado en el espejo acomodó su cabello y se colocó sus lentes de montura al aire que hacía ver un poco más grandes sus ojos almendrados color miel y ocultaban un poco las ojeras que tenía por los desvelos que solía hacer leyendo sus libros favoritos. Se palmeo un poco la cara para desperezarse y tener energía para iniciar su rutina, al salir del baño se dirigió a la cocina y al pasar por el mueble Kitsune la vio siguiéndola con la mirada, pero ella no se percató de su presencia.

—Buenos días Annie— ella se sobresaltó al escuchar una voz detrás de ella, lo vio y pegó un grito de susto, se colocó la mano en el corazón que lo tenía acelerado y solo suspiró

—Eres tú, pensé que había soñado lo de anoche— ella se resignó, le señaló una de las sillas del comedor y abrió la nevera buscando comida en su interior. –¿Qué te gustaría comer? Te haré un buen desayuno.

—¿A mí? No tienes que hacerme el desayuno— Annie lo ignoró y empezó a sacar cosas para preparar la comida para los dos, al terminar sirvió ambos platos y le acercó uno lleno de pan, tocineta y huevo frito.

—No sé qué comen los zorros mágicos, pero espero que sea de tu agrado—. Kitsune veía la comida con curiosidad, luego vio a Annie y sonrió

—¿Sucede algo?

—No, nada, gracias por la comida — Ambos desayunaron en silencio.

Al terminar Annie se levantó y se fue a su cuarto a colocarse el uniforme, una vez que terminó de vestirse, salió a la sala, se colocó su bolso en la espalda y Kitsune se le quedó viendo.

—¿Vas a salir?

—Si, tengo que ir a clases y tú te vas a quedar aquí, mi tía no debería venir hoy, pero por si aparece es mejor que te quedes encerrado en mi cuarto, no quiero que los vecinos te vean, no quiero que mi tía te vea, en resumen, no quiero que nadie te vea, al menos hasta descubrir como haremos para que regreses a tu casa.

—Es decir, me quedo aquí sin hacer nada y sin hacer ruido, que divertido suena eso— Annie detectó la ironía en las palabras de Kitsune, pero lo ignoró

—Volveré más tarde, adiós— ella salió sin esperar respuesta preguntándose si era buena idea dejar a un extraño en casa.

Como todas las mañanas tomó dirección a casa de Iza para irse juntas a clases, siempre que llegaba a su amiga aún le faltaba por terminar de arreglarse por lo que mientras esperaba que estuviese lista se sentó en la sala junto con la abuela de Iza que veía sus novelas de la mañana, está al verla le tomó la mano a Annie.

—¿Recordaste sonar el cascabel anoche? — Annie la vio confundida —Tienes que sonarlo todas las noches si quieres que venga un zorro mágico— Annie se sintió un poco nerviosa, dibujó una sonrisa disimulada en su rostro y sin dejar que su voz se sintiera temblorosa respondió.

—Si lo soné, pero no pasó nada—. ella mantuvo su sonrisa con la esperanza de no ser descubierta, aunque Annie no había sonado muy segura de sí misma.

—Yo lo soné todas las noches desde que conseguí el cascabel, nunca perdí la esperanza y aún no la pierdo, quiero creer que aquella leyenda es verdad.

—Esas son tonterías abuela— Iza salió a la sala mientras guardaba el resto de sus cuadernos dentro de su bolso. —son tonterías que un extraño te contó hace muchos años y tu deliberadamente decidiste creerle, pero son solo cuentos para quitarte tu dinero— la señora la ignoró al igual que Annie que le tomó las manos amablemente a aquella dulce señora.

Zorro amaestradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora