Capítulo 11: Las reglas entre nosotros.

1.3K 74 0
                                    




Gregory Kuznetsov

Eso es trampa — se quejó, haciendo un puchero en sus labios carnosos.

— Acéptalo — dije.

— Regla número dos: te exijo tener privacidad — dijo.

— Está bien, tendrás tu privacidad — contesté —, regla número tres: Complacer a tu esposo cuando él te lo exija.

Está regla es para ambos — siseo.

— Bien.

— Regla número cuatro: no ordenar ni obligar hacer lo que al otro le plazca. — dijo con una sonrisa de victoria.

— Regla número cinco: no desobedecer o refutar la palabra del otro en público — ella ya iba a refutar y coloque un dedo en sus labios —, en privado puedes decirme lo que te plazca.

— Me gusta — comentó. —, regla número seis: me tienes que llevar a todas tus reuniones sin importar lo que digan.

Bien — ella se encogió de hombre —, regla número siete: tocar el violonchelo cuando tu esposo lo deseé.

Oye, ¿Cómo sabes que tocó el violonchelo? — preguntó.

— En Rusia te escuché tocarlo.

Ummm — hizo un ruidito — Regla número ocho: dejar que tú esposa se vista como quiera.

A mí no me molesta cómo te vistes, princesa — confesé, acercándome más a ella.

— Claro que sí — chillo como una niña chiquita.

— Regla número nueve: si no cumples las reglas, obtendrás un castigo. — dije, mirándola fijamente tratando de intimidarla.

Regla número diez: si me fallas, me pierdes y el resto de tu vida será un infierno — dijo amenazándome con esa boquita de bebé y reí por su estúpida regla. —, no te rías hablo enserio — me pegó en el pecho.

— Está bien pequeña — contesté, en su mirada había duda. — ¿Qué pasa?

— ¿El hijo que va a tener Hera es tuyo? — preguntó, la verdad es que yo también me hacía la misma pregunta porque yo nunca deje de usar condón con ella y de un momento a otro tiene siete meses de embarazo.

— No lo sé, pero pronto lo averiguaremos — sonreí para convencerla.

— Está bien, pero si es tuyo lo querré como si fuera mi propio hijo, porque su madre se va a la mazmorra hasta que yo decida si muere o sufre — ¿amenazó o sentenció? no lo sé muy bien la verdad.

— Puedes hacer lo que quieras con ella pequeña — acepté.

— Necesito comprar una pizarra — dijo.

— ¿Para que la necesitas? — cuestioné.

— Para las reglas y nuestro horario — contestó.

— Le diré a mis hombres que vayan por la pizarra — me levanté y camine al baño pero en él camino me fui quitando la ropa dejándola en el suelo a propósito.

El Boss [UR 01]Where stories live. Discover now