Kyuubi

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Annie estaba resignada, veía el fuego dorado acercarse a ella y como si de una película se tratara vio pasar por sus ojos todos los momentos que había vivido con Kitsune esos últimos días, en su corazón sabia que sus amigos estaban cansados, que no podrían ayudarla y que no había podido despertar a Kitsune con sus palabras, era débil y no podía defenderlo aunque lo intentara con todas sus fuerzas, sus inseguridades la golpeaban de lleno, pensaba millones de posibilidades improbables para salvarse, para ayudar a Kitsune, pero era incapaz de mover un solo dedo por el temor de ver la muerte a manos de la persona que más había amado hasta ese momento, con una tristeza profunda en su corazón y en su mente escucho el sonido del cascabel, un sonido que antes la había reconfortado y ahora solo marcaba el final de todo, cerró los ojos esperando el ataque, podía sentir el calor del fuego acercarse y luego disiparse, incrédula de no sentir dolor abrió los ojos solo para que su corazón se detuviera al ver frente a ella a Kuroneko en su forma original de pie frente a ella cubriéndola del ataque, el fuego le había dado de lleno en el pecho, como si todo pasara en cámara lenta Annie vio como Kuroneko caía al piso con el pecho quemado, la sangre de sus heridas se mezclaba con las quemaduras que el fuego dorado le estaba provocando

–¡Kuroneko! – él cayó el piso con un sonido seco, Annie no podía entender que había pasado, ella podía escuchar la risa de Eliz al fondo disfrutando del sufrimiento que le causaba el fuego a Kuroneko, Annie no sabia como atender sus heridas y al ver su rostro sintió un nudo en la garganta al verlo dibujar la sonrisa más amable y angelical que había visto en su vida

–Qué bueno que pude actuar a tiempo– Kuroneko se sostenía el pecho donde la llama dorada se había introducido, verlo de esa forma le daba más dolor a Annie ya que podía ver los hematomas y golpes que Eliz le había causado, Annie lloró al escucharlo toser sin fuerzas viendo como la sangre se mezclaba con su saliva

–¿Por qué hiciste eso? – las palabras salían con dificultad por la garganta de Annie

–Te lo dije, solo ese zorro puede derrotarla, y solo tú puedes sacarlo de ese trance– Kuroneko levanto lentamente su mano hacía Annie, ella al verlo le agarro la mano para no forzarlo a moverla más ya que el dolor se hacia presente en su rostro con cada movimiento

–Qué forma tan estúpida de perder tu última vida– Eliz lo veía regodeándose en su miseria

–¿Última vida? No, a Kuroneko le queda una vida más– Annie vio molesta a Eliz y luego volteó a ver a Kuroneko preocupada – ¿Verdad? Sé que te quedaban dos vidas– Eliz sonrió al ver la sorpresa de Annie, todos se quedaron en silencio al comprender la situación

–¿Cuál? La que le quite para restaurar mis poderes y poder usar los objetos mágicos – Annie vio preocupada a Kuroneko

–Perdóname, trate de evitar que usara a tu amiga, pero me descubrió– Annie volteo a ver a Iza que seguía desmayada en el piso –falle en ayudarlos, mi castigo por mi error es el dolor y el sufrimiento, agradezco morir por el fuego de tu zorro y no en manos de mi esclavizadora, porque sé que al menos por un instante soy libre– Kuroneko se esforzaba por no ahogarse con la sangre que salía de su boca, Annie sintió en sus manos un objeto metálico y en cuanto Kuroneko aparto su mano ella vio un cascabel –Es solo una copia, pero mantiene la conexión contigo, así podía encontrarte, estoy seguro que él aun puede oírte, si lo amaestraste correctamente, él va a responder a ti– Annie le acaricio con cuidado el rostro a Kuroneko, que al sentir el calor y el cariño que ella le proporcionaba sonrió con tranquilidad –tienes unas manos muy cálidas– al pronunciar aquellas palabras Kuroneko perdió todas sus fuerzas cerrando sus ojos y dejando caer su mano al piso por efecto de la gravedad, Annie dejo caer algunas lágrimas y le dio un beso en la frente

–Gracias – Sus palabras salían con dolor por la garganta de Annie que le costaba hablar en ese momento

–Que patético resultaste Kuroneko además de traidor, para lo único que serviste fue para darme siete vidas, al final tu sacrificio será en vano, que vida tan patética tuviste– Annie la veía molesta

Zorro amaestradoWhere stories live. Discover now