Capítulo 5

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Frank

 

Jamia sonreía. No lucía triste, no tenía ni una sola herida ni algo que demostrara su verdadera situación. Jamia sonreía, lucía tan... luminosa y feliz. Sonreía.

Frank supo que era un sueño.

Cuando abrió los ojos descubrió que todo estaba todavía oscuro. Después del accidente había comenzado recién a experimentar el dolor provocado por el mismo, en los primeros momentos era tanta la adrenalina que creía no tenerlos. Pero su brazo herido dolía terriblemente, y difícilmente podía abrir el ojo izquierdo, además al mitad de su cara escocía terriblemente.

Él estaba vivo.

Habían pasado ya dos noches desde aquel fatídico accidente.  Dos noches en las cuales se había contentado con compartir la cama junto a un cálido recuerdo, pero el pijama de Jamia estaba perdiendo su aroma, al igual que su almohada. Quizás era porque en esos dos días no había abandonado la cama. Pero la verdad es que ¿Qué sentido tenía seguir viviendo?

Era imposible encontrarle uno.

Sólo tres días atrás su vida era la mejor vida que alguien pudiese imaginar. Y si no fuese por su estúpidos aires de grandeza jamás habían abandonado la casa, jamás habría matado al amor de su vida y aquel bebé... porque luego de pensarlo largamente había decidido que había sido él, aunque por el teléfono las personas encargadas del seguro le hubiesen asegurado que había sido culpa del otro chofer, quien para su suerte había salido en perfectas condiciones.

Le hubiese gustado encararlo, golpearlo, masacrarlo... ¿Pero qué sentido tenía? Culpar a un desconocido no iba a regresarle la vida a su Jamia.

A esas alturas ya nada podía hacerlo.

Y entonces cuando sus pensamientos tomaban ese camino, su mente se aventuraba a pensar en aquel hombre que yacía en el hospital. Él sólo necesitaba un corazón para seguir viviendo, un corazón que se iría con Jamia a la tumba, que se descompondría junto a ella en aquella caja de madera, que, básicamente, sería echado a la basura. 

No sabía por qué pensaba tanto en él si ni siquiera lo conocía, no tenían absolutamente nada que ver, pero siempre  después de la culpa venía él,  y también toda la información que conocía de él. Según sabía, su corazón no iba a resistir una reanimación más y, en aquel momento, su esperanza de vida se había acortado a cuatro días. Sabía que sólo necesitaba un trasplante de corazón, pero que estaba muy abajo en la lista al ser un caso ordinario, sólo un corazón.

El corazón de Jamia podía seguir viviendo en el cuerpo de aquel hombre. Y aún si no volvía a verlo nunca más, sabría que había algo de Jamia que seguía en este mundo, y eso sería razón suficiente para seguir adelante... porque el que él viviera supondría también que Jamia había vivido y había muerto para dar vida.

¿Es que acaso eso no era lo suficientemente honorable?

Frank se puso de pie, de pronto la cama había pasado a ser de su refugio, a una infame pérdida de tiempo. Debía correr al hospital a salvar la vida de ese desconocido.

Nunca había pensado en donar órganos... hasta ahora.

Cuando el taxi le dejó en las puertas del hospital se bajó corriendo, realmente se sentía pesado y adolorido, pero de pronto eso había dejado de importar. Su primer paradero fue en el área de urgencias y ansiosamente buscó a la enfermera que antes había visto hasta que logró dar con ella, saliendo de una de las habitaciones de observaciones, las mismas en la que él había estado hace sólo unos días. Al parecer la mujer lo notó al instante, y Frank sintió que también notaba sus intenciones porque se le acercó de forma realmente efusiva y sabía que esa sonrisa no era normal en las relaciones enfermas-pacientes.

you're in my heart ・ frerardWhere stories live. Discover now