Capítulo 16. Espectro

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Lía se calmó solo cuando sintió que parte de sus recuerdos volvían a su lugar, parte de ellos ya habían sido consumidos por el dios de tinta, pero era algo que poco le importaba en ese momento al hada. Extendió su ala izquierda al cielo como midiendo el tamaño de su ala. Era mucho más grande de lo que era antes.

Si bien cuando despertó en ese mundo sus alas ya eran enorme, estas, no superaban los dos metros de altura, sin embargo, ahora con la riña de maná que había tenido, su poder parecía haber crecido el doble. Sus alas ahora estaban cerca de alcanza los cinco metros de altura.

Estaba a punto de regresar con los espíritus cuando una figura apareció frente a ella.

En la eterna oscuridad habían llegado varios seres de otros mundos espíritus, dioses, gigantes, hadas pequeñas, la cantidad de seres mágicos era bastante y parecía que crecía conforme pasaba el tiempo. El hada, de alguna forma, lo tenía claro el maná se estaba solidificando en aquel mundo.

"parece estar siendo un evento aislado por este tipo, no percibo la presencia de más criaturas en ninguna parte de la sombra"

—Te saludo, forastera— dijo la figura con voz grave.

Se inclinó en una reverencia extraña, la criatura casi parecía humana, media tres metros de altura; su piel oscura estaba manchada con luces de color blanco, su cuerpo parecía una constelación. Lía se puso en guardia preparada para golpear a otra deidad de tinta, pero se detuvo en cuanto noto el par de cuernos que sobresalían de su cabeza.

—Eres un espectro. —declaro el hada. El desconocido sonrió complacido.

—Lo soy, querida hada. — Respondió con una risa macabra.

—¿A qué has venido? — pregunto Lía.

—He venido a presentarme por supuesto. — Dijo con rostro sorprendido el espectro. Se sentía extraño de que ni siquiera preguntara por su nombre o que se sintiera prevenida hacia él. De hecho, sentía que el hada que contenía un alma humana, en lugar de temerle solo tenía un poco de curiosidad. No la suficiente como para preguntar su nombre, pero si para dirigirle la palabra.

El espectro rio bajo, el alma y el cuerpo ya se estaban sincronizando de forma adecuada. Pronto el vestigio mortal desaparecería quedando solo el del hada.

Conforme el tiempo en la oscuridad paso el desconocido se adaptó lo suficiente como para notar la delicada figura de Lía, en un principio se sintió abrumado por su fuerza de maná, pero eso fue nada cuando se encontró con la mirada dorada de ella.

—¿Sincronizar? que has querido decir con eso— preguntó el hada desconcertada.

El rostro del espectro se puso rojo de verse descubierto e intentó no mirar fijamente a la belleza. No sabía si sentirse sorprendido porque ella pudiera leer su mente o por lo hermosa que le resultaba la criatura.

"Es imposible que un forastero tenga tal poder"—Pensó asustado el espectro.

La naturaleza de las hadas era inocente rayando en lo estúpida, muchas veces había devorado a pequeñas pixies que se encontraban en el límite de ese mundo con el de él. Como espectro, gozaba de ciertas habilidades que nadie nunca podría tener jamás, entre esas habilidades estaba la gula, el poder de tomar el maná de otras criaturas como alimento.

La buena comida era un placer que quería degustar siempre y comer seres pequeños con poco maná resultaba muy agradable. Pero, aunque disfrutaba de la libertad que poseía al cruzar en diferentes mundos, llevaba mucho tiempo haciendo lo mismo. Deseaba poder alimentarse de algo más que maná, quería experimentar la vida en el reino físico y probar la comida de varios reinos y ciudades.

La forastera sonrió delatante de él, como si disfrutara de su abrumada mente. Su risa traviesa parecía de alguna forma aterradora.

—Me parece que tienes mucho por contarme mi glotón amigo. — El hada tenía una sonrisa de oreja a oreja. —Me gustaría escuchar cómo es que sabes sobre mí, Gael.

Mientras que el hada de sonrisa perversa creaba un lazo de amistad, en otro lugar se escuchaba como se rompía uno en varios pedazos

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Mientras que el hada de sonrisa perversa creaba un lazo de amistad, en otro lugar se escuchaba como se rompía uno en varios pedazos.

—¡Podrías haberlo matado, Rafael! — le gritaba una hermosa mujer de cabello rosa a su líder de equipo.

—¿Cómo iba a saber que la magia de curación se apagaría?

—Eres el líder aquí, debes mantener el control. — la mujer se detuvo por un momento mientras se concentraba en sus palabras. —Incluso si nosotros no podemos.

—Si bueno, quizá ya no quiero hacer algo como eso. — Respondió agotado el hombre.

—Ya no quiero escuchar eso. —Le reprendió su compañera.

—Ya no me queda nada, Soria. — Lágrimas caían de los ojos del enorme hombre.

—Nos tienes a nosotros. — La mujer tomo sus manos con fuerza. —Tenemos una misión, estamos cerca puedo sentirlo. Ten fe.

La mujer le dejo un tiempo a solas a Rafael para que pudiera reflexionar, convencida de que su líder entendería su corazón, le permitió descansar.

Se acercó al mago sanador con un poco de agua y le dio a beber, los ánimos estaban tan bajos que nadie decía una sola palabra. Se sentían demasiado conmocionados como para tratar de bromear sobre el apagón de magia que había ocurrido.

Todo les resultaba aterrador, ellos, que eran tan dependientes de la magia se habían visto en una situación compleja, pero lo que más les aterraba era la evidencia de que grandes cambios se aproximaban en el futuro.

Soria tomo una ración de comida e intento llevarla a su líder, pero todo lo que encontró fueron sus pociones de curación, así como su ropa de guerrero. Su líder había renunciado a su equipo y había entrado a la sombra.

 Su líder había renunciado a su equipo y había entrado a la sombra

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El juego del hada malvadaWhere stories live. Discover now