Capítulo 5. Naturaleza

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Cuando la oscuridad abrió paso al reino de los espíritus, se mezcló la naturaleza humana con la de su verdadero ser, es decir con la de sus almas, en el proceso muchos soldados y civiles fueron transformados en seres mágicos a los que se denominaron cómo mestizos.

Las criaturas atacaban todo lo que invadía su territorio, aunque en el libro que había leído se decía que estos seres eran crueles y salvajes.

La realidad solo la conocía una persona. Lía comprendía mejor que nadie la naturaleza de estos mestizos.

Si las cosas no son claras, la luz revela, pero cuando no hay luz para revelar, la oscuridad cumple con ese papel.

Cada vez que un elemento actúa como su opuesto el orden cambia y por lo tanto, el resultado también lo hace.

Y eso justamente había sucedido en este lugar.

Sin el elemento de la luz presente, la oscuridad dentro de cada criatura buscaba revelar la verdadera naturaleza de los soldados.

Y si finges ser valiente o actúas por impulso atacando a la nada, para ocultar el miedo de tu interior, el resultado es bastante predecible.

Lía suspiró agotada por la constante absorción de maná.

Por su mente pasaban varias razones por las cuales no debía involucrarse, pero finalmente terminó levantándose de su silla improvisada cuando escuchó los ruegos de los soldados que habían conseguido escapar de la muerte.

Con una imagen completamente humana, se concentró en que sus alas separaran lentamente el maná oscuro del espiritual y cuando estuvo cerca de los supervivientes encendió una pequeña luz delante de ellos para que pudieran verla bien.

—Entonces... ¿Podrían dejar de molestar a mis nuevos amigos? — dijo con aquella voz seductora.

Los soldados la miraron conmocionados y no era para menos, tenían a una hermosa mujer frente a ellos.

Algunos de los presentes incluso se convencieron de que habían muerto y que lo tenían enfrente era un ángel que venía a recogerlos.

La puerta espiritual vibró de forma aterradora mientras algunos seres ingresaban en el reino mortal.

Pero Lía no les prestó atención en absoluto.

Todo estaba ocurriendo según la historia original, a excepción por supuesto, de la muerte de aquellos soldados.

Aeon se percató de que varias criaturas espirituales habían cruzado del otro lado, pero al notar la tranquilidad de su amo no dijo nada.

Se acercó a ver si su maestra necesitaba algo, pero se detuvo al escuchar algunos susurros de los recién llegados.

—Una invocada— decían unas criaturas con forma de serpiente y alas.

Huele a Dálet— repetía otra.

En un principio Aeon quería ignorarlos, decidido a continuar su camino se acercó a su maestra, pero sus ojos se abrieron sorprendidos cuando uno de ellos habló sobre un tema delicado que la involucraba a ella.

Ignorante de todo lo que sucedía con los espíritus recién llegados, Lía se concentró en proteger con su magia a los soldados.

Con un movimiento delicado de sus dedos atrajo la luz espiritual al reino mortal. Cubriéndolos por completo.

Una pequeña voz en su cabeza le preguntó por qué trataba de salvar a los soldados, la idea de que eran solo tinta y papel le hacía doler la cabeza, pero sus pensamientos, como siempre, iban dirigidos a una lógica bastante humana.

"Me dan lástima" pensó.

Muchos de los que estaban ahí estaban a punto de desmayarse y algunos rezaban por volver a ver a sus familiares.

"Volver a verlos"

"Anhelo"

Era un sentimiento desconocido para ella, jamás había anhelado quedarse en su hogar, en realidad, era todo lo contrario, siempre buscaba escapar de su tormentosa familia, pero mientras escuchaba los ruegos de sus corazones se dio cuenta de lo lamentable de su situación.

"Probablemente nadie me extraña"

Como no acostumbraba a lamentarse, se deshizo rápidamente de los pensamientos de autocompasión.

Una expresión burlona se formó en su boca mientras caminaba hacia los soldados. En su mente nació un pensamiento preocupante,

"si van a estar llorando por sus familiares que vayan y mueran con ellos, los mortales pueden morir incluso atorados con su comida, prácticamente es su destino morir, mejor los ayudo a salir de este lugar".

Aunque aún poseía parte de su personalidad amable Lía, inconscientemente, ya no se consideraba a sí misma una mortal.

la naturaleza traviesa y cruel de las hadas era completamente incompatible con la de los humanos.

Por cientos de años se había considerado como algo imposible que esas dos naturalezas se entrelazaran una a la otra.

Era impensable que esto ocurriera de alguna forma y, sin embargo, ahí estaba, en medio de la oscuridad, un alma humana dentro del cuerpo de un hada.

Era impensable que esto ocurriera de alguna forma y, sin embargo, ahí estaba, en medio de la oscuridad, un alma humana dentro del cuerpo de un hada

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El juego del hada malvadaWhere stories live. Discover now