Capítulo 30 Errante

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—Aunque para ser sincera nunca entendí la finalidad de aquellas reglas tan tontas.

—¿Qué quieres decir con eso?
—¿Tanto desgaste de poder por convertir a un mortal en algo más que un saco de hueso y polvo no te parece una excentricidad?— Con expresión divertida comenzó a dar giros en luminosos cuadros de luz. —Casi parece como si fuesen leyes escritas...

—Por un humano. —Completo Lía. El hada Meg asintió.

La expresión de Lía era pensativa, mientras que la del hada se hacía cada vez más seria, —Los mortales son codiciosos, —murmuró. —En mil años jamás he conocido uno que sea medianamente decente o que no viera las cosas desde otra perspectiva que no estuviera ligada a su naturaleza. —Hasta que te oí en aquella conversación con tu amiga.

El espacio en el que estaban parecía querer cambiar, las luces que las rodeaba titilaban cada vez con más fuerza y las ondas que producían se volvían más intensas. Lía sintió un calor repentino que la envolvió de la cabeza a los pies, algo en su interior quería salir, sin embargo, no estaba segura de qué era con exactitud. Un mareo repentino llegó y el mundo comenzó a girar.

Quiso alcanzar a Meg en un intento desesperado de mantener el equilibrio, pero el hada esquivo su mano con un giro grácil. —Siempre me pregunté porque este mundo era así, — la escuchó decir mientras su figura borrosa seguía girando. —Ahora puedo entenderlo todo, puedo ver porque lo absurdo de sus leyes y lo horrible de este lugar. —Una sonrisa se extendió en los labios del hada mientras esta miraba a la nada.

—Este mundo fue escrito con tinta, todo el universo igual. — Un sonido fuerte retumbo en el lugar Lía se sorprendió al percibir música en el ambiente, al mismo tiempo notó que su cuerpo comenzó a vibrar. —Y la mano que lo escribió todo es un ser estúpido, que pasaba el tiempo haciendo miserables a otros.

—Algo extraño está sucediendo.

—Por supuesto, querida. — Respondió en tono dulce el hada. —Estas renaciendo por completo en mi mundo, ahora estas asimilando una forma física conocida para tu alma y para hacerlo...

—Estoy temblando, me siento muy mareada, Meg. — Interrumpió Lía. —¿Qué me hiciste?

—No estas temblando, estas vibrando y no te hice nada. —Respondió con voz indignada. —Tu alma está cantando.

La oscuridad iba consumiendo lentamente su conciencia, un sentimiento de felicidad se extendió en su cuerpo; luces fuertes pasaron por sus ojos, el sonido de una sirena de ambulancia, algo viscoso por su frente gente corriendo y gritando, la alegría de haber recuperado el oído unos minutos antes de fallecer. Un recuerdo amable, un saludo de manos, el ultimo sonido de violín de su memoria, un lenguaje no escuchado, pero contundente.

"Ahora entiendo"

—Este es el sonido de tu alma. —Escucho a alguien hablar, pero el sonido le resultaba desconocido, —¿no te parece hermoso?


Una melodía comenzó a sonar por encima de cada cosa que escuchó en su anterior vida, cada pensamiento, cada anhelo y sueño unificado en perfecta sincronía con todo el dolor, frustración y miedo que sintió, que aun sentía. Fue tomando forma al compás del latido de su corazón que parecía ir cerrando la canción de su ser. El sonido se intensifico antes de que la oscuridad la envolviera por completo pudo escuchar una suave risa que la inquieto demasiado por lo siniestra que se escuchaba.


En la oscuridad absoluta se escucha los murmullos de una hermosa y misteriosa criatura, parecía hablar consigo misma, su rostro juvenil carecía de expresión lo suficiente como para hacer dudar a quien la hubiera visto divertirse hace apenas unos momentos.

El juego del hada malvadaWhere stories live. Discover now