11. Catedral en la mañana.

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Aun me sigo preguntando, ¿Por qué no me rehusé? se sintió placentero y aun sigo pensando que lo fue

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Aun me sigo preguntando, ¿Por qué no me rehusé? se sintió placentero y aun sigo pensando que lo fue. Sin embargo, ahora tengo mas despejada la mente y puedo concluir que aquello estuvo extremadamente mal.

Le fui infiel a mi prometido.

Días antes de nuestra boda.

¿Cómo se supone que lo mire el día de nuestro casamiento?

Pero eso no era lo mas importante en estos momentos, en realidad, era lo menor de mis problemas en ese preciso tiempo. ¿Qué hacia Haize en la catedral? ¿Por qué fue llamado por otra persona? ¿Por qué me pidió que me fuera? ¿Por qué pidió que guardara silencio?

Tantas preguntas y pocas respuestas. Las cuales contestare inmediatamente con mi curiosidad.

Me adentre a la oscuridad sin importar que, guiándome por la pared que tocaba en vez de en cuando para sentirme segura. Si no mal recordaba, en el lado izquierdo había una puerta que conducía al santuario del dios del sol, Helios.

Pero ya llevo un buen rato caminando por aquí y no eh sentido ninguna...

¡bingo!

La piedra rocosa fue sustituida por la madera quebradiza que chirrió apenas sintió mi tacto. Sonreí para mis adentros y busque la manecilla para abrirla.

¿Quién necesitaba a Haize?

Yo no, claramente.

Al encontrar el pomo de la puerta un friolento escalofrió me recorrió la espina dorsal. Tenia un mal presentimiento. Sin embargo, me importaba poco. Abrí la puerta e inmediatamente toda la luz me impacto contra el rostro, entrecerré los ojos aturdida y me encamine.

Estaba en lo correcto, había llegado al santuario del dios Sol. Entre con una sonrisa orgullosa que se borro apenas presencie lo que se encontraba ante mi. Quise gritar, y trate, solamente que una mano me tapaba la boca y obstruía el sonido.

Ante mi, un hombre en llamas, de vestimenta desgastada anaranjadas y una mirada penetrante llena de odio se clavo en mi. Alguien detrás de mi coloco su otra mano en mi cintura atrayéndome en un abrazo.

—En verdad que eres terca.— susurro, fastidiado.— Te dije que te vayas.

Haize.

Poco a poco fue retirando su mano de mi boca y pude tranquilizar mis nervios, aun estaba asustada. Me había tomado de sorpresa estar ante aquel fornido hombre que aun me observaba con aquella mueca de odio.

su cabello, su ropa, su barba alargada e incluso sus extremidades estaban envueltas en llamas rojas y anaranjadas. ¿¡estaba enfermo o algo así o porque esta todo en llamas!?

Escuche la risa burlona del azabache y me gire hacia el, al fin pude ver su apariencia completa sin las penumbras que obstaculicen. Su cabello negro carbonizado rebeldemente se esparcía por toda su cabellera, sus ojos verdes salvajes, como los de un depredador, mantenían un brillo intenso; sus labios rosados y carnosos...

HAIZEWhere stories live. Discover now