Capítulo 13 Chillidos

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La magia en aquel mundo de tinta y papel tenia ciertas normas claras, si se deseaba conjurar se debía dar canticos específicos, de acuerdo al tipo de efecto que se buscara. Muchas veces dichas melodías podían llegar a ser creadas y ser moldeadas una y otra vez.

Existían muchas canciones en el reino de Tharlis, algunas eran conmovedoras, otras eran divertidas y existían otras que resultaban insoportables para el oído de un mortal. Dichos cantos, en su mayoría, eran cánticos de los dioses.

Lía no había tenido la oportunidad de escuchar a otros dioses, pero estaba segura de que los berridos que daba él eran lo suficientemente malos como para reventar sus tímpanos. Por supuesto, ese sería el caso, si aún fuera humana.

El tiempo dentro de la sombra estaba terminando, el hada malvada debía salir pronto de la sombra sino quería terminar mal herida a causa de la presión de maná que tenía el dios de ese mundo.

No recordaba el nombre de aquel dios, pero si recordaba algo bastante importante.

—¡¿Quién hay más hermoso que yo?!— Escuchó a la lejanía. En ese momento Lía entro en un debate interno porque, aunque no era humana. — ¡Nadie! Soy hermoso en verdad. — Sentía que le sangraban los oídos.

Era un egocéntrico y un completo estúpido.

La fuerza de un dios de tinta era grande, pero comparada con la cantidad de maná que cargaba en sus alas el dios de tinta podría intentar hacer lo que quisiera y sus acciones no representarían un problema para ella.

La única opción que quedaba, dado que no podía herirla físicamente, era tomar parte de su esencia y eso implicaba tomar parte de lo que la convertía en ella misma. Su historia, todo lo que conocía.

El cerebro de Lía se apretó por la cantidad de recuerdos que estaba robando aquel dios, uno tras otro iban desapareciendo sin que ella pudiera evitarlo.

¿Había volado desde el norte o desde el sur para llegar ante el dios de tinta?

Él dada horribles gritos que intentaba entonar, pero que no pasaban de un chillido espantoso.

A duras penas recordaba que el libro que había leído tenía algo que ver con la música, con cada segundo que pasaba olvidaba más cosas. Lo crucial permanecía en su memoria, pero no sería así durante mucho tiempo.

Que guapo soy. — Tarareaba. —Soy tan perfecto que me asombro de lo hermoso que soy.

El hada soportó por unos minutos más los gritos de aquel ser.

Pasada la conmoción inicial de sus seguidores uno de ellos se tosió para calmar el ambiente que había en la sala de reunión

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Pasada la conmoción inicial de sus seguidores uno de ellos se tosió para calmar el ambiente que había en la sala de reunión.

Sir. Patrick Crak, un noble bajo; de cabello castaño oscuro, poco agraciado, con una secreta adoración a la reina y con habilidades políticas impresionantes, se inclinó ante la reina y con la mejor de sus sonrisas hizo uso de sus habilidades de zalamería. —Encantadora majestad, entiendo que tu bello espíritu se encuentre decaído por esto, pero la situación es delicada, — declaró con rostro serio. —Los nobles están a punto de levantar una rebelión por esto, hubo demasiadas muertes, tanto de nobles importantes como de Tharlinianos, poner en contra de nosotros a la guardia real es una decisión...compleja.

—¿No están a mi favor los guardias de este reino? — preguntó con voz neutral.

Su mirada se volvía más fría conforme pasaban el tiempo dentro de la sala de reunión.

—¿Cómo pueden probar su lealtad los soldados, si ni siquiera pueden ir a investigar una catástrofe de esta magnitud?

La discusión se extendió por una hora, en un tire y afloja por parte de los nobles que apoyaban a la reina y parte de los soldados de la facción.

La situación se resumía más en una competencia de quien podía apelar a la parte racional de la reina. Y así paso la reunión, entre adulaciones y palabras de súplica que la reina en ningún momento escucho.

Entre llantos algunas cosas llegaron al corazón de la reina, lo cual le dio alivio a los presentes. La misión de exploración a la muralla de oscuridad se realizaría, pero con un grupo de soldados y con algunos insurgentes que servirían de sacrificio para los monstruos.

Esto, por supuesto, no alegro a todos los presentes en especial a ciertosoldado plebeyo que veía todo con repulsión. 

A sabiendas de que incluso los soldados como el serian sacrificadospronto comenzó a crear un plan para escapar con sus compañeros, que como éleran plebeyos y que además tenían a algunas de sus familiares encarcelados porser "insurgentes".


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El juego del hada malvadaWhere stories live. Discover now