Capítulo 7. Belleza

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El sol se veía en el horizonte cuando las alas de Lía se ocultaron nuevamente en su espalda.

Agotada y aliviada Lía se recostó por unos minutos en el suelo, tratando de ordenar sus pensamientos.

Las cosas habían sucedido tan rápido que apenas había podido procesar todo a su alrededor. Si bien era cierto que cada objeto y ser delante de ella podía verlo y tocarlo, ella venía de un mundo donde podía existir una explicación plausible de todo lo que sus ojos estaban presenciando.

"¿Estoy en coma y esto es solo un sueño?"

"Estoy soñando"

"¿He soñado con algo así antes?"

"¡Es un sueño!"

"¿Debería pedir la hora?"

"No tengo tanta imaginación para soñar con algo como esto"

Existían muchas explicaciones lógicas para todo, pero en el momento ninguna le parecía aceptable.

Lo que sí parecía aceptar su mente, era que se había convertido en un ser con un poder inimaginable. El poder trae comodidad, parecía fácil de aceptar ese hecho. Parecía algo tan natural como respirar.

Sus dedos formados por tinta y papel, la magia que destilaba con cada parpadeo.

El poder trae comodidad...

El conocimiento es poder...

Quizá no era tan malo el saber que estaba dentro de una historia escrita por alguien más. Al final, ¿qué le aseguraba que mientras era Lía Talis en realidad no era un personaje de una historia que otro lector disfrutaba?

Aunque dudaba que fuera una historia divertida de leer...

De repente no podía evitar sentir desconfianza respecto a todo. Incluso su anterior vida.

Especialmente no podía evitar dudar de aquel ser acosador.

Tan pronto como se levantó flores y plantas que habían crecido de la tierra intentaron seguir tocándole la piel, pero en cuanto ella les ordenó retroceder estas obedecieron.

La cantidad de convertidos y de espíritus llegaba a los cuatro mil, sumado a los que aún estaban decidiendo si cruzar al mundo mortal.

"Llegarán a ser seis mil"

En el libro se describía un ejército de mestizos, espíritus, así como seres de la raza fae.

Lía no deseaba tratarlos como meros objetos desechables. Si quería vivir de forma diferente, debía tomar una ruta distinta a la del hada malvada de la historia.

Pero para hacerlo necesitaba de la colaboración de todos los presentes.

—Ahora... ¿Cómo resolvemos este inconveniente amigos? — dijo con voz ligera.

Los mestizos se quedaron sorprendidos por la reacción del hada, pero eran incapaces de responder. El poder de la deidad les abrumaba.

Seguían en pie únicamente porque, su sirviente llamado Aeon, les hizo un gesto de negación cuando intentaron arrodillarse ante ella.

La naturaleza amable de Lía se hizo evidente para los recién convertidos y también para los recién llegados espíritus.

—¿Quieren quedarse aquí o prefieren seguirme? — preguntó.

El silencio duró poco tiempo, pues Aeon les daba señales para responder con ligeros movimientos de cabeza.

—¿Podemos decidir algo así? — preguntó una mestiza con orejas de duende y ojos negros como la noche.

—Por supuesto, pero deberán decidir hoy. No quiero quedarme un día más en este lugar.

—Algunos de nosotros estamos demasiado unidos a la oscuridad, si nos vamos podríamos morir.

—No morirán.

—¿Cómo lo sabe? — preguntó uno de los espíritus.

—También hay espíritus de la oscuridad. — Dijo animada Lía. —¿Cómo estuvo el viaje hasta aquí, pequeños?

—Agotador, pero gratificante. Nos sentimos bastante alegres de ser vistos y tener voz en este lugar.

—Me alegra escuchar eso, pequeño, —declaró Lía.

—Necesitaré que en el futuro me muestres esa gratitud. —Declaró el hada con una sonrisa divertida.

—Por supuesto. — Contestó de inmediato.

—Bien, como les dije deben decidir si desean quedarse o partir conmigo. Algunos tienen más recuerdos sobre su vida mortal que otros, así que si deciden quedarse lo entenderemos.

Lía se mantuvo en una posición relajada, mientras esperaba las palabras tanto de los espíritus como de los mestizos.

Era obvio que algunos de los mestizos querrían quedarse en su hogar, pero algunos espíritus también querrían quedarse por la alta concentración de energía que se había liberado en la zona.

Uno de los mestizos se acercó al hada «Fenrin» llegó a su mente de inmediato. El bajo susurro la sorprendió por un segundo, pero no lo demostró en absoluto.

Cojeaba porque una de sus piernas se había transformado en una pata de lobo y había crecido más que la pierna humana, tenía el cabello bastante crecido y ojos de color morado.

Con la poca valentía que tenía se atrevió a mirar a la hermosa hada.

Suspiró encantado por la mirada dorada de tan hermosa figura.

El análisis del mestizo pasó completamente desapercibido para Lía, pero no para su sirviente.

Era evidente que la propia Lía desconocía que tan hermosa era su nueva apariencia. Pero era entendible, qué tan bien puedes captar la idea escrita sobre la "belleza celestial".

Obviamente nadie que no haya presenciado algo así.

Pero los temas sobre su imagen era lo que menos le interesaba al hada en ese momento.

"Tiene compatibilidad con la magia de tierra y la oscuridad," pensó Lía.

Estaba demasiado ocupada maravillándose con lo que aprendía sobre ese mundo con papel y tinta.

—Saludo a su majestad, definición de belleza y bondad. La magia responde a sus caprichos ¡oh! la deidad traída al mundo...

—Ahórrate los halagos y dile de una vez a su alteza lo que decidieron. — Le interrumpió Aeon bastante serio.

El mestizo se molestó por la interrupción del sirviente, aunque ahora se encontraba en una situación de desventaja, cuando era un mortal fue respetado y admirado.

No recordaba la razón, pero obviamente eso valía mucho más que un simple sirviente nacido de la sombra.

No recordaba la razón, pero obviamente eso valía mucho más que un simple sirviente nacido de la sombra

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El juego del hada malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora