Capítulo 6

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Gerard

2 meses después...

 

"...y no sé por qué demonios te cuento esto a ti, debe ser porque no tengo a quién más contárselo, ahora estoy solo... tan malditamente solo..."

Nuevamente esas palabras estaban en su cabeza al despertar. No sabía a quién pertenecían, no sabía en qué contexto habían sido dichas. Pero reconocía esa voz, sólo que la cara estaba demasiado difusa en su mente. Sentía... sentía que estaba mirando la cinta de un video casete de alguien más, y por más que intentaba recordarlo, no podía.

Lo único que hacía sentir «reales» a esas palabras era la terrible sensación de pesar con la que despertaba cada mañana. Como si estuviese presenciando como el ser que más amaba en el mundo sufría sin que él pudiese hacer nada para aplacar el dolor.

Sentía la opresión en el pecho que le acompañaba hasta que enjuagaba su cara y se miraba al espejo. Y sólo entonces asumía que eso era todo obra de su mente, quizás por culpa de todo el tiempo que había pasado durmiendo antes que aquella noble familia le donara el corazón de esa pobre chica. Era poco lo que sabía de la anterior dueña de su corazón. Sólo que era una mujer y había muerto en un accidente.

Y cuando preguntó, le dijeron que no necesitaba saber nada más.

Eso había sido hace ya una semana, cuando lo trajeron de regreso en esa sala de hospital porque el nuevo corazón ya estaba listo para latir en su cuerpo. Recordaba de forma difusa esos primeros momentos de claridad, su pecho dolía, a decir verdad, todo su cuerpo dolía, pero en cuanto vio el rostro amado ante él, todo el sufrimiento quedó en segundo plano. Los brazos de Bert lo estrecharon con fuerza y besaron sus labios.

Estaba vivo.

Estaba en casa.

Cinco días después de eso había podido volver a casa, a su propia casa. Y este sería su segundo día de regreso en su vida normal,  luego de haber pasado gran parte de la tarde y noche festejando con familia y algunos amigos en la comodidad de su hogar, en aquella fiesta de bienvenida que más bien parecía cita para mirar fotos viejas de su hermano menor. Pero a pesar de todo, había sido genial. Se sentía tan mágico poder reír en medio de las personas que amaba, refugiado entre los brazos de su eterno amante.

Y sabía que poco a poco su vida volvería a la normalidad. Sólo tenía que dejar que su corazón se habituara a su nuevo cuerpo y entonces podría seguir los planes que tenía junto a Bert de adoptar a una niña. Serían padres... finalmente podría cumplir cada sueño que años atrás hubo trazado junto a su amado.

Parpadeó un par de veces cuando la luz del sol llegó a su rostro, y tardó un poco en comprender que era Bert abriendo las cortinas. Se sentó en la cama y perezosamente talló sus párpados, olía café y al mirar a la mesita de noche, vio ahí la bandeja con su desayuno. Bert lo estaba tratando como a un niño, pero se sentía bien.

Con una sonrisa en los labios le esperó en la cama, y cuando éste se sentó en el costado de la misma, con el cabello negro recortado completamente para que creciera de su color natural; el hermoso y sucio rubio, se empujó a besarle. La barba de Bert le raspó contra la mitad inferior del rostro, pero no era incómodo o molesto, a decir verdad, ese tacto en los besos le hacía sentir realmente en casa.

— Buenos días, amor mío... —le saludó Bert.

Un natural sonrojo bañó las mejillas de Gerard, lo suficiente como para provocar una sonrisa en los labios contrarios, y en un suave abrazo lo atrajo hacia sí. No quería comer, ni levantarse, ni hacer absolutamente nada salvo estar entre los brazos de su amor, sentir sus labios recorrerle y, aun cuando los médicos habían dicho que no era una buena idea, hacer el amor.

you're in my heart ・ frerardWhere stories live. Discover now