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Los dos días que duró el extraño clima en Qatar, Guillermo y Lionel se la pasaron encerrados en el hotel. Todo lo pedían del servicio al cuarto y la única que vez que salió el alfa fue para traer un cambio de ropa y uno que otro objeto personal. Dos días que vivieron en su propia burbuja personal, aislados de todo y de todos.

Cualquiera que entrará a la habitación y los viera acurrucados bajo lo que ahora parecía ser un nido hecho por ropa de ambos jugadores, dándose cortos besos y mirándose con aquel brillo en los ojos diría que eran pareja.

Las conversaciones fluyeron, de los dos lados había anécdotas, datos personales y bromas que contar. Su comida favorita, sus alergias, sus planes de vida y en general que era de ellos fuera del fútbol.

Guillermo seguía con sus dudas, no quería confiar tan fácilmente en el alfa pero cada caricia y cada palabra de afecto le gana un poco más. Lionel parecía ser perfecto, con su barba cerrada que le provocaba cosquillas al momento de besarse y su profunda mirada que le observaba con tanto detenimiento. Su aroma lo enloquecia y su voz era como un arrullo para él. Le encantaba que si bien de vez en cuando invadía su espacio personal en realidad le daba mucho más de lo que le quitaba, preguntando siempre si podía tocarle y cómo hacerlo. Nunca había usado su voz de mando con él y sabía que aún con la fuerza que podía ejercer nunca sería ejercida sobre suyo. Por momentos pensaba que estaba enamorándose.

Del otro lado, Messi no se cansaba de acariciar todo lo que podía al omega, desde su cabello hasta la punta de los pies. Recorría con parsimonia cada rincón y aceptaba igual gustoso cuando el mayor quería explorar. Nunca había gustado tanto de ser apapachado como ahora y le fascinaba como Guillermo parecía buscar protegerlo también. Aún sonrojado, Lionel se dejaba cubrir casi del todo por el pesado cuerpo del omega. No se hubiera imaginado estar así con nadie jamás, en tanta confianza y donde no debía fingir ser lo que no era.

El cuento de hadas terminó a la mañana siguiente, pues el cielo por fin estaba despejado y las aerolíneas comenzaban a dejar salir los vuelos.

Guillermo con lástima había terminado de empacar sus maletas y ahora se encontraba esperando en su habitación a que la camioneta que tendría que llevarlos al aeropuerto llegará. Estaba un poco ansioso también ya que Lionel lo había dejado solo para que pudiera bañarse y arreglar sus cosas, aprovechando para que él igualmente acomodara un poco su habitación y se acoplara de nuevo al mundo real. Faltaba poco tiempo para irse y el alfa no llegaba. Al menos quería poder despedirse.

Un mensaje de texto por parte de Kevin le aviso que ya lo estaban esperando en el lobby.

No sabía cómo sentirse o que pensar respecto a que él argentino no había regresado ya, pero no podía esperarlo más. Se levantó de la cama y con sus dos maletas avanzó a la puerta. Antes de tomar siquiera el picaporte, alguien llamó a la puerta.

Emocionado, Memo abrió sin preguntar quien era y casi se lanza a los brazos contrarios creyendo que era Messi. Se sorprendió al ver a Lewandowski son una apenada sonrisa.

-- I just have come to say goodbye. Again I want to apologize for my behavior a few days ago and I wish I could do everything right again. As soon as I finish here, I would like to take you to dinner, you decide where, either in Mexico or in my country, I will go for you by plane if necessary.

Robert parecía alguien totalmente diferente sin estar en su papel de alfa y no sabía si tenerle miedo o preocuparse por su doble personalidad. Aún así, cordial como siempre, Guillermo sólo le dio una amable sonrisa y sin muchos ánimos le respondió que le avisaría cuando estuviera libre.

Parece que no alcanzaría a ver a Lionel.

Durante el recorrido al aeropuerto, todos los jugadores de la selección sentían la vibra pesada, triste, con un semblante decaído en el omega. Herrera quiso preguntarle a Guillermo si todo estaba bien, pero fue detenido por Guardado, diciéndole con un par de señas sobre el cuello que no siguiera.

Luego de dejar las maletas y sentarse en la sala de espera las bocinas del lugar dieron aviso a que pronto despegaría el avión con dirección a Italia, la primera escala para regresar a México. El equipo se adelantó, dejando atrás a Guillermo que con una última esperanza, se quedó viendo a la multitud. Entre toda la aglomeracion de personas, una pequeña resaltaba, y sólo Ochoa lo reconocía aún con su vestimenta de negro.

-- ¡Esperá, Memo!

El alfa corrió en su dirección. Y enseguida el omega se recompuso. Con alegría ambos jugadores se reencontraron y hubieran deseado poder abrazarse y besarse pero tenían que ser discretos, no sólo por ser famosos también por el lugar donde se encontraban.

-- Perdonamé, no era mi intención tardar tanto.

-- Está bien, lo importante es que llegaste.

Se sonrieron y aunque tenían cubre bocas, sus ojos reflejaban esa felicidad.

-- Quiero que te llevés esto, refleja mi cariño por vos. Y podés estar seguro de que esto no acaba aquí.

Las lágrimas casi cayeron de sus ojos, pero se contuvo. Tomó entre sus manos con delicadeza la cadena chapada en oro que le ofrecía Lionel.

-- Yo tendré esta para recordarte todos los días.

La cadena de Messi era plateada y en ambos decía la leyenda "Always mine"

Un poco cliché y cursi, pero Guillermo lo amaba.

-- ¡Es hora de irnos, Francisco!

A sus espaldas, Guardado esperaba impaciente en la entrada.

-- Gracias...  Y buena suerte en tus partidos. Espero de verdad que ganes la copa.

Dijo Guillermo, antes de separara sus manos que apenas se rozaban del argentino. Messi no quería soltarlo, pero sabía que era hora de irse. Un último vistazo y la aeromoza cerró la puerta por donde ingresaron al avión. Pronto volverían a verse.

unexpected - Messi x OchoaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant