Capítulo 24. Presentación

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Una jovencita de unos dieciséis años, con uniforme de secundaria y apariencia brillante le devolvía la mirada; era de estatura promedio, nariz un poco chueca, ojos marrones y cabello negro azabache que le llegaba hasta la cintura. La chica parecía sonreír cada vez más conforme pasaba el tiempo, en algún rincón de su mente llego una imagen comparable a la chica frente a ella. Un gato de sonrisa inquietante que desaparecía cuando quería.

—Por tu cara no pareces nada sorprendida. —Reclamó con un mohín su voz risueña mostraba lo divertida que estaba la criatura.

El rostro del hada carecía de cualquier expresión de sorpresa, los músculos de su cara se habían congelado al verse a sí misma con aquella sonrisa confiada tan impropia de ella.

—Estoy tratando de mostrar lo menos posible mientras estoy en este cuerpo.

—Sí, puede ser problemático ser tan transparente. —Respondió la desconocida sin perder esa sonrisa pícara.

—¿Quién eres? —pregunto atónita Lía. —¿Qué haces en mi cuerpo?

—¿Quién eres tú y que haces en el mío?

La chica de cabello negro camino a su alrededor con movimientos agiles y gráciles, muy diferentes de sus torpes tumbos que daba cuando intentaba caminar. La mujer le devolvía una sonrisa impresionante y seductora, verse a sí misma, de esa forma la hizo sentirse extraña como si algo no mirase a su antiguo yo de otra vida, sino que veía a alguien que no había conocido nunca. No, el sentimiento se parecía más a cuando le hablaban de alguien con quien sabias jamás podrías tener ningún tipo de relación.

Un recuerdo lejano apareció de repente, su mejor amiga hablándole en señas de una chica nueva con personalidad alegre y magnetismo natural. Para ese entonces estaba segura de que nunca tendría ningún tipo de relación con la chica, para el hada, resultaba demasiado intimidante una persona con tanta presencia, le generaba un sentimiento de pánico. Un rechazo que sientes por un posible depredador.

Lía reflexiono sobre ese hecho, comparada con aquella muchacha, era un cervatillo recién nacido. Ahora tenía sentimiento similar, pero no hacia una recién llegada al instituto, sino hacia sí misma, una versión confiada y poderosa. Un ser mítico que solo encuentras en cuentos.

—Eres el hada malvada, —murmuró por fin.

—Lo soy. — afirmó la chica.

—¿Fuiste tú quien me trajo aquí? —Preguntó Lía.

—Sí, fui yo.

—¿Por qué? —Su risa cantarina lleno el aire de nuevo.

—¿Por qué no lo haría? —cuestionó el hada.

—¿Esto... esto es algún tipo de juego...?

¡Juego! — Interrumpió el hada malvada. —¡Me encantan! juguemos uno un día de estos.

Y soltando una risotada comenzó a cantar una canción infantil mientras giraba en el lugar, dando saltos graciosos mientras reía a carcajadas, parecía una niña pequeña en alguna extraña presentación, la pregunta más lógica sería para quién es aquella puesta en escena, pero lo cierto era que ver aquel cuerpo voluptuoso danzando de forma tan extraña quitaba cualquier pensamiento racional.

"¿¡Qué diablos está haciendo!?"—Pensó alterada Lía. —¿Por qué mueve mi cuerpo de esa forma?

—Este ya no es tu cuerpo, es mío. —Contestó mientras giraba el hada.

El rostro de Lía seguramente se vería muy rojo de haber podido pues jamás imaginó que se vería así de radiante en su vida.

—Estoy decepcionada pensé que reconocerías mi presentación.

—No entiendo de qué hablas.

—De mi canción tontita, era la primera canción que diste en tu anterior vida.

—No recuerdo haber cantado esa canción nunca.

—Obviamente, tonta. —Respondió el hada sonriendo. —Es una canción del alma, se usó como evidencia en el juicio inmortal.

—¿En el qué? —Preguntó confundida Lía.

—El juicio, querida. —El hada la miro con expresión dulce. —Moriste en tu mundo, para venir aquí pasaste por dos juicios, uno fue para juzgar tu vida mortal y el otro para juzgar tu vida inmortal.

—Lo que dices no tiene sentido yo nunca fui inmortal. —Respondió Lía.

—Exactamente, el juicio fue para determinar si podías ser una inmortal.

La cabeza comenzaba a dolerle a Lía y el que el hada malvada de aquel mundo estuviera cantando y saltando alrededor de ella no estaba ayudando, necesitaba una explicación, pero no tenía idea como hacer que esa criatura de tinta respondiera a sus preguntas. Se masajeo la sien para tratar de sonar tranquila cuando le volviera a hablar al hada.

—Comencemos de nuevo, mi nombre es Lía Tamis ¿Cuál es tu nombre hada malvada?

—Me llamo Meg Fay. —Se presentó con una elegante reverencia. —Y soy la reina de las hadas en este mundo.

 —Y soy la reina de las hadas en este mundo

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El juego del hada malvadaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora